Por Hernán Andrés Kruse.-

En su carácter de vicepresidenta de la nación Cristina Kirchner pronunció el discurso de apertura de la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana (EuroLat) en el Centro Cultural Kirchner ante 75 parlamentarios europeos y otros tantos parlamentarios latinoamericanos. Hubo, además, una fuerte presencia de militantes de La Cámpora que no se cansaron de vitorear a Cristina. Por momentos el auditorio se transformó en una gigantesca unidad básica, lo que provocó el enojo de muchos de los parlamentarios que estuvieron presentes. Se trató, qué duda cabe, de un acto político. Para ser más preciso, se trató de un acto de lanzamiento de la campaña de la vicepresidenta pensando, quizá, en la obtención de una banca en el Senado de la Nación el año que viene.

Los párrafos más salientes de su discurso fueron, a mi entender, los siguientes:

1-“Cuando caía el Muro de Berlín, claramente surge la doctrina neoliberal. Ya no era necesario defenderse del peligro del oso comunista. Había caído el muro de Berlín. Había que crear otro sentido común a la sociedad, y el sentido común era que el Estado ya no era responsable de tu vida porque vos sos libre, sos absolutamente libre. Y, por lo tanto, vos decidís si tenés trabajo y si tenés trabajo es porque sos libre y tenés mérito y si no tenés trabajo es porque no te lo merecés y porque no te esmerás lo suficiente. Y si no podés acceder a una vivienda es porque no habrás hecho lo suficiente, y si tus hijos no pueden estudiar también es porque no habrás hecho lo suficiente. Esto fue el sentido común que creó el neoliberalismo y que aún campea en muchas sociedades.Y precisamente fue la pandemia la que vino a reinstalar la idea del Estado, porque ¿Alguien se ha preguntado lo que hubiera sido de la vida de todos nosotros, de todas nosotras, si los Estados no hubieran intervenido construyendo hospitales, atendiendo a los enfermos, negociando con el mercado, o sea, los laboratorios, las vacunas para que pudiéramos salvarnos y no morirnos nosotros y nuestros seres queridos? Creo que… que alguien siga afirmando que el Estado no es importante en la vida de las personas, yo diría definitorio, o es un necio o es un cínico. Que los hay de los dos. Creo que la gran discusión va a ser ésta, porque las desigualdades no nacen por un orden natural e ineluctable. Las desigualdades no son un producto de la naturaleza, son un producto de decisiones políticas o de falta de decisiones políticas. Ojo que no tomar decisiones políticas también lo es”.

2-“Y esto también nos plantea algo: ¿qué tipo de Estado necesitamos? ¿qué tipo de ingeniería, arquitectura institucional necesitamos como Estado para hacer frente a un mundo que no tiene absolutamente nada que ver con aquel en donde se construyeron los Estados que hoy gobiernan el mundo? Lo decíamos en aquella oportunidad, en 2017 en el Parlamente Europeo, todos nuestros estados están construidos sobre la famosa división tripartita ¿no? de Poder Ejecutivo, Poder Legislativo y Poder Judicial que viene de la Revolución francesa de 1789. Y de ahí data la organización institucional que tenemos. En aquel momento el Estado representado por los tres poderes era el poder, no nos olvidemos que el Ancien Regime, que caía con la revolución francesa, se organizaba en torno a la monarquía, la nobleza, el clero y el ejército. Cuando cae, cuando el pueblo, cuando la burguesía naciente llega a la Asamblea popular, era la totalidad del poder en ese momento. Hoy nuestros Parlamentos, nuestros ejecutivos, nuestro poder judicial, tantas veces cooptado por el mercado y los factores económicos, además ¿no? ¿Cuánto, cuánto representa del poder, tomado en un 100%? Hablamos de poder cuando alguien toma, adopta una decisión y esa decisión se puede aplicar y es respetada por el conjunto de la sociedad, eso es el poder. Que te pongan una banda y te den el bastón un poquito es pero no todo el poder, créanme, créanme, créanme, lo digo por experiencia… Ni te cuento si además no se hacen las cosas que hay que hacer… pero bueno, dejémoslo ahí”.

