Por Luis Tonelli.-

En la campaña electoral que lo llevó a la Presidencia, Mauricio Macri visitó en una de sus “timbreadas” un humilde hogar cuyos dueños tenían en pleno invierno las estufas eléctricas al máximo y las ventanas abiertas. Cuando el que sería Presidente le preguntó el porqué de tan extraña conducta, los moradores le contestaron “Porqué adentro hace mucho calor”.

La electricidad casi regalada por el kirchnerismo hacía que fuera más práctico regular la temperatura abriendo la ventana antes que apagando y prendiendo las estufas. Macri en esa oportunidad acuñó una de sus típicas frases: “si estás en tu casa en invierno en remera y en patas, estás consumiendo energía de más”. Cosa totalmente cierta.

La cuestión es qué en el manejo de la economía, el Gobierno de Cambiemos cayó también en la práctica de controlar su marcha a través de un mecanismo ineficiente: por un lado, gracias al endeudamiento, el Gobierno pudo mantener un nivel aún mayor de déficit público que el kirchnerismo, y apalancado en la obra pública recuperar el consumo (clave para ganar las elecciones de medio término). Pero por el otro lado, para domar la inflación el Banco Central puso unas tasas exorbitantes con el fin de secar la plaza de pesos.

Pesos con que el mismo Gobierno inundaba la calle. Adaptando la frase de campaña de Macri se le podría decir “si pasadas las elecciones que ganaste, el Banco Central ensaya una política monetaria restrictiva, mientras el Gobierno presenta un enorme déficit fiscal, es que no estás utilizando bien la energía política que supiste acumular”.

Las actividades productivas sufrieron entonces el doble embate de un dólar barato (que orientaba el consumo hacia productos importados) y por el otro lado, tasas de interés que volvían a la bicicleta financiera (llamada carry trade ahora) más interesante y menos riesgosa que cualquier otra actividad en la que se tuviera que hundir capital.

Consciente de sus inconsistencias, el Gobierno decidió entonces terminar con el gradualismo en el que el “bondi del déficit y la inflación se le escapaba”. Así, en un típico acting de disciplinamiento interno -tal como aquella vez que Macri le tomó lección a Horacio Rodriguez Larreta y a Gabriela Michetti como candidatos a la Intendencia de CABA- el Presidente reunió a todo su equipo, y dejó que le llovieran los palos a un impertérrito Federico Stuzenegger, al que lo hicieron hablar a lo último y poco.

Bajando las tasas, el ala productivista del Gobierno, encabezada por Mario Quintana estimaba que el tipo de cambio se ajustaría a uno más competitivo para los productos argentino, y que se alentara así a la inversión que no había llegado pese a todos los cocktails de bienvenida que se le hizo.

Como era de esperar, el mercado interpretó que la baja de tasas que se venía haría elevar el dólar, y comprando dólares hizo que pasara la barrera de los 19 pesos, lo que también llevó a que se dispararan las presiones inflacionarias, (por el pass trough, en el que los comerciantes no quieren perder sus ganancias en “verdes” y trasladan el ajuste cambiario a sus precios). Todo justo cuando se vienen las paritarias que fijarán más que el techo, el piso desde el cual se disparará el índice de inflación para el año que comienza.

Así que, pese a todos los anuncios sobre la baja de la tasa de interés, Sturzenegger contragolpeó al ala productivista, haciendo solo un retoque cosmético, y reduciéndola nada más que en 75 puntos básicos dejándola en 28%.

Obviamente, la clave de todos los problemas económicos que tiene hoy la Argentina pasa por el enorme déficit fiscal que lleva a semejantes niveles de endeudamiento. Los ajustes que el Gobierno intentó aplicar -siendo un mero ejercicio de peeling y masoterapia frente a la dimensión de los recortes necesarios- levantaron, sin embargo, niveles de conflicto político que pusieron en duda la imagen de gobernabilidad, cosa que repercutió inmediatamente en las encuestas.

El Gobierno ha intentado por todos los medios de seguir el GO de la economía sin sufrir previamente un STOP que sincerará las variables fundamentales. Lo ha hecho mediante la toma de deuda, ya que ni la soja ha recuperado sus niveles de otrora, ni Vaca Muerta pese a todas las expectativas, permite si no traer dólares, al menos ahorrar los que se gasta en energía. La oposición ha logrado instalar que el de CAMBIEMOS es un gobierno neo liberal, cuando las restricciones políticas que cree enfrentar lo han hecho mantener gran parte del mecanismo populista de la década pasada (solo que ahora no hay dinero para mantenerlo).

De este modo, la gran duda que comienza a cundir es si el gradualismo ensayado por la Administración Macri permite ir desarmando la bomba que le legó o el kirchnerismo o es solo un modo de ganar tiempo mientras el Gobierno se choca contra las paredes de un laberinto, que quizás no tenga salida de ningún tipo. (7 Miradas, editada por Luis Pico Estrada)

Share