Por Hernán Andrés Kruse.-
La Libertad Avanza está que arde. Es tan grave su crisis interna que el oficialismo debería comenzar a llamarse “La Libertad Retrocede”. Francisco Paoltroni es senador nacional por la provincia de Formosa, el feudo de Gildo Insfrán. Este lunes (19/8) enfatizó su rechazo a la postulación de Ariel Lijo para el máximo tribunal de justicia y embistió contra el círculo áulico del presidente de la nación, es decir contra Karina Milei y Santiago Caputo. En sus redes sociales desafió al libertario: “Como señalaron los expertos, los aspirantes a la Corte Suprema deben cumplir con requisitos de honorabilidad, ejemplaridad, prestigio social e idoneidad. Lijo no cumple con esos estándares. Además, es importante garantizar el equilibrio de género en el máximo tribunal. El futuro de nuestro país está en juego”. Y en los estudios de La Nación+ le apuntó a Santiago Caputo: “Cinco meses se los trató de “ratas” a los senadores, ahora le están pidiendo a las “ratas” que voten al juez propuesto. Santiago Caputo está pidiendo a las “ratas” que voten al juez Lijo” (fuente: LaNoticia1, 20/8/024).
Qué duda cabe que quien aspira a ser miembro del máximo tribunal de garantías constitucionales debe reunir sólidos requisitos técnicos y morales. Nadie exige que sea un émulo de Lisandro de la Torre, quien no fue miembro de la Corte Suprema pero fue el legislador nacional más relevante de nuestra historia, pero sí que se le parezca un poco. La Corte Suprema no puede ser un botín político, como lo viene siendo desde hace demasiado tiempo. La Corte debe funcionar para lo que fue creada: para servir de garante a los derechos y libertades individuales.
Buceando en Google me encontré con un ensayo del destacado constitucionalista Jorge Reinaldo Vanossi titulado “La ética en el poder judicial” (Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Jurídicas-2003). Invito al lector a que se sumerja en él y que, a posteriori, saque sus propias conclusiones.
“Muchas Gracias. Reitero una vez más todo mi reconocimiento y gratitud a los amigos de Santa Fe, por esta generosa demostración de masoquismo, al invitarme a tan significativa reunión, que realmente contribuye “en grande” a la satisfacción de una demanda de interés público, como es la presentación de este Código de Ética Judicial. El tema de hoy no es nada fácil. Porque la ética judicial, que es a lo que específicamente me voy a referir, implica agregarle a la palabra ética una connotación que uno imagina, va de suyo, incluida en la condición judicial. La ética es una. Por supuesto hay manifestaciones concretas de aplicación de esa ética a distintas ramas del quehacer en la conducta, en la trayectoria, en la profesión de las personas: la ética del médico, la ética del abogado, y por qué no también, la ética del juez. Pero el querer comprimirlo, como muchas veces se ha pretendido, a un problema de preceptos o normas donde taxativamente se perfilaría el paradigma de la figura ética, en este caso del juez, es algo intelectual y materialmente difícil.
Porque el problema de la ética del funcionario público, en general, como la ética del juez, en particular, no pasa por el orden de las normas, sino que pasa por el orden de las conductas, de los comportamientos. Normas existen: tengo aquí presente la Ley 25,188 de 1999, sancionada en virtud de un mandato de la Constitución reformada, en 1994, que exige una ley de ética en el ejercicio de la función pública. Y podemos repasar todo su articulado, que no es demasiado extenso; pero son casi cincuenta artículos, donde están contempladas una cantidad considerable de previsiones, a efectos de tomar resguardos que puedan asegurar la ética. Sin embargo, la percepción que la sociedad tiene es otra muy distinta. Y no sólo se refiere a las dudas que la sociedad alimenta respecto de los jueces, sino respecto de muchas de las entidades que componen el poder público, y poderes particulares o privados, es decir, de gran importancia como factores de poder, pero que no son el poder público propiamente dicho.
Hace algunos meses una encuesta de 1,600 casos que realizó Graciela Römer y publicó el diario La Nación distinguía, con un puntaje de cero a cien, una serie de casos que podían fácilmente agruparse en tres sectores: uno, de alta consideración pública, que no llegaba a cien de todos modos; pero que estaba en los puestos más altos, dentro del relativismo que en este momento domina a una sociedad en la que —como decíamos recién— predomina el descreimiento. En ese grupo privilegiado estaba la Iglesia en primerísimo lugar, la educación —que del primer lugar había pasado al segundo— y los medios de comunicación. Luego venía un sector intermedio, de un grado de credibilidad que oscilaba en el 50%, y luego venía un sector de muy baja credibilidad, en algunos casos bajísima; y ese sector estaba compuesto por los dirigentes políticos, los dirigentes sindicales, los jueces, los legisladores y el Poder Ejecutivo.
Si uno repasa mentalmente lo que esto significa, no cuantitativamente sino cualitativamente, es muy preocupante para el vigor de las instituciones de un país que la sociedad, graficada en este caso con una encuesta —que podrá tener su margen de error, pero que por lo general son encuestas serias—, arroje un resultado que está por debajo de los niveles de sostenimiento del vigor mínimo necesario que tienen que tener las instituciones públicas, entre ellas los tres poderes del Estado, a efectos de que la sociedad funcione, las normas se respeten y exista —en definitiva— una confianza acerca de la calidad de vida institucional de un país. Porque así como hay una calidad de vida vinculada con el medio ambiente, una calidad de vida vinculada con el confort, hay también una calidad de vida institucional que hay que respetar y tomar en cuenta si no se quiere caer en situaciones de anomia.
Yo creo que estamos en situaciones de anomia, desde hace tiempo: no es un problema reciente. Y no sólo de anomia sino de anemia. Es decir, hay una serie de anemias que aquejan a la sociedad en su conjunto, individual y colectivamente y que se relacionan con el grado de falta de paradigmas en lo personal, de falta de parámetros en lo normativo, de falta de credibilidad en lo institucional; y entonces “todo vale” —como dirían los chicos con esa inocencia que los caracteriza, pero que los lleva a decir verdades muy sabias—. Todo vale, no se pueden distinguir muy bien los límites o las fronteras.
Por eso creo que uno de los actos fundamentales en la vida de los estadistas, es saber elegir a los jueces. Porque los jueces son los que en nuestro sistema institucional están dotados de la mayor cantidad y calidad de poder. Son los que deciden sobre la vida, el honor, la libertad, el patrimonio, las garantías y los derechos en general de todos los habitantes del país. Y máxime en un sistema como el nuestro, donde tienen el control de constitucionalidad, que todos los jueces poseen. Todos pueden declarar la inconstitucionalidad de una norma que consideren violatoria de la ley suprema de la nación y, donde además, la Corte Suprema se reserva —porque a sí misma así se ha calificado—, como intérprete final de la Constitución y como tribunal de garantías constitucionales.
