Por Jacinto Chiclana.-

Desde el -para muchos argentinos- inexplicable ninguneo evidente con gestos claros de disgusto, del Papa Francisco al Presidente Mauricio Macri, llegando hasta el -para muchos también- provocador envío del rosario a la presunta delincuente detenida “por la justicia” Milagro Sala, mucha agua ha pasado bajo los puentes y muchos escribas y voceros oficiosos han pretendido explicar razones, interpretar intenciones, negar o minimizar demostraciones evidentes y toda una parafernalia de ensayos de opiniones ad hoc.

Los que suelen interpretar hasta los pensamientos más recónditos de Su Santidad y exhiben una cercanía casi íntima con la Santa Sede y los seres humanos que la habitan, nos han colmado de sesudas interpretaciones entre filosóficas y dogmáticas.

Tratan de explicarnos la cuadratura del círculo, intentando suavizar lo inexplicable de ciertos gestos, antagónicos por cierto, con su anterior proceder ante otros personajes y “personajas”, parafraseando a la permanente violadora de las reglas gramaticales, la ex mandataria, hoy recluida en cuarteles de invierno (por ahora, a Dios gracias).

Soslayando de cuajo las fotos con ambos sonrientes, en las varias oportunidades en que se reunió con ella y con el patotero maltratador de mujeres, que se cree una reencarnación aggiornada del macho cabrío del abasto mas canyengue, desmenuzaron los alcances del frío saludo protocolar de Francisco ante la asunción del nuevo Presidente, encontraron cientos de recovecos misteriosos para explicar un cierto dejo de frialdad e indiferencia por la nueva etapa que vive La Nación y trataron de convencernos que todas nuestras tribulaciones y molestias por algo que resulta a las claras evidente, eran solo lucubraciones sustentadas en cierto exitismo latente en la mentalidad de los argentinos.

Algunos consuetudinarios colaboradores de prestigiosos diarios, practicaron decenas de piruetas intelectuales y giros idiomáticos, llegando incluso a dudar de la seriedad de la preocupación de los fieles que inclinaron la balanza para el lado de la renovación y el cambio en las últimas elecciones presidenciales. Nos tildaron de ansiosos, tipos difíciles de conformar y amigos de ver fantasmas en donde no existen.

Pues señores, han perdido ustedes el tiempo.

Si alguna duda quedaba sobre que SS lo ignora y ningunea a Macri, lean los diarios, lean…!

Observen la gran cantidad de fotografías que adornan las primeras planas, retratando en múltiples fotografías el encuentro de nuestro Presidente con nuestro Papa y si encuentran una sonrisa, se habrán hecho acreedores a un viaje por sesenta y cinco días, all inclusive, por los Emiratos Árabes, con hoteles siete estrellas, paseo en el yate del Jeque más adinerado, aren incluido, y regreso en el crucero más lujoso del mundo.

Es probable que los interpretes de los gestos papales que ayer nos ilustraban sobre las razones dogmáticas del mentado rosario, los intríngulis de un supuesto protocolo de salutaciones que nunca antes había sido utilizado por SS, la frialdad manifiesta ante un Presidente ubicado en las antípodas de la señora del latrocinio nacional que duró más de una década, llena ella de sonrisas, cual enormes gomas Dos Banderas, borradores universales de los largos años de ninguneo del otrora Cardenal y gestora, junto con su difunto marido, de la mudanza anual para participar de tedeums en cualquier punto geográfico que no fuera la ciudad capital, para no verle la cara al ahora Papa, traten de explicarnos que estaba el aire acondicionado encendido y entonces, las caras frías como si se tratara de jugadores de poker, se explican por sí mismas.

Tratarán de convencernos que las amplias sonrisas que exhibía Don Francisco en cada oportunidad en que se encontraba con la señora de las carteras Louis Vuitton y su nutrida comitiva, se debía a que como era una “dama” hacia un esfuerzo por mostrarse dicharachero y complaciente.

También nos dirán, muy sueltos de cuerpo ellos, que nada tienen que ver las distendidas sonrisas mostradas por Francisco cuando los muchachos de La Cámpora les llevaban sus camisetas y chucherías de dudoso buen gusto.

Lo cierto es que, con fiebre reciente o no, la cara de ambos denota que más allá de lo protocolar, ambos estaban acartonados y rígidos y que ese encuentro, de solo 22 minutos, tuvo de afable y distendido, lo mismo que de forzado tenían las sonrisas brindadas a la dama que portaba encima el equivalente a un departamento de cuatro ambientes en Barrio Norte.

Por eso, no se gasten señores, algo hay entre Don Francisco y Don Mauricio que les resulta a los dos tan incómodo como un forúnculo casi maduro en la nalga derecha.

¿Sabremos algún día de que se trata?

Mientras tanto, los voceros de SS, nos seguirán entregando sus frases hechas, repitiendo que “el encuentro fue cordial”, “priman las buenas relaciones entre ambos estados”, “las relaciones bilaterales son excelentes”, etc., aunque la verdad de la milanesa es que entre ambos no existe siquiera el vínculo que se esperaría entre dos connacionales.

Y aquí se debe hacer un distingo: sobre todo en la mente de los que formamos parte de ese 51 % de lustrosos zapatos y demasiado civilizadas costumbres que lo votamos, el que parece brindarse y propiciar el encuentro es el Presidente sobre el que depositamos nuestra confianza y la esperanza de que logre sacarnos de este pozo de podredumbre en el que nos sumieron los Kirchner y sus acólitos, hoy candidatos a transitar los tribunales, en la mayoría de los casos por interpretar muy erróneamente los preceptos morales de una religión a la que se acercan cuando les conviene.

Todo lo contrario parece animar a Francisco, a quien parece que el forúnculo en sitio inconveniente, lo afecta más.

Quedarán en la cuenta del otario, las preguntas sobre el olvido cómodo y oportuno de las 17 audiencias nunca concedidas por la señora de las carteras y relojes de alta gama al Cardenal Bergoglio, los papers y carpetas lapidarias enviados al Vaticano ante la remotísima posibilidad de que fuera elegido Papa, los insultos obscenos de la “señora” de la boca pútrida, las descalificaciones formuladas en tono doctoral de la abuela cheta y los epítetos irreproducibles de los personeros del odio, hoy más amigos y compinches del Papa que el actual Presidente de la Nación.

En este mundo de simulaciones y contubernios, conspiraciones de alcoba y mentiras sonrientes, bastante tendremos con apoyar a ultranza a quien, si Dios quiere y aunque al Papa no le guste, nos sacará de este estado de calamidad que un populismo hipócrita y corrupto organizado en banda, nos sumiera, para nuestra desgracia y vergüenza.

Si a Su Santidad le agrada lo que elegimos, bienvenido sea.

Si así no fuera, que no nos interesen las razones ni los fundamentos. Roma queda lejos y los problemas que nos dejaron sus nuevos amigos, están muy cerca, casi los tenemos encima nuestro.

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