Por Carlos Belgrano.-

Es muy probable que, en un futuro cercano, Alberto Fernández sea recordado como el Premier argentino más pelotudo que supimos conseguir.

Y, de esa forma, el espíritu errante de chupete De la Rúa abandone ese sitial que por derecho le correspondió desde que ascendió al helicóptero, etc.

Hace unos días, me hice a la idea de que un verde a quinientos pesos por unidad haría de cenit -el suficiente-como para precipitar la dimisión de este nabo.

Sin embargo, he mudado velozmente de opinión, toda vez que, en el mientras tanto de un Occidente en caída libre, el estado nauseabundo y putrefacto de toda la dirigencia que se solaza en la porqueriza de la política, bueno, ignora la forma de atenuar una escalada alcista sin límites conocidos.

Cuando en 1989, el desembarco del turco, posterior a los saqueos que ese truhán y zapiola Duhalde, organizaron para que un temeroso e incapaz como Alfonsín le entregase el cetro, la cotización del dólar trepó de cuarenta y tantos pesos a setecientos, en cuestión de días.

Pero el momento era muy diferente a este coetáneo, porque el fenómeno típico de la vuelta del malón, cual magistralmente lo retrató Ángel Della Valle, estaba fresquito y todo le sería admitido a ese voraz neo peronismo.

Sin embargo, acelerando el reloj hasta este imperfecto e inmaduro presente, en lo concerniente a este cornudo consciente no le dan ni los números ni el plazo para detener una explosión inflacionaria que será, en una primera apariencia, similar al rodrigazo de 1975.

Sin perjuicio que en el interior de este huracán en progreso, créame, todo absolutamente será inédito.

Ya que la actualidad y a nivel universal también ya lo es.

Y devendría como severamente injusto y egoísta de mi parte no advertirlos de cuanto se encuentra, por decirlo de una forma coloquial, a la vuelta de la esquina.

No sin antes formular un semblanteo de aquella lejana y añorada Patria.

Que, más allá del onanismo presidencial, conviviente de consuno con un estado de anarquía judicial, así estigmatizada desde que un vocal de la CSJN -Lorenzetti-, soberano y consumado coimero/homicida imprudente, acusó de encubrimiento a los tres restantes componentes de esa garduña forense.

En la multimillonaria defraudación a la OSPJN y, estos, en vez de excusarse y convocar a cualquiera de los conjueces -que para eso existen-, votaron en causa propia.

Después de ese tragicómico sainete, no esperen Compatriotas que, invocando la Constitución Nacional o cualquier otra norma legal, reciban una poca de justicia.

Ello, en una sintonía similar o más bien idéntica a la murga de la obra pública que, ahora se sabe, tuvo como socios a los Caputo macristas con toda la runfla kirchnerista y con iguales dividendos de utilidades.

Por lo que, la kermesse electoral que se avecina, imagínense si habrá de morigerar tamaños excesos.

Más bien, todo lo contrario; si eligen a la piba, a Benny Hill Jr. -Milei-, u otro palurdo/a de ese mismo calibre.

Pues bien, con tan dantesco panorama en ciernes, no es nada complicado conjeturar que la Argentina ha dejado de ser un país bananero tercermundista, para tornarse en un diabólico caldero.

Y será en medio de ese pandemonium y luego que la paridad cambiaria supere los un mil/dos mil pesos por un verde a dos o tres meses vista que, diametralmente en un Occidente que se derrumba y sin que nadie pueda evitarlo, presenciaremos el vórtice de un inaudito giro copernicano.

Que, sin requerir de la dolarización que -habrá de operar por automaticidad- el anhelado uno a uno de la etapa menemista, conminará a todos lo que atesoran en la «burra», a desprenderse como «leprosos» de sus activos monetarios para la adquisición de bienes durables.

Desde un chalet en el bajo de Acassuso hasta un lote en Villa Culo.

Y ese será el disparador, ese del…

TODO NOS INDICA QUE «EL MOMENTO HA LLEGADO».

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