Entonces, pavada de tarea es la de seleccionar a los jueces y darle al Poder Judicial la composición que reúna la doble idoneidad que se debe tener para la función pública: la idoneidad técnica y la idoneidad moral. La idoneidad técnica tiene una enorme importancia, pero de nada vale si falta la otra. Por eso creo que cuando cito el pensamiento de Couture referido a los ingleses —y que éstos reflejan en una sentencia muy sencilla: que el juez sea un caballero, que sea un señor, si sabe derecho mejor— tienen razón. Porque Couture comprobó que con apenas ciento y pico de jueces civiles en todo el reino de las islas tenían una justicia digna y eficiente, de la cual el pueblo estaba satisfecho y se sentía orgulloso.
Mientras que en Europa continental, la proporción era totalmente distinta: para un país de veinte millones, dos mil jueces; para un país de cuarenta millones, cuatro mil jueces; para un país de sesenta millones de habitantes, seis mil jueces; y el pueblo estaba insatisfecho del nivel que esa justicia tenía en cada uno de esos países. ¿Cómo seleccionaban los ingleses sus jueces? No era burocráticamente sino fundándose en los antecedentes éticos y en el prestigio profesional. De donde se deduce que el juez es fundamentalmente un hombre que llega a la función judicial con una gran experiencia de la vida, con gran sapiencia del derecho y de la profesión, que le permite entonces decir: con esto “mi currículum ya está cerrado, no necesito seguir juntando antecedentes porque ya estoy tocando el cielo con las manos”.
Entre nosotros fallan muchas cosas: Ralph Dahrendorf —como todos saben es un gran politólogo de origen alemán, pero que optó por la ciudadanía británica y es miembro de la Cámara de los Lores— ha dicho que para que un sistema funcione como verdadera democracia, se requieren dos requisitos: uno —que él menciona— vinculado con la vieja tradición inglesa, que no puede haber impuestos sin ley, que tiene que haber un sistema fiscal basado en la legalidad, en la claridad, en la certeza, en la perdurabilidad. Y segundo, que el juez esté totalmente emancipado de las aparcerías políticas y también de las gratitudes mal entendidas —agregaría yo—, es decir, que el cordón umbilical que pueda haber tenido hasta ese momento, con fracciones o facciones, quede roto, quede superado a partir del momento en que accede a la función judicial.
No ha sido así por lo general en todos los casos, aunque hay muy honrosísimas excepciones que hasta creo que constituyen numéricamente la mayoría. Lo que ocurre, es que cuando las excepciones son muy notorias y escandalosas, dan la impresión de que son realmente la mayoría. Hans Kelsen —probablemente el gran jurista del siglo XX que ideó, integró y presidió diez años la Corte Constitucional de Austria, donde nace verdaderamente un control a través de la jurisdicción especial— dijo en alguna oportunidad al incorporarse al tribunal que, si bien él tenía sus simpatías políticas, no quería de ninguna manera que se sospechara o se pensara que el ligamen subsistía. Porque así como él le negaba al Estado el poder de cercenar su pensamiento y su libertad de criterio para resolver los problemas, con mayor razón les negaba a los partidos políticos que pudieran “pasarle una cuenta” por eso, es decir, que pudieran exigirle algún tipo de adhesión o de desviación de sus veredictos en razón de haber contribuido al nombramiento en el cargo que pasaba a ocupar.
Y esa lección que dio Kelsen ha sido seguida en muchas partes en ejemplos que realmente honran. Quiero mencionar algunos ejemplos, aunque sea muy rápidamente, porque es posible (algunos creen que no es posible) que se tenga un deber de gratitud para siempre. Cuando Roosevelt presidía los Estados Unidos en una situación de enorme depresión —que nos recuerda algunas cosas que vivimos ahora de cerca— y la Corte Suprema no era muy afecta a convalidar las leyes que el Congreso sancionaba por iniciativa del presidente Roosevelt, éste pedía a Dios que se produjera alguna vacante, que pudiera en definitiva poderse consumar alguna renovación en la Corte. Y en la primera vacante que se produce, él propone el nombre de Black. Por supuesto, en Estados Unidos el acuerdo del Senado es una cosa muy seria, lo mismo ocurre con los embajadores: les toman examen, tienen que comparecer personalmente ante la comisión respectiva donde son sometidos a un largo interrogatorio que a veces dura varias sesiones, en las cuales se indaga sobre todos sus antecedentes, su pasado, su formación, su manera de pensar, etcétera.
Sale entonces la denuncia de que Black había pertenecido al Ku-Klux-Klan, lo que significaba, obviamente, una llamada de atención muy grave. Black reconoce que en su juventud había cometido ese pecado de haber pertenecido a una entidad racista; pero anunció, ante quienes tenían que dar su voluntad y su voto, que él iba a ser un juez de la Constitución y que eso no tenía nada que ver con lo que pudieran haber sido sus errores del pasado. Y cuando es nombrado, se convierte en el campeón de los derechos civiles en la Corte. Pasa a encabezar, a dirigir intelectualmente, el ala más firme en la defensa de la igualdad contra el racismo, contra la discriminación, por “la igual protección ante la ley” ; como reza el frontispicio del propio edificio de la Corte Suprema de Estados Unidos.
El otro caso es el de Frankfurter, amigo personal de Roosevelt, militante del partido demócrata. Salta la objeción: había tomado actitudes de izquierda en la Primera Guerra Mundial, que podían considerarse demasiado radicales respecto de lo que un país en guerra —como era Estados Unidos— podía tolerar en esas circunstancias de emergencia. Y Frankfurter, que reconoce los hechos, es designado. Dice lo mismo: voy a cumplir con la Constitución. Con el espíritu y la letra de la Constitución. Se transforma así en el líder del ala conservadora de la Corte Suprema. Su posición de self restraint, su posición de autolimitación de ciertas revisiones que la Corte practicaba en un híper activismo en ese momento, lo convierten a él en un paradigma de lo que han sido los grandes jueces de la Corte de Estados Unidos.
Un caso muy parecido es el de Warren, que había competido con Eisenhower en la interna del partido republicano para la candidatura presidencial en las primarias y en la convención. Es derrotado. Eisenhower lo nombra presidente de la Corte y Warren, que venía del partido republicano, en su larga presidencia de la Corte —conocida como “el periodo de Warren”— fue también un campeón de los derechos civiles, de la igualdad y de la libertad política. Es la época en la que la Corte modifica su vieja jurisprudencia de la no justiciabilidad, y protege ciertos derechos políticos que estaban avasallados en alguno de los estados sureños. En fin: hombres que consideraban que el acceso a la función judicial era realmente lo más sublime a lo que podía aspirar un espíritu jurídico.
