Por Hernán Andrés Kruse.-
“Lo que le ocurre a sociedades como la nuestra no es que observe la falta de órganos de control, que los hay —incluso después de la reforma de 1994— en demasía, porque ha sido completada la Constitución con nuevos órganos de control; sino que la sociedad percibe (por eso la encuesta a la cual me referí hace un instante lo recoge, creo que en gran medida) que no funciona el principio de responsabilidad. Control hay, pero no se traduce en las sanciones y queda la impunidad presente. Y en eso tiene mucho que ver el Poder Judicial, porque el Poder de la toga tiene que poner sobre la mesa algo que, para decirlo en términos elegantes, llamo energía jurisdiccional. Es decir, lo que la jurisdicción le permite, sin excederse, sin extralimitarse. Pero mucho es lo que la jurisdicción le permite para evitar no sólo el ilícito, sino para evitar que el ilícito quede impune y la sociedad entre en la idea o en el conocimiento de que se está viviendo en una situación de anomia.
Me permito añadir que hay que cambiar también algunas cosas en el Poder Judicial, para que todo sea según la vieja frase según la cual no sólo se tiene que parecer, sino también ser. Creo que hay que acentuar el régimen de incompatibilidades, que es demasiado flexible en la práctica, en el desempeño de las funciones judiciales. En ciertos casos, por ejemplo, creo que es fácilmente comprobable que la dedicación que requiere la tarea judicial en un país tan litigioso y complejo como el nuestro, hace muy difícil poder ejercer con la misma responsabilidad y con la misma idoneidad, varias otras funciones además de la función judiciaI. Creo además que en casos como el de la Corte Suprema, hay que modificar su estructura de trabajo, por el exceso de delegación —exagerado e indebido— que lleva muchas veces a que el litigante, el justiciable, el pueblo en general, no sepa en definitiva quién es el que ha estudiado y quién es el que ha resuelto el tema, más allá de las firmas que se exhiben al pie.
Creo además en la necesidad de la vida austera y recatada del magistrado y en la limitación, en todo lo posible, del exhibicionismo jactancioso y a veces hasta “cholulo” que en muchas ocasiones hemos presenciado. Me parece aleccionadora una anécdota de un juez, de un gran juez, que fue Antonio Bermejo, quien después de haber transitado por los carriles de la política, de haber sido incluso ministro, llega a la presidencia de la Corte —corte de cinco miembros y austera— donde, según relata Octavio Amadeo, tenían su pequeña estufita y se reunían con sobretodo puesto, en el invierno, porque no había ni siquiera el confort de una calefacción mínima.
Y un día, lo invita a tomar el té a solas a uno de sus colegas (por lo general, los jueces de la Corte, en la época en que yo era colaborador de ese tribunal, tomaban el té todos juntos a una cierta hora del día). Pero invita a uno solo, en determinada oportunidad. Toman el té amigablemente, y al final de la pequeña reunión lo saca de tema y le dice: —Doctor, discúlpeme el atrevimiento, pero usted es muy amigo de la familia tal. —Sí, sí, efectivamente somos muy amigos. —Y usted frecuenta casi todas las semanas el palco de la familia tal, en el teatro Colón, en la temporada de ópera. —Sí, efectivamente, concurro allí. —Le aconsejo que altere esa costumbre porque en esa asidua concurrencia con una familia, que es además muy poderosa y que además está, o puede estar, envuelta en pleitos que pueden eventualmente llegar a este tribunal, hace que usted sufra —a lo mejor inmerecidamente— un menoscabo, a través de la sospecha respecto de su imparcialidad.
¡A qué distancia estamos de aquel caso de Bermejo! Ha existido en nuestro país, desde hace muchas décadas atrás —sin fijar fecha cierta para no entrar en polémicas estériles— una suerte de delegación gerencial, debido a la cual, la llamada clase dirigente creyó más fácil y sencillo, que el poder fuera ejercido por una representación (llamémosla vicarial) de terceros; que algunas veces le tocó a un sector y algunas veces a otro, ya sean tecnócratas, partidócratas, financieros, fuerzas armadas, etcétera. Y la sociedad se resignó ante esa delegación a la que no puso coto en su debido momento, ni le exigió la debida rendición de cuentas.
Podemos obtener una conclusión de lo que venimos diciendo; y es que el problema al que asistimos —que no es novedoso— es en su origen un problema cultural. Un problema que ha tenido un desborde total, y que gracias a la facilidad de acceso a los datos y a los hechos por parte de los medios de comunicación, hemos tomado conciencia de la gravedad que tiene. Basta leer La ciudad indiana, de Juan Agustín García, o páginas de otros autores de comienzos de siglo, para ver que ya hablaban de estas cosas y trataban el problema ético.
