Por Sebastián Dumont.-

A pesar de las repercusiones que se generaron a partir de la tapa del diario Clarín del domingo, la candidatura de Florencio Randazzo a senador en la provincia de Buenos Aires aún es puesta en duda por varios actores políticos. Es más, desde distintos sectores adjudican la maniobra a un intento de instalación para medir hasta dónde llegan las repercusiones y cuál es la reacción de la propia Cristina Kirchner. La mayoría de las fuentes están convencidas de que no habrá una interna entre la ex presidente y el ex ministro del interior.

La tapa de Clarín fue muy elocuente. Dar como principal noticia un domingo una posible candidatura a senador para una interna partidaria parece demasiado. Sobre todo cuando ni siquiera el principal protagonista la confirma de su propia boca y sí a través de un diálogo que habría mantenido con el dirigente sindical de la Unión Ferroviaria.

Al parecer, la postulación de Randazzo obedece más a saciar las necesidades de otros que la del propio hombre de Chivilcoy. Aquel distrito de la cuarta sección electoral es de por sí emblemático. De allí surgió el Flaco, quien luego de ser diputado por primera vez aseguran que se olvidó rápidamente de quienes lo ayudaron a llegar. De Chivilcoy es también Héctor Magnetto, quien justamente le ofrece la tapa del Gran Diario Argentino para ponerlo en escena más que nunca. Y no son pocos los que afirman que parte del ascenso de Randazzo en el mundo K, el mismo que hoy intenta hacer olvidar, mucho tuvo que ver otro hombre de esa misma geografía bonaerense: el Chango Icazuriaga, ex señor 5 durante la mayoría del mandato de CFK.

Pero también aparece Randazzo como la apuesta de un grupo de dirigentes que quiere dejar atrás su pasado K, sabedores de que un triunfo de la ex presidente los regresaría al mero rol de aplaudidores, en el mejor de los casos. El problema es que todas las encuestas son contundentes en el conurbano: la única que mide algo es Cristina Kirchner, quien se acerca al 34 por ciento en todo el área metropolitana, primer y segundo cordón.

Así las cosas, todo se enmarcaría, por ahora, en un mero ensayo. A punto tal que los intendentes del grupo Esmeralda, promotores de esta maniobra, todavía no se animan a dar el portazo definitivo. Lo esperan a Randazzo que confirme de su propia boca. Y ello será difícil por ahora.

En definitiva, Randazzo apuesta a la estrategia que le sirvió a Massa en 2013: jugar al misterio de su postulación para lograr que todos hablen de él y así instalarse en la opinión pública. De algo habrá que estar seguro: quien quiera captar la conducción de un “nuevo” peronismo deberá dejar atrás el “fantasma” de CFK. No hay otra. Y eso lo otorgan sólo las urnas. Guste o no.

Después, habrá especulaciones de todo tipo. Desde una interna Scioli-Randazzo para diputados con Cristina como senadora, hasta que no se presente ninguno de estos actores. Todo puede pasar. Notas al margen, Daniel Scioli estaría cada vez más convencido de no presentarse en estas condiciones, salvo que CFK lo elija como su candidato si ella decide pasar el turno.

Por lo pronto, Randazzo pasa a ser ahora la “Esperanza blanca” de aquellos sectores que buscan terminar con la figura política de la ex mandataria. Y en ese grupo están desde intendentes, empresarios, medios de comunicación y el mismo gobierno que sigue adelante con su doble tarea de polarizar y dividir al peronismo en la mayor cantidad de porciones posibles hasta hacerlo, en la medida que pueda, invisible.

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