Me he permitido traer estos ejemplos —y no me voy a extender mucho más para no incurrir en una injusticia con respecto a los demás colegas—, porque creo que así como el juez debe emanciparse de esas lealtades, la partidocracia tiene también que emanciparse de los prejuicios que anida respecto de ciertas ramas de la actividad pública de un país. Hay una tradición de mal entendimiento entre la partidocracia y la justicia por un lado; y entre la partidocracia y la investigación, la ciencia y la educación por el otro. A veces, me he preguntado por qué, y la única explicación que encuentro es que los resquemores de la partidocracia (y no estoy utilizando la palabra en el sentido peyorativo, sino en el sentido técnico preciso) respecto de la investigación y de la ciencia, son porque la investigación y la ciencia buscan la verdad. La verdad remplaza al error, y una verdad puede tirar abajo cientos de años de normas y de actos que se han celebrado anteriormente. Y eso, no le gusta por lo general al sector político dominante, cualquiera sea él.
Y con respecto a la justicia, porque la justicia da garantías, la justicia es el garante por antonomasia, es el poder que asegura las libertades, que delimita todo aquello que en el imaginario del político podría no tener límites. Pero está el juez. Y esto recuerda un poco la vieja anécdota —que no por vieja pierde validez, sino que la mantiene— del molinero de Postdan, que ante la pretensión de los asesores o consejeros del rey de Prusia, que lo querían forzar a vender su molino para poder ampliar el palacio de verano, en algún momento se siente extorsionado cuando le dicen: — Bueno, no tiene más remedio que arreglar. Y él contesta preguntando si todavía existían jueces en Berlín. Es decir, el hombre creía en la justicia, creía que por encima del rey (y eso que aquellos eran reyes de la época del despotismo ilustrado, a fines del siglo XVIII) el juez podía hacer frente y parar el abuso de los secuaces del monarca.
Todo esto obliga a que el juez tenga también una conducta ética muy especial, porque así como es el funcionario con mayor poder es, por lo tanto, el funcionario con mayor responsabilidad. No olvidemos la sabia regla del artículo 902 del Código Civil, de la cual se infiere, no sólo para el derecho civil sino incluso para todo el derecho en general, que a mayores jerarquías corresponden mayores responsabilidades. Y, por supuesto, la jerarquía del juez hace que se incentive su grado de responsabilidad, y la responsabilidad es algo más que el control. Es la etapa que después del control hace efectiva la sanción, hace concreta la medida en virtud de la cual se gratifica lo bien cumplido y deja de estar en la impunidad lo mal cumplido”.
21/08/2024 a las 2:47 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Tensión extrema en la cima del poder
Joaquín Morales Solá
21 de agosto de 2024
LA NACION
Tal vez toda la crisis en la cúpula misma de las instituciones la provocó (o la inició) el futbolista de la selección Enzo Fernández. Esta no es, desde ya, una crónica deportiva. Refiere, en cambio, a la extrema tensión que existe en la relación entre el Presidente y su vice, Victoria Villarruel. Funcionarios del Senado, donde tiene sus oficinas la vicepresidenta, y de la Casa de Gobierno, cuyo principal inquilino es Javier Milei, coinciden en señalar que el tuit de julio de Villarruel en defensa de Enzo Fernández, que había protagonizado cánticos racistas y homofóbicos contra la selección de Francia (el propio deportista reconoció luego el error y pidió disculpas), descerrajó acontecimientos que sacaron definitivamente a esa relación cimera de la normalidad.
El tuit de Villarruel en defensa de Fernández y con duras recriminaciones históricas a Francia no fue una buena idea –ni mucho menos–, pero lo que sucedió después fue la escenificación pública de una sobreactuada rabieta mileísta contra la vicepresidenta. Es cierto que el Presidente tenía programado un viaje a París para pocos días después y que proyectaba una reunión bilateral con el presidente francés, Emmanuel Macron. El tuit de Villarruel, en verdad, no coincidió con los intereses presidenciales. La misma noche del tuit de Villarruel, Karina Milei, la poderosa hermanísima, se presentó en la embajada de Francia para pedir disculpas en nombre del gobierno de su hermano por los dichos de Villarruel. El propio Javier Milei dijo que el tuit de la vicepresidenta “no fue feliz”, en un reportaje con Alejandro Fantino realizado dos días después, y contó que se crearon “problemas diplomáticos” por un “tema deportivo”.
Es probable que el gobierno de Francia se haya sentido ofendido por el tuit de Villarruel, pero Milei debe reconocer que él no se priva de crear problemas diplomáticos con otros países por su afición a incursionar en cuestiones políticas internas de naciones extranjeras. El caso más iridiscente fue el de Brasil, cuando viajó para asistir a un acto de Jair Bolsonaro, el enemigo número uno del presidente brasileño Lula da Silva. Hizo lo mismo con Donald Trump en los Estados Unidos mientras su gobierno le pedía a la administración de Joe Biden que le hiciera favores en el Fondo Monetario.
La crisis que comenzó entonces con el cántico de Enzo Fernández (la vicepresidenta se consideró desautorizada) concluyó en estos días con la exclusión de Villarruel del acto de entrega de sables a las nuevas conducción militares, una de las más importantes ceremonias castrenses del año. Villarruel siempre recuerda que ella es hija de un héroe de Malvinas y que, además, es nieta de militares. El día del acto estuvo esperando, con un equipo de prensa y de fotógrafos que la acompañarían, hasta casi las 18 horas a que le llegara la invitación. A esa hora se resignó: no habría invitación. Y no la hubo.
El desplazamiento de la vicepresidenta de cualquier influencia en temas de seguridad y defensa comenzó en los días inaugurales del gobierno de Milei. Fue cuando el Presidente decidió que la ministra de Seguridad sería Patricia Bullrich y que el titular de Defensa sería Luis Petri; el equipo en la sombra que venía armando Villarruel debió quedarse en casa. Tales hechos podrían figurar en artículos deportivos o ser parte de la chismografía de programas del espectáculo si no fuera porque afectan gravemente la gobernabilidad del país.