Sin embargo, la diferencia cualitativa está en que en las últimas épocas, no son bandidos sino que son “bandas”. Es decir, organizaciones que se valen de la impunidad que les otorga la cercanía del poder, o algún tipo de complicidad, para poder operar desde las sombras, visiblemente en detrimento del bien común y del interés general. Por eso digo que no basta con el Código Penal. Éste es condición necesaria, pero no suficiente. Tiene que haber, por supuesto, rigor en el Código Penal, pero él por sí solo no va a re-moralizar la República. Esto resalta más aún la importancia de un Código de Ética, particularmente referido a la función judicial. También es cierto, y hay que reconocerlo, que muchos medios de comunicación exaltan paradigmas que no son siempre los de la virtud, sino precisamente el contramodelo: ellos pertenecen a la anticultura.
Es oportuno traer a colación la explicación que nos da uno de los grandes pensadores norteamericanos de este siglo, John K. Galbraith, estudioso de la economía y de la sociología del norte de nuestro hemisferio. Galbraith señala dos datos, al buscar las razones del gran desarrollo de los Estados Unidos —que en forma indetenible adquirió, desde la segunda mitad del siglo pasado, hasta constituirse en potencia mundial—: la educación pública y la enseñanza moral, que los norteamericanos recibieron en gran medida e integralmente. Al establecer la comparación con nuestro país —reconozcámoslo con tristeza— deberíamos decir que la escuela pública ha sido destrozada. A Sarmiento lo hemos escondido. De su obra hemos abjurado y la enseñanza moral la hemos erradicado por la vía del mal ejemplo.
Es por eso que el problema no pasa sólo por las normas, sino que primariamente pasa por las conductas. Decía Rawson: “Lo que nos falta, es el experimento de un gobierno honrado, que respete la Constitución hasta en sus más mínimos detalles”. Como vemos, la frase es muy sobria; pero su contenido muy rico, porque el secreto en esto (la llave del misterio) está en estas pequeñas grandes cosas del comportamiento político. Platón, por su parte, afirmó: “Tal es el hombre, tal es el Estado. Los gobiernos cambian como el carácter de los hombres; el Estado es lo que es, porque los ciudadanos son lo que son; y los Estados no serán superiores, mientras los hombres no sean mejores”. Tiene razón Platón; y la clave radica en la escuela y la enseñanza moral. Porque desde ahí se forjarán los ciudadanos tal como deben ser, o no serán nada, parafraseando al general San Martín.
Frente a una época sin parámetros morales, nuestro deber es reivindicar una cultura ética y humanista. Las culturas materialistas y tecnicistas, llevan a la devaluación, o lisa y llanamente a la desaparición de los valores. Una sociedad sin valores, es igual a una sociedad sin normas. En esa sociedad, primero se pierden los valores y después se abandonan las creencias. El siglo XX recién traspuesto, ha sido el siglo de la deshumanización: atrocidades, quema de libros, totalitarismos de toda laya, una sociedad de masas mal entendida y exaltada en lo irracional, en lugar de encauzarla en lo racional. Junto a ello, el abandono de una sabia premisa del Estado de derecho que se resume en una sentencia muy breve: “A todo acrecentamiento del poder, debe corresponder un mayor vigorizamiento de los controles, un acrecentamiento de las garantías y un potenciamiento de las responsabilidades”. Y esto es válido para todo, tanto para el sector público, cuanto para las grandes concentraciones del poder privado.
A mayor poder, mayor control. No hemos respetado esta sentencia y el desborde está a la vista en todas partes. Entonces, el ciudadano inocente se pregunta: ¿Pues quién controla al control? ¿Quién se ocupa del bien común? ¿Quién custodia el interés general? Recordemos que nuestro sabio preámbulo constitucional incluye, entre los grandes objetivos de la organización nacional, el de procurar el “bienestar general”. Reaccionemos a tiempo, nunca es tarde; pero desde luego, recordemos la advertencia de Andre Maurois: “La vejez es el sentimiento de que es demasiado tarde”. No vaya a ocurrir, que un día amanezcamos con la sensación de la vejez ética, y sea demasiado tarde para restablecerla en el pináculo que le corresponde.
Señoras y señores, acaso el meollo de la cuestión repose en la sociedad toda; esa misma sociedad a la que despiadadamente aludiera Borges en su obra sobre Evaristo Carriego —inmortales ambos— cuando señalara: El gaucho y el compadre son imaginados como rebeldes; el argentino, a diferencia de los americanos del norte y de casi todos los europeos, no se identifica con el Estado. Ello puede atribuirse al hecho general de que el Estado es una inconcebible abstracción, lo cierto es que el argentino es un individuo, no un ciudadano… El Estado es impersonal; el argentino sólo concibe una relación personal. Por eso, para él, robar dineros públicos no es un crimen. ¡Sin comentarios!”
(*) Jorge Reinaldo Vanossi:“La ética en el poder judicial” (Universidad Nacional Autónoma de México – Instituto de Investigaciones Jurídicas-2003).
