Por Guillermo Cherashny.-

Después de armar un show televisado por celular, la ex presidente decidió presentarse en el juzgado de Claudio Bonadío en Comodoro Py y, si bien el juez federal exageró en su rigor para que Cristina no «tocara el pianito» en Río Gallegos y que ahí mismo se le hiciera el informe socio ambiental y que ella tenía pasaje para llegar el martes a la noche, asesorada por sus abogados decidió darle el gusto al juez.

En efecto, si bien es cierto que el magistrado sólo la podía llevar por la fuerza al juzgado y era dudoso que la policía metropolitana accediera a ese procedimiento, el temor de la ex presidente era que el juez estimara que se cumple una de las dos causas de detención: no estar a derecho u obstaculizar el proceso. Y en este caso sería el último extremo, una arbitrariedad del magistrado, pero él podría considerar que no sólo ella no se considera una ciudadana común sino que obstaculiza de algún modo la investigación. Y como un 65% de la opinión pública quiere que sea detenida y está harta de la lentitud de la justicia, ella terminó con sus caprichos, anunció que se presentaba y pidió a sus partidarios que la esperaran en el aeropuerto, su domicilio o los tribunales.

Contemporáneamente con esta situación, la consultora de Analía del Franco, que dejó de ser contratada por el anterior gobierno y supuestamente pagada por algún intendente, presentó un estudio en donde CFK tiene entre imagen muy buena y buena el 49%, sorprendiendo a los demás consultores, muchos de ellos cercanos al Frente para la Victoria, y la pone primera en las encuestas con el 33%, un poco menos del 30% a Cambiemos y Massa-Stolbizer con cerca del 20%, cuando es unánime la opinión de todos sobre que este binomio supera a todos los demás.

La propia CFK, temerosa de ir presa y no pudiendo presentarse por Santa Cruz, donde tiene la posibilidad de fueros seguros, arrugó ante el juez.

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