Este martes, Villarruel se pronunció claramente contra la candidatura del juez federal Ariel Lijo para ser miembro de la Corte Suprema de Justicia. Lo hizo durante un almuerzo en el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires; dijo que Lijo “no cuenta con los pergaminos suficientes” para ser juez de la Corte. Imposible pedirle más acierto en la descripción. Pero, ¿por qué no existió antes la oportunidad para que la vicepresidenta le contara su opinión al Presidente? ¿Por qué Milei se cierra ante cualquier influencia de Villarruel? Se sabía que Villarruel no estaba de acuerdo con Lijo, porque este ocuparía una vacante que dejó una mujer y porque como juez federal resolvió que el asesinato del sindicalista José Ignacio Rucci, perpetrado por los Montoneros en los años 70, no era un crimen de lesa humanidad. Pero nunca había sido tan clara y enfática, como lo fue este martes, en su oposición a la postulación de Lijo. ¿Respuesta a la exclusión del acto militar? Quizás.
Mal día para el juez con ambiciones a ascender a la cresta misma del Poder Judicial. Ayer también, el presidente del bloque de senadores peronistas, el cristinista José Mayans, adelantó que su bloque considera que la designación de un juez de la Corte debe surgir de un acuerdo político y que con ellos no habló nadie del Gobierno. El bloque peronista no votará, por lo tanto, el despacho de la comisión de Acuerdos del Senado que tratará este miércoles el pliego de Lijo. Es posible, por lo tanto, que no haya un despacho a favor de Lijo. Sin ese bloque, los dos tercios de los votos senatoriales que necesita Lijo para su acuerdo se convierten en una misión imposible.
Mayans contó algo que venía formando parte de la rumorología del Senado: la candidatura de Lijo está siendo autogestionada. El actual juez federal se reunió con varios senadores para pedirle su voto a favor, pero ningún senador recuerda nunca que alguien importante del Poder Ejecutivo (Guillermo Francos o Mariano Cúneo Libarona, por ejemplo) hayan hablado con el Senado para negociar el acuerdo de Lijo. Solo hizo algunos escarceos el viceministro de Justicia, Sebastián Amerio, con escasas insignias para los senadores. Estos trámites son siempre parte de una negociación con intercambios de favores entre el gobierno nacional y los gobernadores. Según algunos senadores, la propuesta del juez de la Corte Suprema Ricardo Lorenzetti para que Lijo fuera miembro del máximo tribunal fue una oferta “llave en mano”. Esto es: si Milei aceptaba la idea de Lorenzetti sería este y Lijo quienes asegurarían los votos del Senado. La suposición surge de la constatación de que nadie del Ejecutivo se ocupó de Lijo en el Senado. Mayans confirmó ayer esa versión. Villarruel, crítica de Lijo, se preocupó menos todavía de esa candidatura.
Martín Lousteau es desde ayer presidente de la comisión bicameral de seguimiento de los servicios de inteligencia. Mala noticia para el Gobierno. Esa comisión puede ser un lugar aburrido e inofensivo, como lo fue en los últimos 40 años de democracia, o puede ser un bloque fastidioso, entrometido e inoportuno. Lousteau, que accedió al cargo con el apoyo del kirchnerismo, será seguramente un presidente que volcará la comisión hacia la segunda alternativa más que a continuar con el sopor de las últimas décadas. El acceso de Lousteau es consecuencia de una gestión enrevesada y contradictoria entre el Gobierno y Villarruel. Como lo hace siempre, la vicepresidenta se recostó en el bloque de Pro (“¿Con quién si no voy a trabar alianzas?”, suele preguntarse) y seleccionó al senador misionero de Pro Martín Goerling como futuro presidente de esa comisión. Goerling contaba también con el apoyo de Patricia Bullrich. Pero el Gobierno metió la cola apoyando al senador peronista entrerriano Edgardo Kueider, un legislador que votó la Ley Bases del Milei, pero que ni siquiera tiene un gobernador cercano a él. El nuevo gobernador de Entre Ríos es Rogelio Frigerio, de Pro. La división entre los candidatos de Milei y de Villarruel promovió la designación de Lousteau, el radical más crítico de Milei y el que más veces votó en contra de los proyectos del Presidente. Las malas noticias suelen venir juntas: Lousteau será secundado por Leopoldo Moreau como vicepresidente y por Oscar Parrilli como secretario. Afuera el mielísmo y Pro. Más cristinismo es imposible.
Suele ser habitual en el paranoico universo de la política escuchar que la culpa es del poderoso asesor presidencial Santiago Caputo, quien integra la mesa chica del poder con Karina Milei y el propio Presidente. Sin embargo, los entornos presidenciales son la elección de los presidentes y no de sus asesores. Estos suelen tener las características políticas y personales que le gustan a los presidentes. Bueno o malo, Santiago Caputo –como la propia Karina Milei– toca la melodía política que le gusta escuchar al jefe del Estado. Para el caso actual, fue Milei el que prefirió que fuera Kueider en lugar de Goerling; Caputo fue, en todo caso, un instrumentador del deseo presidencial, ciertamente impolítico. Esa política terminó por entregarle una comisión bicameral clave (integrada por senadores y diputados) a la más frontal oposición del radicalismo y el peronismo.
El último episodio de la discordia entre el Presidente y su vice fue el aumento de salarios de los senadores, que pasarían a cobrar un haber bruto de 9 millones de pesos (el sueldo neto es mucho menos), aunque es probable que ese aumento quede en nada. La semana pasada, Villarruel les hizo decir a los senadores que aprovecharan la reunión del cuerpo del jueves último para desengancharse de los aumentos a los empleados del Senado, porque ella estaba por dar uno al personal cumpliendo con lo acordado en la última paritaria. Los senadores miraron para otro lado. Sucedió el aumento a los empleados y la consiguiente suba para los salarios de los senadores. El escándalo estalló. Lo promovió el propio Presidente sin aclarar que ese aumento no comprendía el salario de la vicepresidenta, que no cobra como miembro del Poder Legislativo, sino como integrante del Poder Ejecutivo. El sueldo de Villarruel, quien llegó a denunciar públicamente que es perseguida por los trolls oficialistas en las redes sociales, ronda los tres millones de pesos, muy por debajo de los senadores.
Milei apuró su tremendismo y calificó el aumento de los senadores como una “traición al pueblo argentino”; de paso, dejó que se instalara la idea de que la despilfarradora era Villarruel, cuando ella había intentado impedir la suba y el escándalo. El Presidente aprovechó para dar rienda suelta a nueva ronda de improperios contra los senadores. “Regalados son caros”, les asestó. Los mismos senadores a los que después les piden que apoyen al Gobierno. Pero es cierto, de todos modos, que es la política (senadores incluidos) la que debe dar una señal de austeridad en el océano de inopia económica que aqueja a una inmensa mayoría social.