22/08/2024 a las 7:37 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Visita a represores: un fiscal dijo que no hubo delito y rechazó por “infantil y pueril” la denuncia de la diputada libertaria Arrieta
Facundo Chaves
Infobae
22/8/024
El fiscal federal de Lomas de Zamora Sergio Mola rechazó en duros términos la denuncia por coacción, conspiración y otros delitos que presentó la diputada libertaria Lourdes Arrieta contra los colegas de su bloque con los que compartió una reunión con ex militares condenados por delitos de lesa humanidad. En la resolución, el funcionario judicial calificó de “infantiles y pueriles” los argumentos brindados por la legisladora y cuestionó que sean llevadas a los tribunales diferencias que deberían resolverse en el ámbito político.
La diputada solicitó se investigue la posible comisión de los delitos de “coacción agravada, abuso de autoridad, violación de los deberes de funcionario público, conspiración, y malversación de caudales públicos”, en los que podría haber incurrido el funcionario del Servicio Penitenciario Federal, Fernando Martínez, y las personas a las que ella responsabilizó por haber organizado la visita al penal de Ezeiza, entre las que mencionó a los diputados Beltrán Benedit, Alida Ferreyra y Guillermo Montenegro, el cura Javier Olivera Ravasi, los abogados Ricardo Alberto Saint Jean, Eduardo Rafael Riggi, Maria Laura Olea, y el funcionario de Diputados Sharif Menem, sobrino de Martín Menem, el presidente de la Cámara baja.
La resolución de la Fiscalía Federal 1 de Lomas de Zamora ocurrió el mismo día en que la tensión en el seno del bloque de La Libertad Avanza terminó de detonar. Esta denuncia de Arrieta contra sus pares es uno de los tantos motivos de fricción entre los distintos sectores que integran el bloque que se referencia con Javier Milei. No es el único lugar donde las internas están al rojo vivo: en el Senado, Francisco Paoltroni quedó en el ojo de la tormenta y hay sectores, según pudo confirmar Infobae, que quieren expulsarlo de la bancada.
Entre los que habían sido acusados por la diputada Arrieta hubo alivio. Pero también una sensación de reivindicación. “No puede ser considerado un delito una visita a personas que están presas, hayan cometido el delito que hayan cometido. Incluso si el objetivo hubiera sido hablar de un proyecto para que los detenidos sin condena firme o que tengan más de 70 años o que padezcan problemas de salud severos puedan cumplir la pena en su domicilio”, explicó a Infobae uno de los acusados, que pidió mantener reserva de su identidad.
Es que la diputada Arrieta presentó la denuncia una vez que, al conocerse el encuentro, hubo una ola de críticas de la política e incluso desde el gobierno tomaron distancia. De hecho, en la Cámara empezó esta semana el debate en comisión para intentar expulsar a los seis diputados. Y al cura Javier Olivera Ravasi -hijo de Jorge Andrés Olivera, un ex militar condenado por delitos de lesa humanidad- lo echaron de la Diócesis Zárate-Campana como consecuencia de la reunión en Ezeiza.
Una denuncia extravagante
“La denuncia de la nombrada está motivada en su intención de despegarse de un hecho que la tuvo como protagonista (su visita en el penal a distintos detenidos condenados/procesados por crímenes de lesa humanidad, entre los que se encontraba Alfredo Astiz). Para ello, realiza una serie de consideraciones de carácter pueril, carentes de verosimilitud y provistas de un infantilismo que hiere la inteligencia del más desprevenido”, estableció el fiscal Mola.
Pero las críticas no terminan allí. El funcionario del Ministerio Público cuestionó la existencia de “un mal que, parece, ya se ha hecho carne en nuestra república, y es el de la judicialización de la política, de cuestiones de carácter o naturaleza estrictamente política. Es decir, la introducción en el ámbito del servicio de justicia, a partir de denuncias, de controversias que por su propia naturaleza se encuentran vedadas de ser abordadas en ese ámbito”.
“No es en la justicia penal donde deben dirimir esas lides, ni los jueces y los fiscales los árbitros. Este impropio proceder termina, en definitiva, de ensombrecer la actuación de los órganos de justicia generando desconfianza, sospecha de proceder faccioso, o de parcialidad, aunque la realidad diste de ello. Y es que, si la discusión política se dirime en un tribunal, cualquier decisión puede ser reputada de facciosa por quien se sienta defraudado”, consideró.
Y agregó: “Lo que considero más grave es que bajo cuerda, so pretexto de una extravagante posible comisión de delitos, pretende inmiscuir a la Justicia en un ámbito en el que no le corresponde ingresar, que es el de la discusión política intrapartidaria. Específicamente, señala una serie de hechos, vinculados a diálogos mantenidos en el seno de su bloque, a los que califica como presiones, intentos de censura y amenazas”.
