Por Carlos Fara.-

La decisión del presidente de torcerle el brazo a Sturzenegger, más allá de lo económico, tiene varias aristas interesantes para la progresiva conformación de su estilo de mandato. La señal de alerta: en noviembre la reactivación se frenó.

1.-La lógica habitual indica que “equipo que gana no se toca”. Sin embargo, Macri intuyó que algo no andaba bien para adentro y para afuera, y decidió que había que ponerle un límite.

2.-Privilegió el pensamiento de la mayoría de su equipo económico. Como ya se sabe, no le gustan las primas donnas, y en este tema el presidente del Banco Central algo se pavoneaba. Resultaba una contradicción: si privilegia el equipo y éste no está de acuerdo, ¿qué se hace entonces? En un punto, el no querer tener ministro de economía “one show man” hacía ruido con el carácter intocable de Sturzenegger.

3.-Cedió a una opinión imperante en el círculo rojo, quien creía que la política de altas tasas era parte del problema de la inflación. Se ve que no siempre la superestructura es negativa.

4.-La lógica de los resultados: si las tasas altas se mantenía, eso significa un horizonte de 6 meses en el mismo andarivel según dicen los expertos, ya que los cambios en la política monetaria necesitan dicho lapso de tiempo para empezar a verse las consecuencias. En este caso Macri comprendió que 2 años eran suficientes para sacar conclusiones.

5.-Triunfo de la heterodoxia: si bien su equipo no desdeña la lógica monetarista, tampoco son de la escuela de Chicago. De modo que en este punto Macri también operó en su estrategia de alejarse de los extremos: elogio de la moderación.

6.-No todo se resuelve con ganar elecciones: luego de la reforma previsional el gobierno tomó nota que el proceso político es más complejo de lo que aparenta, y que su resonante triunfo electoral de 2017 ayuda, pero no alcanza para dominar a los actores económicos, sociales y políticos. Ergo, hay que hacer más cosas que mirar encuestas y grupos focales.

7.-Reflexión sobre la credibilidad: el presidente del BCRA pensaba que tocar las metas iba en contra de la credibilidad de la institución. El resto del equipo económico y el presidente llegaron a otra conclusión (la correcta): si seguimos diciendo que tenemos una meta inalcanzable, vamos a pasarnos un año explicando por qué no se la va a lograr. Lo que genera problemas, hay que modificarlo.

8.-El BCRA no puede ser “tan autónomo”: recalculando hacia el pragmatismo. Esto no es EEUU, la city porteña no es Wall Street y Sturzenegger no es Alan Greenspan. De vuelta: ni tan dependiente como con Cristina, pero tampoco la Reserva Federal. Una cosa es la campaña y otra es el manejo del poder.

Como se puede ver, varias cuestiones novedosas a la hora de dirimir conflictos. El Macri del eterno aprendizaje acá está en otras de sus piezas. A la hora de los hechos, parece comprender los límites sociales y políticos de lo que indican los libros de macroeconomía. Ahí se parece al Perón más filosófico que bebía del “justo medio” de Aristóteles.

Dado que es un proceso político inédito, este affaire indica que nada debe darse por definitivo. Digamos que la presidencia Macri sigue siendo un sitio “en construcción”. (7 Miradas, editada por Luis Pico Estrada)

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