Por Ricardo Bustos.-

La verdad es lo único que nos asegura transparencia y liberación al alma. Ninguno de nosotros sabe cuánto tiempo va a vivir desde que apareció este virus del Covid-19. Obviamente, los que transitamos esta vereda, tenemos menos chances que los jóvenes, pero aun así, porque está comprobado, todos estamos en el mismo precipicio cuidando no resbalar para evitar caer en el abismo. Hemos llegado tan bajo moralmente que ya no nos conformamos con comprar un Certificado de Salud para que nos otorguen una carpeta Médica o una oblea trucha de la VTV, aunque después matemos a alguien en la ruta, un Registro de Conducir que alguna mafia se encargue de imprimir trucho, un título de estudios, exámenes con resultados brillantes, sabiendo que la realidad es un aplazo con números rojos y todos estos temas de público conocimiento porque son o fueron noticias publicadas en los medios con intervención de la Justicia. A veces me pregunto por qué ocurren todos estos desvíos éticos en una sociedad que tiene todo para ser brillante pero no sé esfuerza para lograrlo. Somos una legión de habitantes en un territorio hermoso que desde los genes, venimos con la vagancia y la trampa a flor de piel y basta con que alguien o algo nos haga cosquillas para que comencemos a vibrar. Si en la ruta vuelca un camión con alimentos no pensamos en ayudar al conductor y preocuparnos por su salud o estado anímico porque estaremos ocupados saqueando la mercadería que llevaba y ejemplos como este hay miles. Nos duele que nos pinten de cuerpo entero cómo somos, pero después votamos gobiernos que son lo que, casualmente somos, porque sus integrantes salieron del mismo barrio, pueblo o ciudad igual que nosotros, con los mismos vicios de conductas. No fuimos criados para que hoy estemos así, porque nuestros Padres y Abuelos honraban la palabra y nosotros no entendemos el significado de la palabra «honra». Duele que un país tan bonito, con tanta riqueza, hoy sea lo más parecido a la propia denigración del ser humano con sus actitudes cotidianas ventajeras, toda vez que encuentren la oportunidad de demostrarlo. Algún día quizá…» Será Justicia» aunque yo no lo vea.

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