Señor Director:

En estos tiempos de elecciones, en la Argentina modernista de la contracultura, ya es muy sabido que, si alguien quiere descalificar a algún candidato, no hay nada más contundente que acusarlo de golpista, aunque si se quiere agregar alguna agravante a semejante acusación bastaría decir que tuvo alguna relación con los “carapintadas” o con el golpista de Seineldín.

A pesar de que han pasado 24 años del juicio que nos condenó a largos años de cárcel que cumplimos inexorablemente, y que los mismos jueces que nos condenaron, en los fundamentos de la sentencia dejaron asentado que la figura de golpe de estado no existió ni siquiera en grado de tentativa y además agregaron como atenuantes que en esa jornada, el 3 de diciembre de 1990, actuamos movidos por sentimientos de elevado valor moral y social, todavía hoy, políticos y periodistas corruptos y cobardes insisten en calificar al coronel Seineldín y a los “carapintadas” de golpistas. (La calificación de corruptos y cobardes es porque saben la verdad y no la dicen).

Desde hace ya dos semanas circula por varias páginas y diarios de Internet, la descalificación del candidato a intendente de Mar del Plata por el PRO, el profesor Carlos Arroyo quien se impuso en las primarias con una importante cantidad de votos. Al respecto, para la prensa tendenciosa y mentirosa no interesa, en este caso la voluntad popular y, para atacar por elevación al candidato a presidente del mismo espacio político, Mauricio Macri, nada mejor que recurrir a la cobarde y falaz acusación de decir que Arroyo es un admirador del coronel golpista Seineldín y los “carapintadas”, por lo tanto Arroyo y los del PRO son golpistas.

Por otro lado, casi al mismo tiempo que circulaba esta mentira, en el canal Encuentro, Horacio Verbitsky se defendía durante toda una hora de programa de la acusación que sus camaradas de lucha, los montoneros, le hacen por su carácter de doble agente. Entre las cosas que este personaje dijo, contó que los montoneros en el año 1976 necesitaban del golpe de estado y lo provocaron con sus accionar terrorista, buscando con ello la intervención militar como finalmente ocurrió. De esta forma, los montoneros legitimaban su accionar ya que no era lo mismo ser terroristas y subversivos en un régimen democrático que en un gobierno militar dictatorial.

Ahora bien, por un lado tenemos a Seineldín y a los carapintadas acusados de golpistas cuando los jueces de la democracia dicen lo contrario, y por el otro un montonero confeso de golpista a quien nadie acusa de tal ni nadie nombra. Cuesta creerlo, ¿no?

Intentado encontrar una explicación a semejante actitud de la clase política y de los medios de comunicación, todos cómplices de la mentira, digo que la misma pasa por el terror pánico que se le tiene a Horacio Verbitsky, el hombre que, sin dudas, representa el poder en las sombras.

Si bien siempre tuve claro esta situación y la expresé en forma escrita en varias oportunidades, hoy con la aparición del libro “Doble Agente” de Gabriel Levinas, y con la respuesta que el autor diera a otro periodista sobre cómo continuaba la cosa después de semejante denuncia, confirman todas mis presunciones. Dijo Levinas: “…con mucha preocupación y cierto temor, todos sabemos del poder de Verbitsky que maneja a jueces y parte importante de la prensa y el poder político… andá a saber qué puede hacer este tipo…”

El temor indisimulado de Levinas es lo que ocurre también con los políticos, jueces y medios de comunicación que atacan con mentiras a un difunto que no se puede defender y no tienen agallas para defender la verdad.

¡Por Dios y por la Patria!

Hugo Reinaldo Abete

Ex Mayor E.A.

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