Por Rodolfo Patricio Florido.-

O el nuevo gobierno nacional lo enfrenta rápida y definitivamente o va a empezar a escribir su propio fin. Si en algo triunfó el pasado gobierno es en naturalizar lo superfluo, lo obvio y lo primario en algo poderoso, por más obvio y estúpido que sea. La naturalidad de los abusos le dio a éstos una suerte de sacralización de la violencia en sus más diversas formas. Física, mental, abusiva, descalificante, arbitraria, etc., etc., etc. Así, la sociedad se acostumbró -como un canario alimentado con alpiste y agua- a agradecer cantando aunque su mundo estuviese cercado por las rejas de quien dice disfrutar su canto. La sociedad se cansó de escucharse a sí misma con una frase: “los delincuentes son dueños de la calle y nosotros tras las rejas en que hemos convertido nuestros hogares”.

Cuando la sociedad percibió su condición de secuestrada, definió un cambio de rumbo político. Lo que aún no sabe es si lo que eligió es el cambio de rumbo que decidió o simplemente un colectivo que la sacó de una forma de prisión para insertarla en otra.

Así, no se le puede exigir a la población honesta sacrificios por el desastre heredado sin procesar a los generadores del desastre. Ni tampoco se puede reconciliar a la sociedad si el mensaje diario de la calle es que la violencia, lejos de disminuir, se incrementa. Enterarnos de que hay decenas de miles de ñoquis del 1 al 30 de cada mes. O que se usó a más de 7500 abuelos muertos para facturar 500 millones de pesos en corrupción y que los resultados de las investigaciones tengan que esperar años mientras los delincuentes traspasan sus propiedades a sus hijos o sacan el dinero fuera del país o lo esconden en cajas de seguridad o lo “lavan” en empresas truchas, reales o ficticias, exacerba.

Es como si fuese mejor la ceguera que el conocimiento. Porque saber que han sido capaces de robar hasta con los abuelos muertos mientras que otros abuelos murieron esperando medicamentos o una atención que nunca llegó y que la detención y la condena no llegan es peor que no saber. Y uno se pregunta: ¿el gobierno es consciente de que descubrir los ilícitos, robos, corrupción o “dádivas” y que no haya detenciones ni condenas ejecutables puede transformarse en un boomerang porque la sociedad puede hartarse si percibe que hace el sacrificio diario mientras los ladrones siguen sueltos? Hay ladrones que te dejan encerrado en las rejas de tu casa. Hay ladrones que te roban la salud, la vida y la educación. Pero también hay ladrones por omisión que te roban el presente y el futuro si los ciudadanos los depositaron en la esperanza de darle sentido al sacrificio personal para construir una Argentina más deseable.

Parafraseando o simplificando burdamente la historia, Moisés sacó de Egipto al pueblo de Israel y a éste no le importó mucho -geográficamente hablando- hacia dónde se dirigía, en tanto fuera lejos de sus esclavistas. Pero dudó de su meta y hasta se planteó volver a Egipto y pedir perdón al faraón, hasta que Moisés fue más preciso y le dio sentido al sacrificio que implicaba salir de la comodidad alimentada de la esclavitud para abordar el camino hambriento que supone el inicio y el costo de la libertad.

Cada vez que un gobierno promete “la tierra prometida” debe construir la conducta y los actos para que el camino por el desierto sea más equitativo y más cierto su destino. Podrá decirse, y no sin razón, que ha pasado muy poco tiempo. Es cierto. Pero también es cierto que no hay mucho tiempo más.

Todo el mundo sabe que lo que no se hace los seis primeros meses no se puede hacer más tarde.

Régimen del arrepentido. Modificación del régimen federal penal para que la corrupción y las dádivas sean con prisión de cumplimiento efectivo. Agravamiento de condenas por el carácter de funcionarios de los inculpados. Prohibición de pabellones especiales o VIP para los corruptos. Prohibición de pabellones especiales para los miembros de las Fuerzas de Seguridad que vendieron la confianza ciudadana para delinquir con las armas y el uniforme que los ciudadanos les proveyeron.

¿Que va a ser muy duro para un ex miembro de las FFSS tener que ir a un pabellón con presos comunes? Sí. Que lo piensen antes de robar, mentir, matar.

La amplísima y gran mayoría de los miembros de las FFSS que viven con lo justo, no roban y arriesgan sus vidas por los ciudadanos, van a estar felices de saber que su dignidad y austeridad no es herida por supuestos compañeros que manchan la dignidad de sus uniformes y exponen a sus familias a la desconfianza social, los insultos o a la burla.

La Argentina está gravemente herida por una violencia sin fin que paga más dividendos que el trabajo honesto. Las salidas de los boliches son una carnicería. Las canchas de fútbol, adentro y afuera, son una salvajada, en los barrios humildes el narcotráfico y los delincuentes comunes transformaron la calle en un debate de tiros y puñaladas. La gente da vueltas a la manzana para entrar a sus casas. Los vecinos pagan seguridad privada para un Estado que se las cobra en impuestos. Hay funcionarios, diputados y dirigentes que son detenidos con drogas o drogados y se excusan en el uso personal siendo que antes de usarlas fueron a buscar a algún traficante para comprársela. ¿Cómo van a combatir a sus propios proveedores? ¿Cómo van a pedir transparencia y honestidad, o legislar, si son ellos mismos los que alimentan con sus compras “personales” a ese ejército organizado de vendedores de drogas?

Es indispensable cambiar el paradigma. Este gobierno lo sabe. Hay opositores que también lo saben. Una sola pregunta se impone: ¿tendrán el valor de cambiar el paradigma que la gran mayoría de la sociedad reclama para no sentir que la honestidad y el trabajo es un camino de héroes y no una estupidez de la que se aprovechan los inmorales sin costo? Hay dos cosas que no se puede ser. No se puede ser ingenuo. Tampoco se puede ser cínico. Si nos repetimos en el error, el presente será muy duro de digerir y veremos triunfar la corrupción y a los hacedores de atajos. Pediremos por el regreso de aquellos que echamos y volverán con la soberbia de ser mejores porque demostraron que los otros pueden ser peores.

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