Por Juan Manuel Otero.-

¡Qué tristeza!

Una década soportando el mayor despotismo que se haya aposentado sobre nuestra Patria…

Una década clamando y elevando nuestras voces pidiendo justicia, transparencia, honestidad, Derechos Humanos para todos…

Una década de latrocinios, odios, venganzas, crueles favoritismos, perversas persecuciones…

Una década de populismos…

Y cuando una luz de esperanza nos iluminó creyendo que la justicia haría finalmente honor a su función, cuando los gobernantes, legisladores y jueces que hoy ocupan lustrosos sillones gracias a que nuestros soldados hace tres décadas cumpliendo con las órdenes presidenciales y con el clamor de la sociedad, derrotaron al terrorismo frustrando el intento comunista… comprobamos que estamos en el mismo lugar, la triste década de venganzas hacia unos y derechos humanos para otros continúa igual.

Pero nuestros presos políticos no están igual que antes, están peor.

Están peor porque el lastimoso e ilegítimo estado en que se encontraban sigue exactamente igual, con el doloroso agravante de comprobar que la promesa del candidato triunfador era una cruel y vergonzosa mentira de campaña.

El periodismo, como buitres carroñeros se lanza sobre escándalos de rutas de dinero, sobre livianos y mediáticos amoríos de políticos, sobre la duda de Tinelli de continuar con su bizarro programa lavacerebros, sobre el romance de Daniel Osvaldo y Jimena Barón… todo muy respetable, pero…

Pero de nuestros presos políticos nadie escribe una palabra. Y las cartas de lectores que se envían a los medios van sin escala al cesto de papeles.

Dos ancianos apresados por los tribunales populares del kirchnerato a través de juicios vergonzantes instruidos por jueces prevaricadores, fiscales cobardes y testigos mentirosos, hacen huelga de hambre en sus oscuras celdas y a nadie importa. No es noticia.

Sus vidas se acercan al fin clamando justicia… y a nadie conmueve, ocupados como estamos con las eliminatorias para Rusia 2018…

Apenas serán dos números más de la triste estadística.

Creo que es lo último que escribiré. Ya estoy cansado y demasiado triste al respecto. La sordera y vergonzosa actitud del Ingeniero Macri, del Jefe de Gabinete y del Secretario de Derechos Humanos, Licenciado Avruj con relación a la política de Derechos Humanos, me provocan demasiado asco como para seguir en la lucha. Doce años son muchos cuando uno comprueba que se dirige a ciegos, sordos y mudos… y encima mentirosos.

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