21/08/2024 a las 2:50 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La caída libre de Sandra Pettovello
Irina Hauser
Página/12
21/8/024
La denuncia del Ministerio de Capital Humano sobre la supuesta mala calidad y/o falta de controles sanitarios respecto 12 mil toneladas de yerba adquiridas por el gobierno anterior, se volvió un boomerang para Sandra Pettovello: mientras ella reclamaba saber si estaba en buen estado para ser consumida, en una inspección realizada el viernes último por orden del juez federal Ariel Lijo en el galpón de Villa Martelli habrían encontrado excremento de gato en la mercadería y olor a orín rodeando los productos allí acopiados. No es la única noticia adversa para la ministra favorita de Javier Milei. El juez en lo contencioso administrativo Walter Lara Correa la intimó para que explique en plazos de cinco a diez días –según distintos puntos– cómo está garantizando el derecho a la alimentación de quienes acuden a comedores y merenderos comunitarios, algo que le exigió en una cautelar que dictó el 12 de julio último. La cartera asegura que cumple y que hay programas alimentarios vigentes, pero más de 160 comedores comunitarios y un grupo de organizaciones sociales que forman parte del amparo colectivo aseguran que siguen sin recibir ni comida ni fondos desde diciembre.
La yerba ¿mala?
Cuando se armó el revuelo por el hallazgo de las más de 5.000 toneladas de comida en los galpones de Villa Martelli y Tafí Viejo en Tucumán (del Ministerio de Capital Humano), en momentos en que los comedores y las organizaciones reclamaban la distribución de alimentos para las personas en situación de vulnerabilidad social, Pettovello hizo su contraataque con denuncias y auditorías varias para tratar de involucrar a las gestiones anteriores en Desarrollo Social. Una de ellas fue la presentación judicial sobre la yerba, entre las que señalaban las marcas “El Buen Ojo” y “Sierra del Imán”. Decía que no cumplía con los parámetros establecidos por las normas de calidad IRAM y pedía que se investigue si contenían «contaminantes peligrosos para el consumo humano». El team que lleva adelante la ofensiva legal del Capital Humano –Leila Gianni y Ariel Romano–, con más de un tropiezo por cierto, planteaba que no se habían hecho tampoco los controles del Instituto de la Yerba Mate, y que este denunciaba casos de «mala calidad».
Lijo y el fiscal Pollicita pidieron medidas, algunas incluso requeridas por Pettovello. Auditorías realizadas, organismos que participan del control, inscripción en el registro correspondiente, reporte de la División de Calidad de Alimentos, Agua y Laboratorio de la Dirección de Saneamiento Ambiental de Posadas (Misiones) fiscalización del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) y peritaje del Instituto Nacional de Alimentos (INAL). Hay informes que dicen que la yerba está en buen estado y se puede consumir. Los recibió en otra causa el juez Sebastián Casanello. El juzgado de Lijo terminó ordenando la inspección el viernes y, según reveló el periodista Mauro Federico en C5N, la policía que habría ido con personal del INAL, se encontró con excremento de gato, paquetes deteriorados y un olor nauseabundo a orín en el lugar. Eso habría sido volcado en la primera página de un acta. Lo que llamativo es que habría habido una nueva inspección este lunes, con el terreno ya limpio.
Es obvio que el estado de cosas hallado no solo no deja bien parada a Pettovello sino que pone en evidencia la importancia que le da al reparto de alimentos previsto para la población en situación de vulnerabilidad, lo que incluye a miles de niños, niñas y adolescentes. En su momento, la abogada Gianni se burlaba de la cantidad de yerba mate hallada, subestimando que es altamente consumida en barrios populares y más todavía cuando hay hambre. En los últimos días se conoció que el relevamiento más reciente de Unicef muestra que más de un millón de chicos y chicas se van a dormir sin cenar, un millón y medio seguro saltean alguna comida.
Más asuntos sin explicación
Cuando el juez Lara Correa dictó la medida cautelar para que los comedores y merenderos puedan dar de comer a quienes históricamente lo necesitan, y que son cada vez más, explicó que Capital Humano había asegurado que tenía planes alimentarios en vigentes. Por ende, el magistrado le señaló que lo que debía hacer era cumplir con ellos. La nueva resolución, a la que accedió Página/12, deja a la vista a qué son sometidas las organizaciones, los comedores que de ellas dependen, las personas que cocinan y atienden (en su mayoría mujeres) y quienes van allí en busca de alimento. Describe diferentes situaciones como para reclamar a Pettovello información:
* La Asociación Civil Amanecer de los Cartoneros (con 159 comedores), dice, tenía un convenio como parte del Programa Argentina Contra el Hambre, para abastecer a sus comedores y merenderos. Después de cortarles la entrega de comida, Capital Humano les hizo observaciones sobre la rendición de fondos correspondiente a septiembre del año pasado recién el 16 de mayo último. Fueron subsanadas el 24 de mayo, pero tres meses después sigue pendiente de aprobación. Pettovello debe informar sobre el estado de ese trámite y el de inscripción de los comedores en cuestión en el registro correspondiente. Para todos los casos tiene que decir, además, qué programas están en ejecución o cómo hace el ministerio de Pettovello para «satisfacer el derecho tutelado cautelarmente (a la alimentación) de las personas en situación de vulnerabilidad».
* Un grupo de 14 asociaciones civiles y cooperativas (Mujeres Evita, 8 de Junio, Centro de Estudios y Trabajo para la Igualdad Social, Amanecer de los Cartoneros, Cooperativas de Trabajo Evita Limitada, Pachamama, Emprender Desde el Barrio por la Familia y el Trabajo, Abriendo Caminos de Esperanza, son algunas de ellas) que tenía convenios con el Programa Naciones Unidas Para el Desarrollo (PNUD) – Abordaje Comunitario, denunciaron que se les cortó ese canal. El gobierno dice lo contrario, por ende el magistrado el dio 10 días para que pruebe que ese programa está al día y funciona.
El PNUD es un organismo internacional que coopera con la Argentina desde hace casi veinte años. Como respuesta a la crisis de 2001 comenzó, tiempo después, a acompañar con la gestión de fondos para «organizaciones comunitarias que brindan prestaciones alimentarias en forma eficaz» con el objetivo de garantizar «el acceso a los alimentos de calidad» a grupos vulnerables. Así lo explicaron a Página/12 cuando se supo que el gobierno actual había implementado una nueva modalidad y convocó al organismo como una suerte de socio para licitar la compra de alimentos para los comedores. Para eso incluso Capital Humano desembolsó 14.000 millones de pesos, como reveló este diario, y la licitación (de fideos, arroz y leche en polvo) quedó a mitad de camino. Por este asunto, tanto debido al mecanismo como al hecho de que la ministra no puede por sí sola autorizar un desembolso superior a 2.700 millones, esta semana el abogado Leonardo Martínez Herrero presentó una denuncia penal.
