Por Rodolfo Patricio Florido.-

Primero perdieron en Mendoza (terceros), luego perdieron en Santa Fe (terceros) Neuquén (segundos) y en Capital quedaron terceros a 3 puntos de Lousteau-Ocaña y a 30 de Larreta-Michetti; ahora dicen que Scioli, a quien repudiaban, es su hombre para la “continuidad del proyecto”. Claro que es difícil imaginarse a Scioli rodeado por la Cámpora mientras le cantan… “Daniel, Daniel, Daniel corazón, acá tenés los pibes para la Liberación”

Si hay algo que sabe hacer el cristikirchnerismo es crear ficciones y avanzar aún cuando todo les debería marcar prudencia y reflexión. El INDEC para dibujar la inflación, el ANSES para distribuir dinero entre todos menos entre los jubilados. Ahora, quieren hacerle creer al país que las derrotas son triunfos. Desgraciadamente hay quienes se suben a esa composición dialéctica no matemática. Luego de esta derrota de Mariano Recalde de la Cámpora, no son pocos los que se preguntan si a Scioli no lo sepultará un Vice de esa agrupación. ¿Scioli se lo pregunta? Debería. Hoy por hoy, la Cámpora es un ejemplo de núcleo duro, militantes disciplinados y pureza ideológica, y, al mismo tiempo. una carga electoral negativa.

El domingo a la noche en 6, 7,8 pasaron de la euforia de Aníbal Fernández, felicitándose por la comprensión porteña del “Proyecto Nacional” y afirmando que estarían en la segunda vuelta electoral para ganar luego la Capital, a la desazón más absoluta y buscando formas dialécticas para separar el sentimiento porteño del resto del país. Así, afirmaron cosas como estas…: «Cuando vas a un restaurante, siete u ocho porteños están en contra del gobierno nacional»; «Probablemente, sea la peor elección del FPV a nivel país de todas las que van a venir»; «Es un día de desilusión»; «En la ciudad votan otros valores, que no son los nuestros». Es cierto, la Capital tiene mejores ingresos y menos clientelismo.

Scioli está preocupado, todavía no tiene un candidato muy competitivo para la Provincia de Buenos Aires y Martín Insaurralde es tan rechazado por el purismo del Frente Para la Victoria, que el camino de Francisco de Narváez y el de María Eugenia Vidal, especialmente esta última, muestra más posibilidades de crecimiento que de amesetamiento.

Lo cierto es que; en cualquier caso, no parece este año un año en el que un candidato a Gobernador del 38% del padrón electoral se muestre como un ganador sólido que le dé a su candidato presidencial el oxigeno necesario para poder afirmarse fuertemente en el proceso electoral nacional. Solo Massa puede hacer esa diferencia, pero Massa, por lo menos por ahora, sigue con su proyecto Presidencial. Entre su cabeza y el corazón una idea le debe seguir sobrevolando… ¿continuar con su proyecto presidencial o asegurarse la Provincia de Buenos Aires, terminar con las aspiraciones de Scioli, firmar el certificado de defunción del cristikirchnerismo y prepararse de la mano del peronismo para otro intento dentro de unos años?

Macri espera. Él no da el paso, apuesta a la polarización. Su esquema es más ambicioso aún. Si gana la Presidencial, termina con Scioli, daña el proyecto de Massa a futuro y deja que el cristikirchnerismo siga encerrando al peronismo en esa lucha interna ideológica que tantas veces devoró hacia el interior del mismo a tantos candidatos. Su percepción puede no estar del todo errada, pero tiene una debilidad importante. Scioli. Éste, aún está fuerte en las mediciones y si bien Macri entraría claramente al ballotage, corre el riesgo de que esta suerte de pan peronismo que implica Sergio Massa con De la Sota y Rodríguez Saa, incline su decisión de segunda vuelta sobre Scioli y así destronar el sueño de Mauricio Macri y sus acuerdos con una UCR que no encuentra un liderazgo definido. Claro que Scioli no está considerando que los votantes de Francisco de Narváez podrían migrar masivamente hacia Macri. Claramente el “colorado” es el cuadro -por ahora massista- más opositor a cualquier forma de expresión kirchnerista y, sus votantes, tienen igual impronta.

Si bien nada es tan lineal y aún falta bastante tiempo, Macri y Massa deben estar considerando estos escenarios. Claramente, la perdedora de la interna porteña, Gabriela Michetti, esto lo ve y por eso habla de ampliar los acuerdos. Que haya perdido no significa que no le asistan razones. Desde el Frente para la Victoria harán todos los esfuerzos necesarios para que este camino Macri – Massa (o sectores próximos a Massa, como Francisco de Narváez) no se construya. El gobierno sabe que si Massa crece y es él el que entra en la segunda vuelta, todos los votantes de Macri irán hacia Massa antes que depositarse en un heredero del FPV. Pero también sabe que si la ecuación es inversa el traslado no será idéntico, aunque tampoco se favorecerá exclusivamente el sciolismo.

Por su parte, Scioli tiene un buen panorama por delante pero corre el riesgo de que este se dinamite si acepta a Kicillof y / o a un kirchnerista de esa cepa de paladar negro y le arman las listas de diputados nacionales con esa orientación. Scioli se hace el disciplinado porque lo único que quiere es la candidatura, pero lo cierto es que sabe que puede perder muchos puntos si el electorado que lo sigue por su moderación y su perfil de kirchnerista golpeado por el fundamentalismo del mismo kirchnerismo, lo abandona y migra hacia el massismo o el macrismo.

Mientras tanto los temores de Cristina al pensar que Scioli hará con ella lo que su marido hizo con Duhalde la sobrevuelan y por eso quiere rodearlo, blindarlo, limitarlo al máximo y quizás… con Máximo.

Los próximos 2 meses nos mostrarán si en la Argentina están naciendo Estadistas o si simplemente será una nueva elección de egos sobredimensionados con visión de túnel.

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