Por Mario Cadenas Madariaga.-

El eje de la política argentina.

Todas las elecciones argentinas en el 2015 deben ser juzgadas en función de si refuerzan o debilitan la democracia republicana, por que lo que se juega es la continuidad o el fin del populismo que desde hace setenta años inspira, directa o indirectamente, nuestra evolución.

Esto es así tanto a nivel nacional como en las elecciones provinciales y las otras visiones, que destacan particularidades secundarias, son peligrosas distracciones, fruto de la incomprensión, deliberada o inconsciente, que existe respecto del proceso que vivimos.

Con este criterio las elecciones de ayer de la Capital Federal, como las anteriores del 5 de julio tienen el significado de un gran éxito. Lo refleja claramente la composición de la futura Legislatura, con 28 legisladores para el PRO y 14 para la coalición ECO que representa Martín Lousteau, una mayoría del 70% sobre 60 miembros, para las fuerzas que levantan el ideario de la republica democrática, complementada con un gobierno presidido por el PRO. No podía ser mejor el resultado y señala una evolución muy favorable sobre la elección anterior, en que la primera minoría fue para el kirchnerismo. Los proyectos de leyes ya no se deberán negociar con el FpV.

Una larga y penosa desviación de nuestra mejor tradición.

70 años en los que no sólo perdimos las instituciones, sino que erramos el camino del progreso, en el orden económico y social después de haber encabezado el desarrollo de los países más progresistas.

En el inmenso desconcierto que se inició con la crisis más importante del capitalismo, en los años treinta, en la que los argentinos conocimos la pobreza generalizada y de larga duración, se enfermó el cuerpo de la Nación, y con la mente afiebrada perdimos la brújula de la historia. Asi la Nación con las mejores expectativas en las predicciones de todos los entendidos fue rezagándose, pero ya víctima de una grave psicosis confundimos la decadencia con la ilusión del bienestar, la unidad nacional con el triunfo violento de los que lucharon a favor de una tiranía extraña y extranjera y el triunfo sangriento de las fuerzas del Estado fue vista en el delirio como un atropello de los derechos constitucionales que defendió duramente.

Así como existe una enfermedad que se llama “holandesa”, para indicar un breve desvío de la buena aplicación de la riqueza del petróleo, que tuvo Holanda, pero sólo unos instantes, para corregirse inmediatamente, en la patología de las políticas nacionales, se debe estudiar “la enfermedad argentina”, que afecta a todos los sentidos, para confundir la visión de la realidad, en un proceso auto destructivo, en que se acepta la mentira evidente, la corrupción manifiesta, la obsecuencia generalizada, el delito creciente, la destrucción de la república, la persecución de la justicia, todo junto como grandes virtudes y en forma generalizada, de la que forman parte personas cultas, algunas de las cuales son los únicos y grandes beneficiarios -posiblemente los únicos sanos, excluyendo hasta hoy la minoría opositora-, todo al precio de un mendrugo, cuando se podía tener todo lo que ofrece un país que ya figuró entre los mas ricos del mundo.

Las elecciones de Mendoza, Santa Fe, Córdoba, Corrientes y Ciudad de Buenos Aires, señalan que el país esta superando esa larga enfermedad. Pero debemos tener cuidado porque la cura no es repentina, sino a través de una evolución en que la visión se recupera gradualmente. Y existen muchos campos en que aún reina la oscuridad.

Algunas apostillas en los detalles de la campaña electoral capitalina.

Descendiendo al nivel inferior de los detalles menos importantes de esa campaña, el error principal del oficialismo, fue hacer de blanco único de la crítica, perdonando a Lousteau por ejemplo, el recuerdo de su pasado de grandes y graves errores, tanto como Presidente del Banco de la Provincia o como Ministro de Economía.

Como Presidente del BAPRO no corrigió la evidente subordinación de los intereses de la provincia a la Nación, al desviar los depósitos bancarios de sus ciudadanos y del Estado provincial, colocándolos en títulos nacionales, cuando debieron ser préstamos a favor de los bonaerenses. Este precedente significaba un grave riesgo para los depósitos del Banco Ciudad que había corregido correctamente el mismo defecto en su administración.

Como Ministro de Economía, haber proyectado la Resolución 125, merecería el aplazo en cualquiera de las facultades de Ciencias Económicas del mundo. Y frente a este pecado capital no tiene ningún merito conocido de la misma envergadura para compensar. Es decir tiene el título de economista, pero por ignorancia de sus principios o por la debilidad de su concepto de la responsabilidad para defenderlos, cede frente al precio de conquistar posiciones públicas.

Pero no me contradigo al felicitarme por el resultado electoral, porque su grupo ECO ha desplazado de la primera minoría al kirchnerismo de paladar negro.

Los pasos siguientes.

Macri respecto de las elecciones de la Capital Federal debe quedar con el recuerdo que su partido obtuvo en las primarias más de 20 puntos, sobre el segundo, diferencia que nadie obtuvo ni tiene en los grandes distritos. Es decir la Ciudad de Buenos Aires, no merece ninguna segunda reflexión, porque contribuirá en forma importante a su elección presidencial.

El problema está en la provincia de Buenos Aires, para asegurarse la elección presidencial en la primera o en la segunda vuelta. El país necesita que se le despeje el futuro y sobre esa expectativa va a adelantar el cambio y esto facilitará su tarea de gobierno.

Hay que repetir un acuerdo con Massa, al estilo europeo, en forma explícita, para formar el próximo gobierno, con una plataforma mínima y pública. Lo más importante es tener preparado el proyecto de cambio de manera de corregir los errores heredados, en un proceso de alto crecimiento. No hay que repetir las lecciones del pasado. Nosotros contribuimos a esta tarea con nuestra Propuesta de Gobierno para el 2015/2019.

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