* Como le reclamó el cura en opción por los pobres Francisco «Paco» Olveira a Pettovello en una carta publicada en este diario, le consta como presidente de la Fundación Isla Maciel que desde la llegada de Milei al gobierno dejaron de recibir los fondos depositados en una tarjeta de débito del Plan Alimentar Comunidad, un dinero mensual para comprar en comercios de cercanía y hacer luego la rendición la comida para dos comedores. Por ejemplo, el comedor “Mártires Populares” repartía 4064 raciones semanales entre almuerzos y cenas, y 1304 desayunos y meriendas. Las personas que asistían eran de 653, de las cuales 390 son niños y niñas. El último depósito recibido fue el 27 de diciembre. El comedor fue cerrado, aunque trataron de sostener desayunos y meriendas condonaciones. Para otro comedor de Merlo, conocido como Monseñor Angelelli, tenían otra tarjeta, que recibió montos atrasados este año que correspondían al gobierno anterior. Hoy por hoy cocinan en días salteados para las familias que están más apremiadas con lo que logran comprar con ayudas y eventos a beneficio.
En los últimos meses el gobierno los metió en un laberinto burocrático: el 20 de marzo les pidieron documentación para tramitar nuevos convenios para ambos comedores, el 8 de abril, les reclamaron de copias de DNI de dos referentes y titulares de las tarjetas precargables de Banco Nación, el 15 de abril les pidieron lo ya enviado. En mayo les avisaron que estaba lista la tarjeta para el comedor Angelelli, pero no tenía fondos porque eso estaba porque «los recursos están sujetos a la decisión del ministerio». El gobierno dice que está tramitando el pago de 21.000 millones para 21 comedores y merenderos. Por eso Lara Correa le dice a Pettovello que en cinco días le debe informar si se están ejecutando esos fondos y si le tocan a los dos comedores en cuestión.
* La resolución pide a Capital Humano actualizar la información sobre los alimentos que hay en los depósitos, qué se distribuyó y a quiénes llegó. El juez también quiere saber qué mercadería se compró, con qué partidas y finalidad. La yerba, ahora se sabe, estaba en buen estado pero ahora no se descarta que esté cubierta desechos de animales, al menos de gatos.
21/08/2024 a las 2:55 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Ahora el kirchnerismo cree en la Justicia
Pablo Mendelevich
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
21/8/8/024
¿Los kirchneristas se volvieron republicanos? ¿Cuándo fue? ¿Cómo pasó? ¿Y el “lawfare”? ¿No era que en la Argentina no hay estado de derecho, que la Justicia está controlada por los poderes concentrados, la endógena familia judicial y los hediondos medios hegemónicos? ¿Cuántas clases magistrales dio ya Cristina Kirchner con este diagnóstico, cuántos títulos honoris causa recolectó en universidades amigas luego de explicar que la división de poderes en la Argentina es una falacia y que “no hay un estado democrático constitucional”? A ella, por ejemplo, la condenaron para proscribirla. Lo repitió hasta el año pasado. ¿Quién podría entonces confiar en los jueces y fiscales que tenemos?
Al pronunciarse sobre Alberto Fernández la conductora hizo una pirueta dialéctica. Dijo que había sido un mal presidente, despotricó como corresponde contra la violencia de género y después habló de ella, nada nuevo. Sobre qué hacer con Fernández, ni una palabra. No quiere que nadie le recuerde que ella lo inventó. Sin embargo, están apareciendo voces kirchneristas que dicen que Fernández es cuestión de la Justicia. ¿Un atajo para escapar de una incomodidad irremontable? No hablan de la corrupción, la causa de los seguros, sino del otro asunto, el de la primera dama golpeada. La causa de los seguros prácticamente no aparece en declaraciones públicas de los dirigentes kirchneristas. Ellos sobre corrupción en gobiernos kirchneristas no opinan. Cuestión de principios. Es un tema tan feo el de la corrupción que prefieren ni mencionarla. En cambio “las fotos de la señora Fabiola Yáñez” que “no sólo muestran la golpiza recibida sino que delatan los aspectos más sórdidos de la condición humana” (tuit de Cristina Kirchner de hace doce días) son otra cosa. Nada que ver con un vulgar tráfico de influencias, con aprovechar a la secretaria del presidente para hacer negocios por algunos miles de millones con el Estado, con conseguir contratos gracias a esas puertas oficiales que desde la Casa Rosada se abren fácil, vicios, en fin, que nadie llamaría sórdidos, mucho menos sorprendentes, tampoco tan descontextualizados.
Cierta leyenda urbana asegura que los grandes escándalos que cada tanto estallan en nuestro país son producidos, motorizados, patrocinados, aunque más no sea aprovechados por el gobierno de turno con el fin de tapar los verdaderos problemas de la gente ante la incapacidad oficial para resolverlos. Los analistas de opinión pública suelen advertir que fuera de temporada electoral las llamadas cortinas de humo -supuesta imposición en la agenda pública de un tema distractor-, en caso de verificarse su existencia, sólo garantizan magros rendimientos porque la realidad, cualquiera fuere, tarde o temprano se impone en el ánimo colectivo.
Pero con la explosiva causa de los seguros sucedió algo nuevo. Una especie de redundancia. Al escándalo causado por esa investigación judicial lo tapó otro, el Fabiolagate, con el mismo imputado, el mismo juez, el mismo celular y los mismos chats, pero de un rubro a ese nivel inexplorado.
No es que la causa seguros haya desaparecido por completo de la agenda sino que su promisorio estrellato se encogió de manera abrupta cuando aparecieron las fotos de Fabiola Yáñez golpeada. Lo cual seguramente agravó el insomnio de Alberto Fernández pero le mejoró el sueño a su espasmódico grupo de pertenencia, el kirchnerismo. Como ya se recordó, al kirchnerismo le dan alergia, le resultan incómodas, más que nada traumáticas las insinuaciones judiciales de que un presidente propio pueda ser capaz de enriquecerse en el cargo.
“Estamos muy shockeados, es una denuncia gravísima”, dijo Axel Kicillof. Si en vez de ser el gobernador de la provincia de Buenos Aires hubiera sido, en una situación análoga, el gobernador de Nevada, en Estados Unidos, o el de Baviera, en Alemania, esta reacción probablemente habría sido estrenada con el primer escándalo, el de los seguros, la secretaria presidencial y el privilegiado esposo asegurador amigo del presidente. Pero Kicillof hablaba del segundo escándalo. Ese lo shockeó, el otro no dio en público ni para arquear las cejas.
Lo más importante es que su opinión se completó con esta proposición circular: “estamos esperando que se resuelva rápidamente, que actúe rápidamente la Justicia y lo resuelva”. Casi a la misma hora Cristina Kirchner poco menos que le atribuía a la misma Justicia el intento de asesinato que sufrió en 2022.