Después de hacer un recorrido in extenso de las consideraciones de la diputada Lourdes Arrieta, el fiscal Mola le pidió al juez que entiende en la causa, Ernesto Kreplak, que “se desestime la denuncia de Lourdes Arrieta en todo lo referente a lo señalado en el punto III del dictamen, por inexistencia de delito, y se continue la pesquisa” en torno a si pudo existir algún tipo de incumplimiento de los deberes de funcionario público de las autoridades penitenciaria.
Entre los argumentos que fueron rechazados por Mola está el que Arrieta adujo en la denuncia que cuando fue incorporada a los grupos de WhatsApp desde donde se organizaban las reuniones con los represores en ella, en realidad, creía que era un espacio “para debatir sobre situaciones o posibles proyectos, o discusión de ideas para lograr mejorar condiciones de detención de personas mayores”.
Según reconstruyó la causa, Arrieta planteó que “en los chats siempre se hizo hincapié en las condiciones de detención de los adultos mayores que ‘no tenían condena alguna de los tribunales y a los que se le negaban cuestiones básicas que todo detenido debía tener’”. Y afirma que “todo esto [fue] sustentado por un minucioso trabajo de manipulación, en el que ella se coloca como una de las personas manipuladas”.
“La denunciante es diputada nacional, lo que presupone un umbral mínimo de conocimiento de aquello que –como todas las cuestiones referidas- se encuentra presente, con permanente actualidad, en la agenda política y judicial de nuestro país desde hace mucho tiempo. En todo caso, no alcanza alegar ignorancia para sustentar una supuesta manipulación cuando fácilmente, con solo recurrir a Google -por ejemplo-, podía esclarecerse de aquello en lo que estaba participando. Pareciera de aplicación el adagio latino nemo auditur propriam turpitudinem allegans”. El fiscal Mola se refirió al principio de que en juicio nadie puede alegar su propia torpeza.
La reunión y la foto
El encuentro en el penal de Ezeiza ocurrió el 11 de julio y reunió a los diputados Beltrán Benedit, Lourdes Arrieta, Alida Ferreyra, Guillermo Montenegro, Rocío Bonacci y María Fernanda Araujo. Según las manifestaciones de la denunciante, quien estuvo detrás de la organización fue el padre Olivera Ravasi y varios abogados. Al sacerdote -que actualmente está en Estados Unidos, según pudo saber Infobae-, el Obispado de Zárate-Campana lo expulsó del distrito y la Iglesia Católico tomó distancia de su actividad en defensa de los condenados por delitos de lesa de humanidad.
1-Mario “El Cura” Marcote: miembro del Servicio de Informaciones y condenado a 17 años de prisión en Rosario.
2-Alfredo Astiz, conocido como “el Ángel de la muerte” y condenado por infiltrarse en Madres de Plaza de Mayo, así como por desapariciones y torturas en la ESMA.
3-Miguel Britos, ex miembro de la Superintendencia de Seguridad Federal, condenado por delitos en el circuito represivo ABO (Atlético-Banco-Olimpo).
4-Honorio Carlos Martínez Ruíz, condenado a perpetua por los crímenes cometidos en el centro clandestino Automotores Orletti.
5-Raúl Guglielminetti, también condenado por su accionar en Automotores Orletti.
6-Beltrán Benedit, diputado nacional LLA, sindicado como el organizador de la visita al penal de Ezeiza.
7-Lourdes Arrieta, diputada nacional LLA. “Fue una reunión que fuimos engañados un grupo de diputados. No puedo decir si todos lo sabían o no, pero en el caso de la diputada Bonacci y como yo, empezamos a hablar de este tema porque en un momento teníamos angustia y entramos en un estado de shock”, sostuvo la semana pasada sobre el encuentro. Y, de manera insólita, agregó: “Nací en 1993, no tenía ni idea de quiénes eran”.
8-Marcelo Cinto Courtaux, miembro del Destacamento 201 de Inteligencia que actuó en Campo de Mayo.
9-Julio César Arguello, condenado a perpetua por delitos cometidos en el “Circuito Camps”
10-María Fernanda Araujo, diputada nacional LLA.
11-Juan Manuel Cordero, condenado a 25 años de prisión por crímenes cometidos en el marco del Plan Cóndor.
12-Carlos Guillermo Suárez Mason (hijo), alias “El hijo de Sam”, condenado por delitos de lesa humanidad en la ESMA.
13-Guillermo Montenegro, diputado nacional LLA. Ex asesor de la vicepresidenta, Victoria Villarruel.
14-Gerardo Arraez, condenado a 25 años de prisión por delitos en el circuito represivo ABO (Atlético-Banco-Olimpo).
15-Alida Ferrerya, diputada nacional LLA.
16-Adolfo Donda, condenado por su accionar en la ESMA y por el secuestro de la exdiputada Victoria Donda.
17-Antonio Pernías, (alias “Trueno” o “Rata”), condenado a perpetua por delitos de lesa humanidad en la ESMA.
18-Juan Carlos Vázquez Sarmiento, responsable de secuestros y torturas, prófugo de la Justicia durante casi 20 años.
