Por Guillermo Cherashny.-

Resulta extraño que un partido como el PRO, que analiza todas las situaciones que se pudieron presentar en la campaña electoral, no tuviera previsto que doce años y medio de kirchner-cristinismo lograron lavar el cerebro de millones de argentinos en el sentido de que el Estado elefantiásico soluciona todos los problemas y que el sector privado local y extranjero son los responsables de todos los males. Para ese operativo lavado de cerebros se utilizó el viento de cola de la economía internacional con el aumento de los precios de los commodities que exportaba el país y la baja de las tasas de interés en el mundo. Y así fue como desde 2003, cuando Duhalde le dejó a Kirchner una economía creciendo al 9% anual y superávit fiscal y comercial, el santacruceño comenzó un aumento extraordinario del gasto público para eliminar públicamente a Duhalde en octubre del 2005, lo que motivó el alejamiento de Lavagna, que era un dique de contención del gastomaníaco de la Patagonia. Así siguió hasta 2007, cuando perdió el superávit fiscal. Y en noviembre de 2007, antes de que Cristina asumiera, aumentó las retenciones de la soja de 27 al 35% y en 2008, con la guerra del campo, lo cual es historia conocida. A su muerte, Cristina amplió el Estado benefactor y el resultado fue que los empelados públicos, de dos millones que tenía Duhalde, pasaron a los cuatro millones actuales entre Nación, provincias, municipios y entes descentralizados, y se nombraron los parientes de los parientes, creándose una «cadena de la felicidad» de millones de personas incluidos planes sociales y empresas de construcción como las de Schoklender y Milagro Sala.

La habilidad de Kicillof hizo que la bomba no explotara. Y no explotó con Macri porque está desactivando todas esas bombas a un costo alto, al punto que el «lavado de cerebro» que dice el economista Miguel Broda hace creer a millones de argentinos que Macri incrementó la inflación y las tarifas y es el responsable de estos aumentos exorbitantes en los supermercados mientras el gobierno no hace nada, porque no tiene una política antimonopolios.

A todo esto hay que agregarle los cortes de luz y el febrero más caluroso de la historia, donde mucha gente cree que la culpa es de Macri.

Es urgente que Durán Barba y Marcos Peña tomen conciencia de esta situación y esta vez les expliquen a millones de argentinos que lo que se vivió durante doce años y medio fue una ficción que se terminó.

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