Por Carlos Tórtora.-

El próximo miércoles se anunciarán las primeras medidas económicas y empezará a develarse si Sergio Massa tiene chances de revertir la actual situación. El nuevo ministro se encontró con una señal positiva de los mercados con la baja de casi 20 puntos del dólar blue, para algunos, obra de algunos empresarios amigos suyos.

La ola de versiones sobre qué hará éste dan para todos los gustos, pero si bien el panorama económico es confuso, sí se plantean en cambio algunas nuevas tendencias políticas. Una nueva realidad es que el eje de poder que componen Cristina Kirchner y Sergio Massa está sometido desde el inicio a fuertes tensiones. El futuro Ministro de Economía podría tomar medidas de ajuste y poner en marcha una devaluación, mostrando además un perfil pro mercado, Si Massa girara entonces a la derecha y obtuviera resultados positivos, acumularía entonces un enorme poder político atrayendo desde ya a los gobernadores peronistas y a la misma CGT. El empresariado en general y los sectores que alentaron al albertismo podrían ponerse entonces a disposición del tigrense. Él dejaría de ser en este caso el jefe del pequeño grupo del Frente Renovador y se perfilaría como un fuerte candidato a presidente por el Frente de Todos. Si se diera esta situación, Massa podría ofrecerle a CFK ser su nuevo Alberto para el 2023, aunque está claro que él tiene una voracidad de poder que lo distingue. En otras palabras, si acumula poder político, el tigrense podría volverse incontrolable.

En esta hipótesis, Cristina Kirchner se encontraría ante un efecto político dual: el éxito de Massa podría volverlo incontrolable y la debilitarla a ella de un modo significativo. Y, en caso contrario, de fracasar el nuevo ministro, Cristina vería hundirse bajo sus pies al Frente de Todos, que ya en algunas encuestas está disputando el tercer puesto con Javier Milei. Para la vicepresidenta, entonces, tanto el éxito como el fracaso de Massa entrañan peligros importantes.

Alberto

El restante miembro del triunvirato gobernante tiene una situación distinta a los otros dos. Alberto necesita con desesperación de la cuota de gobernabilidad que puede otorgarle Massa pero su éxito también lo golpearía porque este último podría avanzar rápidamente sobre otras áreas de gobierno que todavía conserva el albertismo, como la Cancillería y el Ministerio de Trabajo. El presidente también puede aspirar a ser el intermediario en caso de que, lo que es probable, las cosas se pongan tensas entre Cristina y Massa. Por el momento, a Alberto no le queda más remedio que dejar que su nuevo ministro ocupe la centralidad del gobierno.

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