22/08/2024 a las 7:43 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
EL EXPERIMENTO DE MILEI
Aleardo Laría Rajneri
El Cohete a la Luna
18/8/024
La aparición súbita en la Argentina de un partido de extrema derecha, que consigue hacerse con el poder en breve tiempo, ha sido un acontecimiento que no estaba en las previsiones de nadie. Es comprensible, por lo tanto, que sean todavía escasos los análisis y textos referidos al estudio del nuevo fenómeno. Un anticipo de lo que se preparaba lo brindó Pablo Stefanoni en La rebeldía se volvió de derechas (Siglo XXI, 2021), señalando que “estamos ante derechas que le disputan a la izquierda la capacidad de indignarse frente a la realidad y de proponer vías para transformarla. Un clima semejante se vivió en las décadas de 1920 y 1930 mientras el mundo se enfrentaba a la ‘decadencia de Occidente’ y, sobre todo, a la crisis de la democracia liberal”. Añadía que había llegado el momento de prestar más atención al fenómeno de las derechas y la atracción que ejercían sobre las nuevas generaciones. “Hay, en general, cierta pretensión de superioridad moral del progresismo que le juega en contra en el momento de discutir con las derechas emergentes, por una simple razón: porque la izquierda dejó de leer a la derecha, mientras que la derecha, al menos la ‘alternativa’, lee y discute con la izquierda”. Frente al fenómeno incuestionable de que sectores de la clase trabajadora han abandonado su tradicional identidad de izquierda para votar a las derechas extremas, cunde el desconcierto. Como señala Stefanoni, “hoy es claro que no es posible construir mayorías populares sólo desde las viejas identidades de izquierda. Y también que el anticapitalismo, si quitamos la experiencia del socialismo real que nadie quiere repetir, no tiene anclaje en experiencias embrionarias que puedan universalizarse”.
DESQUICIADOS
Desquiciados: los vertiginosos cambios que impulsa la extrema derecha (Siglo XXI, 2024), es una reciente compilación de textos de diversos autores realizada por Alejandro Grimson. El interrogante que busca responder Grimson es qué cambios se produjeron en el mundo y en nuestro país para que “el 10 de diciembre de 2023, el mismo día en que se celebraban 40 años de democracia, la Argentina, capital americana de los derechos humanos, se convirtiera en la capital americana de la derecha radical”. Naturalmente, ante un fenómeno complejo, encontraremos una amplia diversidad de circunstancias concurrentes, más allá de que, como reconoce Grimson, “el punto clave del voto fue contra la inflación, como drama y también como metáfora de lo indeseable”. A nivel global, asistimos a una revolución de la comunicación debido a las innovaciones tecnológicas de la información y la comunicación, al uso extensivo de las redes sociales y al papel del smartphone, que impacta enormemente en las relaciones políticas y sociales. Para Grimson “el micro emprendedurismo, las TIC y la estructura individualizante de estas formas económicas promueven una nueva subjetividad. Es el individualismo autoritario (Adamovsky, 2023) o neoindividualismo”.
En el caso argentino es evidente que el severo deterioro de la economía es un factor que ha influido en el crecimiento de la extrema derecha. En el libro recopilado por Grimson hay un capítulo de Leandro Sowter en el que se analiza la evolución económica argentina entre 2003 y 2023. Considera que “desde 1975 hasta hoy, el país ha tenido uno de los peores desempeños macroeconómicos de América Latina. Todavía tiene el segundo PBI per cápita más alto de la región, pero no sólo ha sido superado por Chile, sino que ha acortado la distancia que lo separaba del resto de los países. Esto torna verosímil una idea de ‘decadencia nacional’ y provoca una exacerbada frustración”. Las cifras del incremento de la pobreza y la enorme cantidad de trabajadores de la economía informal son datos elocuentes que no dejan lugar a dudas.
EL FUTURO DEL EXPERIMENTO
Si bien no es posible explicar el fenómeno de la aparición de Milei sin hacer el cómputo de los errores políticos que se fueron acumulando a lo largo de las últimas décadas, surge también la sensación de que el experimento no saldrá bien. La pretensión de refundar la nación, contando como herramienta con un puñado de fanáticos reclutados en las redes sociales, no parece destinada al éxito. La estrategia de reducir la inflación provocando una recesión de caballo no es sostenible en el tiempo. Se trata de un recurso bárbaro, que recuerda el uso en el mundo antiguo de la sangría para curar las enfermedades del cuerpo, una práctica fundada en la falsa creencia de que la menstruación tenía la función de “purgar a las mujeres de los malos humores”. En el mundo existen pocas experiencias de este tipo y en América Latina sólo se recuerda la política de shock de Augusto Pinochet, que contaba para ello con el respaldo del ejército chileno.
