Por Guillermo Cherashny.-

Los más veteranos analistas de inteligencia y conflictos sociales recuerdan los episodios de 1989, cuando un grupo de violentos incendiaron la sastrería Modart en Diagonal Norte y Florida en ocasión de una marcha de Saúl Ubaldini y la CGT contra el presidente Alfonsín. Modart era una casa de trajes de clase media muy conocida y el gobierno de entonces le echó la culpa de su incendio a un grupo de derecha peronista entre los que estaba el ascendente «Caballo» Suárez y algunos carapintadas, pero desde el peronismo acusaron al «Coti» Nosiglia, entonces Ministro del Interior, de provocar esos incidentes para impedir el triunfo electoral del peronismo en 1989. También se le atribuyó a Nosiglia inflar la candidatura del «impresentable» Carlos Menem para que le ganara la interna a Antonio Cafiero a través de Luis Barrionuevo. Pero las dos jugadas salieron mal, ya que tras los incidentes violentos, la mayoría de la población, cansada de cinco años de alfonsinismo, se inclinó por la tesis de que Nosiglia promovió los incidentes para desprestigiar al peronismo y Carlos Menem se hizo «presentable» y ganó las elecciones presidenciales en el 89.

Treinta años después, la historia vuelve a repetirse. Según fuentes de inteligencia, barras bravas de Boca Juniors y otros clubes habrían sido contratados por la AFI de Gustavo Arribas y por la ministra de seguridad Patricia Bullrich sabiendo que el bloque de Unidad Ciudadana exigiría la suspensión de la sesión y postergar el tratamiento. Mientras tanto, el trotskismo vernáculo se sumó a los barras bravas y obligaron a la Policía Metropolitana a poner orden y, de paso, jerarquizar a la ministra de seguridad, que exige mano dura y acusa de blando a Horacio Rodríguez Larreta, el jefe de gobierno, que se mantiene prudente y quiere evitar inconvenientes mayores.

Finalmente, el ala dura del gobierno -es decir Macri, Arribas y Patricia Bullrich- lograron que los K y los troskos mordieran el anzuelo y se hicieran cómplices de los destrozos y desmanes. Una vez iniciados los incidentes, los barras bravas se retiraron y dejaron a los troskos y otros revoltosos, que se sumaron y que al otro día fueron liberados. Pero el gobierno demostró una vez más que los K no deben volver más.

Share