Por Manuel Lichtenstein.-

La tercera guerra mundial ya está sórdidamente en plena marcha, desde el aciago día en que el presidente de Irán, de aquel entonces, Mahmud Ahmadineyad, anunció al mundo que no se detendrá hasta haber liquidado al Estado de Israel con la consigna de hundir a todos los israelíes en el fondo del mar, y continuar con la decisión inconclusa del asesino máximo de la historia, de eliminar a los judíos del planeta tierra.

Mas en esencia, fuera de toda consideración al dirimir las intenciones del fundamentalismo iraní que de ninguna manera renunció a hacer desaparecer al Estado de Israel del mapa, creo que nuestro punto de vista máximo debiera concentrarse en analizar la alienada intención de dominar íntegramente al Planeta Tierra imponiendo al Corán como única fuente dogmática y religiosa, cuyos causales se compadecen con las fallidas intenciones del hitlerismo en su asignatura de suprimir al mundo infiel empezando por eliminar al judaísmo en todas sus vertientes.

Lo lamentablemente llamativo, es que tanto las potencias de Occidente como así también el resto de las naciones, no toman seriamente en cuenta que la llama que lleva encendida el islam, en lugar de procurar evitar la posibilidad de un incendio mundial, se hacen los distraídos o no pueden zafar de la influencia de los petrodólares árabes que analizado desde cierto punto de vista, de momento van ganando una a una las batallas económicas o las que devienen de un terrorismo cada día más indomeñable e incontenible.

Ceo que tenemos a nuestro frente, una única posibilidad de correr la aguja de la brújula, desde el momento que surgió, cada día con más fuerza política, la figura que tiene bien claro cuál habría de ser su cometido primordial, si es que fuera elegido como el próximo Presidente de los EE.UU.

Me refiero a Donald Trump, la figura del momento en el país del norte, un personaje contra vertido, discutido, atacado por todos los costados y absolutamente cuestionado, pero que sería sin ninguna duda, el único en condiciones políticas y militares de tomar al toro por sus astas, en esta emergencia mundial, y que pocos advierten sobre el peligro creciente que ya corroe la seguridad mundial, sobre todo de Occidente.

Seguramente recibiré muchas críticas adversas a estas afirmaciones, pero una cosa son las ilusiones fantasiosas y otra muy distinta es la cruda realidad que no muchos la ven clara.

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