Por Carlos Tórtora.-

La carta de Cristina Kirchner en parte dejó entrampado a Alberto Fernández. Cualquier recambio de funcionarios que éste realice en estos días sería leído como un gesto de acatamiento del presidente a las críticas al funcionamiento del gobierno de la vicepresidenta. En otras palabras, como una subordinación. Por el contrario, si pasara el tiempo y no hubiera cambios, podría entenderse que AF es inmune a la postura de CFK. Así las cosas, es probable que aquél opte por un camino intermedio como es el efectuar algunos cambios escalonados en el tiempo. No es probable -dicen en la Casa Rosada- que Santiago Cafiero deje por ahora su cargo, porque la jefatura de gabinete impacta sobre el funcionamiento de todos los ministerios. Todas las miradas están puestas ahora en Martín Guzmán, que ayer trajo una tranquilidad provisoria. Mientras analizan nuevas medidas para seguir reduciendo la brecha cambiaria, en el Ministerio de Economía festejaron este miércoles el exitoso round que tuvo la colocación del nuevo bono atado al dólar. Del equivalente en pesos a USD 1.000 millones, el Tesoro logró obtener 60% más, lo que demostró la avidez que existe en el mercado por este tipo de instrumentos que le dan certidumbre al inversor respecto del futuro cambiario.

Cómo distraer

Lo que no se puede negar es que el gobierno se mueve en el día a día y que apuesta a ganar tiempo como una estrategia en sí misma. Al presidente le queda una bala de plata para distraer la opinión pública de la crisis económica y ganar tiempo hasta fin de año: enviar de inmediato el proyecto de ley de legalización del aborto, que está frenado desde que empezó este ciclo de gobierno, en parte gracias a la pandemia y también por las negociaciones subterráneas con la Iglesia. Existe una razón de peso para que el proyecto se trate este año y es que los riesgos de perder las votaciones en el Congreso aumentarían el año que viene al haber elecciones. Los beneficios son obvios: no sólo se trata de un factor de distracción enorme sino que divide a Juntos por el Cambio, donde el abortismo tiene una considerable cantidad de adherentes. Además, el polémico proyecto aseguraría largas semanas de su tratamiento en comisiones con un alto nivel mediático. Lo suficiente como para intentar manejar la crisis económica, el riesgo de devaluación y la tensión cambiaria con menos presiones que en las últimas semanas. De esto, entre otras cosas, habrían hablado largamente el presidente y Sergio Massa.

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