3-“Con respecto al derecho internacional, hace poquito, el 2 de abril para ser más exactos, se cumplieron 40 años en los que recordamos a nuestros veteranos y combatientes de Malvinas. Y vos decías que el mundo requiere que todos nos atengamos al Derecho Internacional y a las resoluciones de Naciones Unidas. ¡Gran idea! ¡Gran idea! Gran idea que no se aplica. Porque de los 5 países que conforman el Consejo de Seguridad, me refiero a los 5 países con silla permanente y derecho a veto, todos salvo China, todos, hablo de EE.UU, hablo del Reino Unido, hablo de Francia, hablo de Rusia, todos, en algún momento no han respetado las normas del Derecho Internacional, todos, todos, todos. Es más, hemos denunciado el doble standard en materia de derecho internacional de las potencias que se creen por encima del resto de los países, y no respetan el derecho internacional. De hecho, la ocupación por la fuerza de nuestras Islas Malvinas, encuentra al Reino Unido apoyado también por otras potencias, que cuando no les conviene apoyar una invasión, la rechazan, y cuando les conviene porque son sus aliados, está todo bien”.

En el primer párrafo Cristina considera al comunismo y al neoliberalismo como dos posiciones extremas. Según la filosofía comunista el Estado lo es todo y el individuo no es nada. El individuo sólo existe si pertenece al Estado. Toda la vida del individuo es propiedad de los burócratas estatales. La extraordinaria novela de Orwell “1984” ilustra a la perfección la filosofía totalitaria del comunismo. Entre 1989 y 1991 se produjo el derrumbe del comunismo. Se trató de un punto de inflexión histórica. La caída del Muro de Berlín y el posterior desmembramiento de la URSS inauguraron una nueva etapa histórica dominada por la única superpotencia que quedó en pie: Estados Unidos. Fue el triunfo del neoliberalismo sobre el comunismo. A partir de entonces se creyó que el individuo podía arreglar su vida en base a su esfuerzo y perseverancia. El individualismo extremo había reemplazado al colectivismo extremo. Creo que en su discurso Cristina apunta a la imperiosa necesidad de hallar un punto medio entre ambos extremos o, si se prefiere, ambos fundamentalismos. Apunta a una sociedad que no sofoque la libre iniciativa de los individuos pero que no los deje a la intemperie. El Estado debe existir precisamente para evitar los estragos que causan los mercados cuando operan con total y absoluta impunidad.

El segundo párrafo es el más delicado porque alude a Alberto Fernández. Afirma que un presidente puede carecer de poder para tomar las decisiones que cree son necesarias para mejorar el nivel de vida de la gente. Al leer este párrafo me vinieron a la memoria dos ejemplos de presidentes sin poder. Luego del derrocamiento de Frondizi en marzo de 1962 las fuerzas militares nombraron presidente a José María Guido, quien en ese momento ejercía la presidencia del Senado. Guido fue un típico presidente formal o, si se prefiere, un títere del verdadero detentador del poder, en este caso las fuerzas armadas. El otro ejemplo es el de María Estela Martínez de Perón, quien asumió como presidenta de la nación al fallecer su esposo y presidente, el General Perón. Isabel fue sólo una presidenta formal ya que el poder real estaba en manos de José López Rega. ¿Es Alberto Fernández un títere como lo fueron Guido e Isabel? Que los lectores saquen sus propias conclusiones…

En el tercer párrafo, la vicepresidente se refiere a la inexistencia de un genuino derecho internacional. Los países más importantes del mundo no tienen problema alguno, si las circunstancias lo exigen, en desconocer olímpicamente las normas que rigen el sistema político internacional. La historia lo ha demostrado hasta el hartazgo. En 2003 el presidente norteamericano George W. Bush ordenó la invasión a Irak que no hizo más que provocar un desastre humanitario. La ONU, bien gracias. Cuando Obama estuvo en la Casa Blanca un comando militar secuestró y ejecutó a Osama Bin Laden. La ONU, bien gracias. En febrero de este año el presidente ruso Vladimir Putin ordenó la invasión a Ucrania, emulando a su colega Bush (h). La ONU, bien gracias. Como bien señaló hace poco Nelson Castro, cuando las potencias militares entran en acción el derecho internacional es letra muerta.

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