Gianfranco Pasquino, profesor emérito de Ciencia Política de la Universidad de Bolonia y discípulo de Norberto Bobbio, ha manifestado su escepticismo ante el experimento que está llevando a cabo en la Argentina el Presidente Milei. Para el profesor italiano, “los experimentos es difícil que funcionen, deben tener su base sobre trasfondos muy profundos, deben ser muy atractivos, deben lograr movilizar recursos personales, humanos, de grupo y demás, y no veo estas condiciones. Creo que esto es un interludio, Milei está forzando una situación, pero difícilmente logrará resolverla. Algo hará, pero no lo suficiente”. Las declaraciones de Pasquino son sugestivas porque añaden nuevos elementos a los análisis que buscan identificar las causas del advenimiento del mesías Milei. Según Pasquino, “América Latina ya nos ofreció casos de este tipo: nos ofreció el caso de Bolsonaro en Brasil, el caso de Chávez en Venezuela. La inestabilidad del sistema de partidos y la ausencia de partidos sólidos, con raíces y con alguna forma de ideología, abre siempre el camino a lo que podemos llamar los ‘emprendedores políticos’, es decir los que aprovechan de la situación, que pueden ganar, pero que después tienen dificultades en vender su producto”.
LA DECADENCIA DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS
Por lo tanto, en la decadencia de los partidos políticos puede encontrarse otra de las claves interpretativas del surgimiento de los movimientos antipolíticos de extrema derecha. Es un tema que demanda una profundización que escapa a la breve extensión de una nota periodística, pero cuya explicación fue abordada por Peter Mair, un discípulo de Giovani Sartori, en un ensayo titulado Gobernando en el vacío, publicado en español por Alianza Editorial en el año 2013. Es un libro agotado, que sólo se puede encontrar en las bibliotecas, pero que conviene leer porque es profético y anuncia la crisis de las democracias occidentales, tema que ha sido retomado recientemente por Emmanuel Todd en La derrota de Occidente (Akal).
Para Peter Mair, una cuestión esencial para entender la inestabilidad que actualmente padecemos pasa por profundizar en el análisis de la crisis de la democracia representativa y en especial de los partidos políticos. En la actualidad los ciudadanos ya no confían en los partidos políticos, contrariamente a lo que acontecía con los “partidos de masas” que articulaban la vida social de los individuos de un modo similar al que lo hacen las religiones. En la actualidad los partidos políticos ya no realizan esas funciones tradicionales de representación y movilización emocional, y en el caso de la Argentina adquieren vitalidad sólo en los meses que preceden a las elecciones. Este estado de cosas propicia que los ciudadanos cambien sus preferencias de una elección a otra y se sientan atraídos por aquellas opciones que ofrecen novedad o que adoptan posturas anti-políticas. Por otra parte, si bien los líderes políticos son designados por los partidos, es evidente que son sometidos al escrutinio de los medios de comunicación que influyen decisivamente para establecer vetos o descalificar ciertos candidatos. También operan los condicionantes propios de un mundo globalizado en donde las políticas económicas son fruto de la negociación con los organismos internacionales de crédito como el FMI. Pero con independencia de ese conjunto de variables independientes, lo que Mair subraya es la responsabilidad de los propios partidos políticos en su declive. Apoltronados en el rol de cubrir puestos en el Estado y dotarse de algunos privilegios, han terminado por descuidar las funciones de agregación de intereses y representación del electorado. Si a ello se le suma la incapacidad de los partidos para detectar los casos de corrupción, no es difícil relacionar las insatisfacciones de los electores con el surgimiento de fuerzas que se presentan como abanderadas de los disconformes.
Avanzar en el proceso de análisis de la pérdida de credibilidad de los partidos políticos es el modo de hilvanar nuevas estrategias que permitan la recuperación de esos instrumentos fundamentales de la democracia moderna. En el estudio de la crisis democrática aparecen numerosas causas que escapan a las posibilidades de actuación de los actores políticos nacionales o se muestran muy difíciles de controlar. Por consiguiente, hay que seleccionar aquellas causales donde realmente se cuenta con la posibilidad de intervenir de un modo constructivo. La reconfiguración de los partidos políticos parece una labor tan difícil como la que tuvo que abordar Hércules para limpiar los establos de Augías, pero por algo se debe empezar y no parece que las opciones disponibles sean muchas.
22/08/2024 a las 7:46 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Tres interpretaciones sobre Lijo
Vicente Massot
Prensa republicana
22/8/024
El sonado escándalo protagonizado por Alberto Fernández tuvo tal resonancia en los medios de comunicación clásicos y en todas las redes que —por lógica consecuencia— relegó a un segundo o tercer lugar a otras cuestiones de singular importancia. Desde que tomó estado público la inaudita violencia que aquél ejerció durante años a expensas de Fabiola Yánez, los pliegos de Ariel Lijo y de Manuel García Mansilla —candidatos propuestos por el gobierno para integrar la Suprema Corte de Justicia de la Nación— desaparecieron, o poco menos, de la escena, como si fueran asuntos de menor trascendencia. Inclusive la cadena de corrupción atada a los seguros que manejaba Héctor Martínez Sosa, marido de la histórica secretaria de Alberto Fernández, sufrió un eclipse semejante a la de los dos letrados mencionados. Si bien las nuevas declaraciones de la que fuera primera dama, y sufriera las vejaciones de su entonces pareja, mantienen al culebrón político en la primera página de todos los diarios y es el tema más visto y comentado en las redes sociales, de a poco los asuntos temporariamente olvidados vuelven a ganar protagonismo.