¿Cómo se explica que mientras ella declaraba en tribunales que por culpa de la Justicia casi la asesinan, el gobernador, que es su principal subordinado político, afirmaba que es la Justicia la que debe “resolver” la acusación que pesa sobre Alberto Fernández por violencia de género? ¿En qué quedamos? ¿La Justicia es asesina o infalible proveedora de soluciones institucionales? ¿Varía su servicio según se trate de uno u otro miembro de la fórmula que gobernó el país entre 2019 y 2023?
Cristina Kirchner estaba compareciendo por primera vez en Comodoro Py como testigo. Lo que dijo exactamente fue que en su alegato acusatorio el fiscal Diego Luciani, en la causa Vialidad, “contribuyó a la violencia política” que desaguó en Fernando Sabag Montiel, Brenda Uliarte y compañía. No explicó por qué los demás acusados por el fiscal en la misma causa (Lázaro Báez, Julio de Vido, José López y varios más) no sufrieron atentados. Tampoco achacó a los tres jueces del tribunal complicidad con la promoción de violencia política, pese a que fueron ellos los que la sentenciaron a seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos. Si se considera que el fiscal Luciani había pedido doce años, a los jueces les hubiera podido cotizar una responsabilidad del cincuenta por ciento en la preparación del clima que llevó al atentado. Pero el link entre condena y atentado que hizo Cristina Kirchner fue por el lado de la televisación de la exposición del fiscal.
Aunque varias veces ella consiguió ser televisada en sus comparecencias judiciales (y en otras ocasiones armó actos televisados a la salida de los tribunales), su argumento es que un fiscal que la acusa por cometer delitos en un juicio que sale por televisión incita al magnicidio. Problema para el cual podría haber dos soluciones: que sólo sean televisados los actos que ella autoriza o que para prevenir atentados en adelante las causas por corrupción sean abolidas.
Setenta años después del asalto al cuartel Moncada, Cristina Kirchner emuló en el juicio de la causa Vialidad el alegato de Fidel Castro contra la justicia de la dictadura de Batista, aunque le retocó el tiempo verbal: “la historia -dijo- ya me absolvió”. Eso llevó a Luciani en 2022 a cerrar su exposición refutándola con oportuna sencillez: en el derecho penal, afirmó el fiscal, son los jueces los que absuelven o no.
Es verdad que cualquier comisión de delitos o sospecha de haber sido cometidos por parte de altos funcionarios públicos no tiene una dimensión sino dos. No se trata de precipitar a gusto el juicio de la historia que, como su nombre lo sugiere, se esculpe apilando décadas. Además del derecho penal está la responsabilidad política. Todo hecho negativo de enorme resonancia pública protagonizado por presidentes involucra una responsabilidad política de dirigentes, colaboradores, partidarios, laderos y por supuesto mentores, se trate de corrupción administrativa, de algo tan inusual como un presidente golpeador o de la insólita producción extra de los celulares puestos bajo la lupa de comportamientos inapropiados en despachos presidenciales, género fundado con ese adjetivo por Bill Clinton, quien por lo menos no se filmaba.
“No soy juez ni soy quién para tomar esta sentencia; quiero una sentencia de la Justicia”, dijo también Victoria Tolosa Paz el lunes, locadora ad honorem junto con su marido de Fernández en Puerto Madero.
Mientras no haya pruebas en contrario se le podría creer a la exministra Tolosa Paz: ni ella ni su marido sabían nada de cómo trataba su amigo Fernández a su mujer Fabiola ni de qué otros usos le daba el presidente al despacho presidencial para alivianar la fatiga de gobernar junto a Cristina Kirchner y Sergio Massa. Pero en sus declaraciones Tolosa Paz no deja la impresión de ser una persona férreamente apegada a las verdades estrictas. A Fernández lo menciona como “quien nuestro Partido Justicialista le delegó la enorme responsabilidad de llevar adelante los destinos de la Argentina”. ¿El Partido Justicialista? Tal vez se perdió una parte de la película o no la entendió.
Desde que Perón dijo, en junio de 1973, “al amigo todo, al enemigo ni justicia”, el peronismo osciló, sin sonrojarse, con valoraciones móviles respecto de los jueces y fiscales por un lado y las responsabilidades políticas de los políticos que delinquen por el otro.
Viene a cuento lo que dijo en 1986 Vicente Leónides Saadi, en esa época uno de los dos líderes peronistas más importantes, cuando José López Rega fue extraditado desde Estados Unidos, esposado: “Si el señor López Rega no ha cometido ninguna falta (sic), no necesita del apoyo justicialista, y si el exministro ha cometido alguna falta y ha caído bajo el imperio de la ley, entonces le corresponde la aplicación de ésta, pero si es una causa política, sin ninguna duda será apoyado por el Movimiento Justicialista”.
Acusado en la causa de la Triple A, López Rega murió antes de ser sentenciado. El fiscal había pedido cadena perpetua. Curiosidades de la historia, ¿quién era el fiscal? Aníbal Ibarra, luego jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, hermano de Vilma Ibarra, secretaria legal y técnica y mujer anterior de Alberto Fernández.
21/08/2024 a las 2:58 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Arrieta no se hunde sola y arrastra hasta a Menem
María Cafferata
Página/12
21/8/024
Lourdes Arrieta, la diputada libertaria del patito amarillo en la cabeza que participó de la visita a los genocidas presos en el penal de Ezeiza, decidió que, si ella va a hundirse, arrastrará consigo a toda la conducción de La Libertad Avanza. En el marco de la reunión de comisión de Peticiones, Poderes y Reglamento –el espacio que se había consensuado con la oposición para comenzar a investigar la excursión de seis diputadas oficialistas al pabellón de represores–, Arrieta responsabilizó públicamente a Martín Menem de la visita. «Tanto Beltran Benedit como el presidente de la Cámara Martín Menem deberán dar explicaciones. Nosotros no nos mandamos solos, no me voy a subir a una combi sin algún tipo de aval político», afirmó la diputada, que viene sosteniendo un plan redentor que tiene a todo su bloque furioso pidiendo castigo. Pero castigo no para quienes fueron a ver a Alfredo Astiz, sino contra quienes hablaron y habilitaron, así, a que el tema siga en agenda. El peronismo, mientras tanto, aprovecha: el objetivo es sostener el debate en el Congreso, a la espera de un timing político que les permita ir «hasta las últimas consecuencias».
