Por Carlos Belgrano.-

Días atrás, un hombre de 75 años -Rodrigo Soloaga-, que, no dudo ni por un instante, dio todo por la Patria, fue el único en veinte años o más que se atrevió a reivindicar a sus Camaradas caídos en desgracia.

En su mayoría, estaqueados en las pudrideras carcelarias en los que las los tienen abigarrados y con una prestación médica de una jerarquía profesional inferior a la de una veterinaria.

Obvio es todo ello que los salvajes y asquerosos asesinos del ayer son los artífices de aquella multiplicidad de sevicias y tormentos que tiñeron de rojo con la sangre de inocentes, atentados terroristas y homicidios calificados que la juventud perdularia de estos tiempos, toma como una artificiosa y mentirosa leyenda.

Porque así fueron cooptados desde el jardín de infantes y, hasta la universidad.

Ello, en virtud a que sus mentores, a saber: Malamud, Zaffaroni, Eduardo Luis Duhalde, Verbitsky, Anguita y tantos otros homicidas ideológicos y materiales, instaron a millones de jóvenes imberbes que compraron sus ideologías disolventes y mentirosas, suficientemente regadas con miles de millones de dólares estatales, en aras de ser convictivas.

A ese objetivo se asieron ex erpianos y montoneros, para que, bajo el disfraz de ser los adalides de reivindicar la «barbarie militar», tomaron gracias a Nosiglia & Manzano, los resortes del poder absoluto desde 1984, hasta el hoy.

Cierto es que para 1987, un grupo de Tenientes Coroneles liderados por un ignoto como el ñato Rico, con un desenlace demasiado pírrico, pusieron en aprietos a un torta frita como Alfonsín, pero ese y otro posterior encabezado por Seineldin, sufrieron idéntica ruinosa suerte.

Resultado del cual, el último murió en la puñetera miseria y con la dignidad muy en alto, mientras que el primero de los sublevados, velozmente se incorporó al aparato, del que fue un devoto y enriquecido súbdito.

En resumidas cuentas: todo para nada.

Pero en estos casi cuarenta años que transcurrieron, envileciendo abusiva y carroñeramente a quienes se apoderaron de La Patria, se les ha concedido el privilegio de moldear las mentiras a sus antojos.

En las antípodas, ignoro quiénes son los actuales integrantes del Foro de Generales Retirados que le prestaron entusiasta aclamación a uno de sus integrantes cuando reivindicó recientemente a los ancianos prisioneros y rehenes del Sistema.

Pero con idéntica duda y desconfianza, me interrogo con igual entusiasmo, si alguno de sus integrantes hizo o incluso dio una cabal muestra de «Defensa de la Patria», frente a la «infecciosa rapiña» de la que el ciudadano común fue victimado durante estas precedentes cuatro décadas.

Y en lo que a este lastimero historial institucional respecta, ninguno de esa membresía en ese ominoso período, y cuando revistieron en actividad y, con un comando de unidades, por menguadas que estas estuviesen, hizo una puta mierda para mutilar la cadena de excesos y los millardos de corruptelas por parte de peronistas, radicales y macristas.

En un plano reduccionista, para no indigestar al estimado lector con una inagotable saga de cobardes abominaciones, nacidas al calor de «proteger sus haberes de retiro» y antes de ellos, la recepción sumisa de sobresueldos de aproximados diez mil dólares mensuales por fuera del escalafón.

Todos sin excepción y en el seno de Generales, Almirantes y Brigadieres por igual, los percibieron y perciben -los activos-, sin quejas ni espinas dorsales.

Me parece inaudito que ninguno de estos milicos de escritorio imitase a Paco Manrique, quien para expresarse libremente en su periódico Correo de la Tarde, para no comprometer a su propio hermano, que veía peligrar su ascenso a Contraalmirante, no dudó un segundo en solicitar su baja en la Armada, cuanto revestía con el rango de Capitán de Navío (RE).

Y, sinceramente, apuesto a cualquiera un millón de dólares contra un cappuccino que ninguno de estos generales de bandas de música haya renunciado a sus beneficios previsionales.

Por ello y más, soy de la opinión que presenciamos recientemente…

UN TRISTE RETRATO SOBRE LOS GENERALES QUEJOSOS.

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