Mañana, salvo imponderables de último momento, Ariel Lijo se hará presente en la Comisión de Acuerdos del Senado con el propósito de cumplir con un formalidad y tratar de que se apruebe su pliego en esa instancia. Contra lo que desearían sus valedores dentro y fuera del oficialismo, es harto probable que la votación se dilate al menos una semana más. Mientras tanto, el actual magistrado de Comodoro Py se halla abocado a visitar las oficinas de los senadores que están en duda respecto de si votar en el recinto en su favor o si ponerle una bolilla negra. Nada —que se sepa— nuevo entre nosotros. En general, lo que se estila en estas playas es que los nominados —por llamarles de alguna manera— se ocupen de hacer lobby allí donde se decidirá su suerte; esto es, en la cámara alta del Congreso. Ello sin contar —por supuesto— las gestiones que realizan en estos días distintos ministros del Poder Ejecutivo. Santiago Caputo —que cada día acumula más poder y obra por su cuenta, pasando por encima de ciertos ministros como si fueran alambre caído— visitó, una semana atrás, a la vicepresidente de la República con el objeto de hacerse una composición de lugar más precisa respecto de un tema en el que la administración libertaria ha apostado fuerte. Victoria Villaruel —que tiene posición publica tomada en contra de la candidatura de Lijo, pero que no vota— hizo una exposición detallada de la situación y le dejó en claro a la eminencia gris de Javier Milei que no se movilizaría para impedir la llegada a la Corte del controvertido juez, a la par que no movería un dedo en su favor. En el Colegio de Abogados de la Capital Federal acaba de declarar —no sin razón— que a Lijo le “faltan pergaminos para ser ministro de la Corte”. Más claro, imposible.
La propuesta de Ariel Lijo, adelantada por el gobierno para que se convierta, junto a Manuel García Mansilla, en ministro del máximo tribunal de justicia del país, puede ser entendida al menos de tres maneras distintas. Pasemos revista a la primera. Que Ricardo Lorenzetti nunca terminó de digerir la perdida de la presidencia de esa institucion, es un dato que no necesita demostración. Que, al mismo tiempo, desde el momento en que tuvo que bajar al llano no ha cejado en su empeño de volver al cargo que se le escapó de las manos, tampoco amerita comentarios. Es vox populi que, a través de Karina Milei, convenció a su hermano de que Lijo era el indicado para asegurarle un tribunal adicto, encabezado por él. Hasta aquí el relato resulta verosímil. Pero, si así se desarrollaron las cosas, y si fuese cierto lo que se ha cansado de repetir el oficialismo en cuanto a que “o son los dos o ninguno” —poniendo el énfasis en que sólo aceptará que ambos pasen el examen de la cámara alta— hay algo que carece de sentido. Mientras Lijo es un juez despreciable en diversos sentidos, García Mansilla es un señor. Si el primero está dispuesto a secundar los planes de Lorenzetti y votar a libro cerrado cuanto se le ordene, el segundo es su contracara. Independiente, honorable y jurista de nota, jamás haría las veces de servil. De modo tal que, si uno y otro consiguiesen los votos suficientes, ni Lorenzetti recuperaría el lugar de privilegio que lo desvela, ni el gobierno tendría una mayoría automática. Sin contar con el descrédito que arrastraría por haber convertido a un personaje de los antecedentes de Lijo en ministro de la Corte. Conclusión: la estrategia no tiene ni pies ni cabeza. ¿Y entonces? Pasemos a la segunda hipótesis.
En la suposición de que ni Ricardo Lorenzetti ni Javier Milei son negados y que, por lo tanto, habrán hecho el mismo razonamiento que antecede, cabe imaginar otro curso de acción. ¿Por qué no pensar que lo de “Los dos o ninguno” sea una táctica que, llegado el momento, habrá de ser abandonada por razones de fuerza mayor? ¿Qué ocurriría si Ariel Lijo fuese aprobado y Manuel García Mansilla resultara reprobado? Este es un escenario bien probable, en razón de que aquél será apoyado por parte del kirchnerismo, del radicalismo, del Pro y de representantes de La Libertad Avanza. Son conocidos desde antiguo los favores que el magistrado de Comodoro Py le ha hecho a las más diversas capillas políticas. Ha quedado bien con casi todos y es por ello que —cuando menos, en teoría— lleva las de ganar. Si hasta la DAIA y las Abuelas de Plaza de Mayo han quebrado una lanza en su favor. En cambio, el decano de Derecho de la Universidad Austral suscita, en un ambiente en donde los progresistas de las más variadas observancias son mayoría, no pocos reparos ideológicos. Algunos señalan que no debería descartarse la posibilidad de que el oficialismo pregone en público un discurso para quedar bien y bajo cuerda haga lo contrario. Dicho de manera diferente: que pase uno, quede atrancado el otro y, en esa instancia, en lugar de hacer honor a la palabra empeñada —“O los dos o ninguno”— el gobierno levantase un argumento de peso recostándose en la equidad de género. Descartado García Mansilla, bajo ese supuesto se nominaría de inmediato a una mujer —se menciona a una entrerriana— dócil a los dictados de Lorenzetti y que, en principio, no suscitaría objeciones de peso.
