Por Alfredo Nobre Leite.-

A la luz de la advertencia del presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor José María Arancedo, sobre «Un país dividido (que) no encuentra ni da soluciones a los problemas de la gente especialmente de los más necesitados», y reclamó que «Es necesario crear una cultura que tenga su fuente en el diálogo y el respeto, en la honestidad y la ejemplaridad, en el marco institucional de los poderes del Estado, como expresión de un auténtica vida en democracia», considero lamentable su tardía reacción, pues lo que observa debió sugerirlo al anterior gobierno kirchnerista que ni procuró solucionar los problemas de la gente -me refiero a la acumulación de pobres, que supera el 30% de la población-, menos respetar la división de poderes y llamar al diálogo con todos los sectores para encarar la solución de la lamentable situación social, pues dejó al país destruido en todos los aspectos socioeconómicos y políticos, de ahí el empeño en los 15 de meses de la actual administración del presidente Mauricio Macri de regularizar las cuentas públicas desmadradas, aumentar los planes y ayudas sociales, procurar el regreso de las inversiones -que fueron ahuyentadas por el kirchnerismo- para crear nuevas fuentes de trabajo, aumentar la producción, el salario real, y reducir la desocupación y la pobreza.

No hay que engañarse que los males de más de doce años de kirchnerismo, no se solucionan en un mandato, sino en toda una generación y con la inspiración del Altísimo, por tratarse de un grave problema cultural de un importante sector de la población que se considera con derecho a vivir a costa del esfuerzo del prójimo, y no trabajar para ganar el pan cotidiano con el sudor de la frente, y con dignidad formar y sustentar una familia. Hay que dar tiempo al tiempo, a fin de que se aquieten las aguas kirchneristas y que todos los sectores políticos y la ciudadanía pongan lealmente su esfuerzo para sacar a la Argentina del décimo subsuelo de atraso, que nada se obtiene si no es con esfuerzo, sacrificio y trabajo de todos para que la población pueda aspirar al bienestar -perdido-, futuro y esperanza para nuestros hijos y nietos.

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