Por Guillermo Cherashny.-

La crisis de liderazgo que sacude al Frente de Todos no es tan diferente entre quienes quieren atrasar el salario real y los que quieren aumentarse o un debate de ideas entre los que siguen al presidente y los cristinistas puros. En efecto, si bien los planteos del cristinismo son irracionales, lo que están ejecutando Alberto y Guzmán -que son buenos comentaristas de la realidad pero no actúan en consecuencia, por ejemplo, los estatales tuvieron aumentos del 80% avalados por el albertista Claudio Moroni demuestra que Alberto es tan gastomaníaco como Cristina y también coinciden en el perverso sistema de los planes sociales por los cuales es mejor cobrar sin trabajar que conseguir un trabajo registrado donde tiene que estar 8 horas por día. Sólo se diferencian en que los K quieren aumentos por encima de la inflación sin aumento de la inversión y la productividad.

La política económica del gobierno no propicia la inversión privada en la inteligencia de que sólo el Estado debe invertir porque, los privados son egoístas y malos argentinos. Por eso Argentina tiene políticas irracionales que no tuvo la izquierda brasileña, ni la chilena, y sólo se parecen a los venezolanos, con la salvedad de que el cristinismo es democrático y no es autoritario pero tiene el mismo signo anti inversor privado que el régimen de maduro.

Donde las diferencias son notables es en lo personal, ya que Cristina lo eligió a Alberto como jefe de estado y no de gobierno. El problema es que él se la creyó y sus resultados son muy malos. Pero él cree que vendrá un segundo semestre con mejoras en la baja de la inflación -lo cual es poco probable- y resulta intolerable para Cristina, que quería un pelele, porque piensa que no tiene peso político. Y eso es verdad pero obviamente eligió muy mal.

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