Por Carlos Tórtora.-

El aislamiento social, preventivo y obligatorio que debe administrar Alberto Fernández tiene un problema extra que no ocurre en la mayoría de los países: el Congreso está paralizado. Si a esto le sumamos que el poder judicial está de feria para favorecer la aplicación de la cuarentena, el resultado es que sólo uno de los tres poderes del estado se encuentra funcionando. La ausencia del Congreso se da en el marco de una nueva disputa política. Cristina Kirchner resolvió transferirle a la Corte Suprema la responsabilidad sobre la vuelta a sesionar del Congreso mediante teleconferencias a través de un pedido de declaración de certeza de 30 páginas que se funda en un supuesto estado de gravedad institucional. La postura más estricta marca que la Corte, como cualquier tribunal, sólo puede expedirse sobre un expediente que llega a su conocimiento por apelación o competencia originaria. La Corte, hábil en estratagemas procesales, le giró el pedido al Procurador de la Nación Eduardo Casal para que éste se expida.

Se descuenta entonces que Casal objetará el pedido y no aceptará el argumento de la gravedad institucional. De ser así y eludir la Corte una definición, a CFK le quedaría el recurso de culpar al alto tribunal por la paralización del Congreso, lo que ya empezó a hacer el kirchnerismo haciendo correr que Carlos Rosenkrantz no quiere que se sancione el proyecto de ley de impuesto a la riqueza.

Mientras tanto, hay iniciativas sensatas -como la proponen muchos legisladores de la UCR- para que se sesione en recintos que posibiliten mantener las distancias del aislamiento social, como sería el Teatro Colón, por ejemplo.

La suma del poder

Que el único poder que funcione sea el ejecutivo es una ventaja relativa para Alberto Fernández, porque en realidad lo deja con toda la responsabilidad de las decisiones y sin contar con apoyo legislativo.

El presidente tomó el desafío con entusiasmo y más aún al ver que su imagen positiva roza el 80 por ciento. Ante lo difícil que resulta destrabar la situación, el presidente de la Cámara de Diputados Sergio Massa optó por bajar el perfil. Hasta ahora, sólo el radical Alfredo Cornejo le apuntó frontalmente al gobierno diciendo que el kirchnerismo esconde sus miserias con la cuarentena, en referencia a la designación reciente de 400 funcionarios en la ANSES. De los países de la región, no se sabe de ninguno donde el Poder Legislativo esté paralizado por el coronavirus y sin fecha de reactivación. Por supuesto que hay quienes en el gobierno toman a esta situación como un beneficio y deslizan que Alberto tiene ahora carta blanca para hacer y deshacer a su gusto.

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