Hay también una tercera interpretación, si se quiere menos tortuosa. A veces las cosas son lineales aunque cueste creerlo. Es posible que el presidente de la Nación —a quien los asuntos públicos que no se relacionan con la economía le interesan poco o nada— se haya dejado convencer de que el plan saldría bien y que, al final del día, Manuel García Mansilla se plegaria a la nueva mayoría de la Corte. Si se da por sentado que los dos candidatos —más allá de su disímil envergadura intelectual— estarían dispuestos a cerrar filas con Ricardo Lorenzetti, la jugada del gobierno tendría lógica. Claro que a esta altura la suposición —si alguna vez existió— de que los dos son en el fondo, si no iguales, muy parecidos, no resiste análisis. Por qué Milei se ha empeñado en defender a un miembro de la judicatura con semejante prontuario, es algo que no deja de sorprender. Después de todo, Lijo será su aliado sólo si al propio juez le conviene. Si acaso llegase al máximo tribunal, su lealtad siempre estará sujeta al éxito del gobierno. Apenas trastabille, se hará el desentendido y mirará para otro lado.
22/08/2024 a las 7:49 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Demagogia sobre el dietazo, mientras hambrean a los trabajadores
Nazareno Suozzi
Prensa Obrera
20/8/2024
En un país donde la pobreza envuelve a casi el 60% de la población, la Cámara alta aprobó este lunes por unanimidad un aumento del 6,5% en las dietas de los senadores, elevando los ingresos que perciben a 9 millones de pesos. Milei aprovechó esto para hacer demagogia y pasarle la factura a la vice Villarruel; estamos ante otro capítulo de la interna libertaria. Ante el repudio que generó la noticia, los bloques acordaron al día siguiente desistir del aumento.
A pesar de las declaraciones del presidente y la vice despegándose, lo cierto es que los secretarios parlamentarios que habían puesto el gancho responden a Villarruel y al presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, que está alineado a Milei. El Senado ya aprobó varios aumentos de dietas; en mayo, sus miembros duplicaron sus ingresos llevándolos a 8 millones de pesos y se añadieron el aguinaldo.
Milei lo denunció como una “traición al pueblo”. Pero la mayor “traición” es haber votado la Ley Bases y dejar pasar todos los ataques del gobierno contra la población trabajadora. Finalmente, Milei le prometió al pueblo terminar con los “curros” de la “casta” y no solo terminó integrándola a su gobierno sino que también está avanzando en una enorme confiscación a la clase obrera (impuestazos, reforma laboral reaccionaria, ataques a las jubilaciones, despidos) y una transferencia espectacular de ingresos del trabajo al capital. Los privilegios de la “casta política” son un vuelto por sus servicios a la casta empresarial.
Por eso Milei no es ningún detractor de los privilegios del funcionariado del Estado burgués. ¿O acaso su hermana Karina Milei, su bufón Manuel Adorni y su “asesor” Santiago Caputo no cobran millones de pesos? En abril los ocho ministros del Gabinete y los secretarios de Estado percibían más de 3 millones de pesos, mientras que los subsecretarios del organigrama estatal casi 3 millones (La Voz, 27/4). Los funcionarios burgueses cobran rentas similares a las que perciben los gerentes de las corporaciones capitalistas para las cuales gobiernan.
Los libertarios no tienen ningún tipo de problema en promover dietazos, girarle recursos extraordinarios al aparato de inteligencia o reducirles impuestos a los ricos y al mismo tiempo decirles a los trabajadores que “no hay plata”. Las millonadas que gasta el Estado capitalista en materia de dietas y de beneficios a las patronales contrastan brutalmente con la pobreza salarial a la que somete a trabajadores estatales, docentes y no docentes universitarios, jubilados, etc.
El dietazo frustrado es una muestra del precio que se cobran los políticos burgueses por viabilizar los agravios de Milei y sus colaboradores contra los trabajadores, cuando la pobreza asciende a casi el 60% y la indigencia al 20%, más de un millón de niños se van a dormir sin cenar, y a los jubilados el gobierno les ha robado 6 billones de pesos.
Los trabajadores tenemos el desafío de irrumpir masivamente en las calles para conquistar todas nuestras reivindicaciones.