Los diputados libertarios se agarraban la cara y se miraban entre sí con incredulidad: Lourdes Arrieta acababa de ofrecer en bandeja al principal jefe político del oficialismo, Martín Menem, a cuento de nada. Silvia Lospennato había dado inicio a la Comisión de Peticiones, Poderes y Reglamento de la Cámara de Diputados hace solo unos minutos y el objetivo –acordado con UxP en la reunión de labor de la última sesión fallida– era comenzar a dar tratamiento a los numerosos proyectos que exigían investigar el trasfondo de la excursión a Ezeiza en julio. No había ni un cronograma trazado –ni mucho menos una voluntad mayoritaria para pedir la expulsión de los diputados– pero Arrieta, en pos de justificar un proyecto en que pedía que los investigasen, acababa de declarar que si había que pedirle explicaciones a alguien era a Menem.
«Nunca se nos informó de la identidad de personas detenidas ni tampoco cuáles eran las condenas. Nosotras creímos en la institucionalidad de la Cámara de Diputados porque se brindaron las herramientas para que sea una comitiva en carácter de legisladores nacionales para conocer condiciones instalación del penal», declaró Arrieta, que señalaba a Rocío Bonacci, sentada a su lado, cada vez que hablaba de «nosotras». Bonacci era otra de las «arrepentidas» de la visita al penal de Ezeiza. «Se me invitó, cumplí con mi deber, quiero pedir perdón a aquellos que se han sentido molestos con este accionar. La verdad es que no sabía», insistió la diputada mendocina que, sin embargo, se había jactado de haber ido a Ezeiza a «saber la verdad de primera mano» en un chat interno del bloque, tal como contó Página/12.
En LLA estaban furiosos. «Hay que echarlas a la mierda, que se vayan con UxP. No pueden seguir acá», mascullaba, rabioso, uno de los diputados que había participado de la comisión. En el bloque son varios los que vienen pidiendo la cabeza de Arrieta y Bonacci –especialmente la de Arrieta, que presentó una denuncia penal contra sus compañeros de bloque–, pero hasta ahora Menem se ha rehusado. La conducción del oficialismo teme perder la segunda minoría a manos del PRO si ambas abandonan el bloque. «La llamamos a Patricia y le decimos que sus seis diputados rompan con el PRO y listo», insisten en las filas más rebeldes, pero no hay caso: Menem no quiere saber nada con una sangría que lo deje en una posición de mayor debilidad frente a sus aliados.
La visita a los represores y el plan de impunidad
La reunión, más allá de las declaraciones de Arrieta, sirvió como puntapié institucional para dar comienzo a la investigación. Una investigación que, sin embargo, no termina en el tour fotográfico con Astiz, sino que se extiende hasta febrero, cuando se creó un chat con el cura Javier Olivera Ravasi –hijo de genocida Jorge Olivera– y dos abogados que vienen impulsando que los genocidas cumplan la condena en sus casas. «No solo fue una visita, sino un plan estratégico destinado a presentar un proyecto o un decreto que le otorgue la libertad a los genocidas», denunció Vanesa Siley (UxP). Afuera, frente al edificio del Congreso, se realizaba una radio abierta organizada por la diputada Gisela Marziotta (UxP) para reclamar la expulsión de los amigos de los genocidas. (ver aparte)
UxP sostiene que un sector de LLA viene trabajando junto a un grupo de genocidas –como Raul Guglielminetti, que es el represor que le entregó un borrador a los diputados que fueron a verlo a Ezeiza– para que puedan acceder a un indulto o el beneficio de prisión domiciliaria. Y eso es lo que buscan probar. «Al chat con el cura Ravasi se le suma la visita de funcionarios de Petri a Campo de Mayo y la visita a Ezeiza. Y todo en un contexto en donde ha ingresado proyecto de ley donde quieren terminar con la diferenciación entre Seguridad Interior y Defensa Nacional», advirtió el titular de UxP, Germán Martínez, haciendo referencia al proyecto del oficialismo que pretende habilitar que las Fuerzas Armadas intervengan en Seguridad: «Si querés hacer eso tenés que mandar una señal de que no las vas a desproteger. Y la señal es para atrás, que vas a intentar soltar a los genocidas», afirmó Martínez.
El oficialismo, frente a estas acusaciones, optó por la estrategia original de despegar al bloque de todo lo sucedido. «Ratificamos la democracia y los derechos constitucionales. Los que cometieron delitos de lesa humanidad tienen que estar presos», afirmó el presidente de bloque, Gabriel Bornoroni, que, sin embargo, se mostró molesto por la descripción de Siley de los crímenes cometidos por los represores a los que sus compañeros de bloque habían visitado. «No estamos para hablar de las cosas que hicieron mal unos personajes de la historia de la Argentina que no tienen nada que ver con los diputados de LLA», insistió y se escucharon las risas sarcásticas de UxP. «Genocidas se llaman», le recordó Cecilia Moreau.
Los aliados del gobierno, mientras tanto, optaron, por ratificar su repudio a la visita al penal de Ezeiza y dejaron en claro que no existía una mayoría para aprobar ningún indulto. «En el caso de hubiera intención de liberar a los genocidas podemos decir que esta Cámara no lo va a aprobar. ¿Esto merece desaforar seis diputados? Creo que no porque tienen derecho a presentar los proyectos que consideren convenientes», deslizó la bullrichista Silvana Giudici.
Las radicales Karina Banfi y Carla Carrizo también repudiaron la visita, pero plantearon –como lo harían varios– que la comisión de Peticiones no era el lugar para hacerlo. En efecto, una vez finalizada la comisión, nadie tenía del todo claro cómo continuaría la investigación. Lospennato se rehusó a crear una comisión investigadora bajo el argumento que ella no tenía esa facultad y deslizó que algunos proyectos podían ser tratados en la comisión de Asuntos Constitucionales, que conduce Nicolás Mayoraz (LLA). La diputada del PRO solo atinó a decir que el viernes convocaría una reunión con asesores y, cuando en UxP la presionaron para que pusiera fecha para que expusieran los organismos de derechos humanos, Lospennato no dio precisiones.
UxP, por otro lado, tampoco tiene muy en claro qué estrategia seguir. Una de las más firmes en la comisión fue Carolina Gaillard, que propuso convocar un plenario de comisiones entre Asuntos Constitucionales y Peticiones. El objetivo es forzar a Mayoraz que acepte a convocar y aprovechar, así, para intentar dictaminar la suspensión de los legisladores, como propone la diputada Gisela Marziotta. Aunque no necesariamente de todos: no hay consenso en el bloque peronista, pero más de uno defiende la tesis de que Bonacci y Arrieta fueron «engañadas» y no tienen la misma responsabilidad que el resto. El tema, sin embargo, todavía es motivo de discusión interna.
21/08/2024 a las 10:02 PM
https://www.youtube.com/watch?v=7ET1RUk1IeU&t=7s