Por Guillermo Cherashny.-

El gobierno de Macri fue el primero en lograr tener fuego amigo y enemigo a la vez y eso se da en los gobiernos que son coaliciones de partidos y alguno de ellos se siente afuera del gobierno pero no de la alianza y así pasó en el período 2015/2019, cuando Cornejo cuestionó el aumento de tarifas y Carrió criticaba a Garavano y Majdalani. En cambio, en el PRO existía unanimidad total, basada en el verticalismo que imponía Mauricio Macri.

En este gobierno del Frente de Todos, la coalición está integrada por Unidad Ciudadana, el Partido Justicialista y el Frente Renovador, que es el que más diferencias tiene con los otros dos partidos. Pero Sergio Massa, su líder, se mantiene en silencio y apoya sin condiciones a Alberto Fernández, en tanto el Partido Justicialista, a través de los gobernadores, tiene una actitud similar a la de Sergio Massa; incluso Juan Schiaretti no desliza ninguna crítica, pese a que en Córdoba el antikirchnerismo es muy fuerte.

El problema del fuego amigo se da en el cristinismo, donde en los últimos días surgieron la más duras críticas al presidente y entre ellas se destacó la de Alicia Castro, embajadora argentina en Moscú, quien públicamente cuestionó al presidente por decirle «amigo» a Horacio Rodríguez Larreta. Siguió Hebe de Bonafini criticando la presencia de empresarios en el acto del 9 de julio, que tuvo gran repercusión, porque el domingo pasado la vicepresidente elogió una nota de Alfredo Zaiat en Página 12, donde criticaba al sector empresario diciendo que los dos grupos principales, Techint y Clarín, son grupos trasnacionales y no se consideran pertenecientes a la burguesía nacional.

En verdad, Cristina no criticó la presencia de empresarios el 9 de julio sino que obviamente a Clarín y Techint no los considera como apoyos al gobierno sino más bien como enemigos y en cuanto a Clarín, si bien coincide con la vice, no lo dice en público y sobre el conglomerado empresario de Paolo Rocca no debe pensar muy distinto, pero ese elogio vicepresidencial permitió que Hebe, que no repara en nada, dijera que el gobierno se iba a pique. Ahí algunos analistas interpretan que Cristina discrepa con la manera de gobernar de Alberto y en una cuestión tienen razón y es el tema judicial y la relación de amigos de Alberto, como Marcela Losardo, ministra de Justicia, y Olmos, el jefe de asesores del presidente, mantienen buenas relaciones con Angelici y sus hombres en la Justicia, como el fiscal Mahiques, un mercedino que es amigo también de Wado de Pedro. Pero éste es un hombre clave de La Cámpora.

CFK puede coincidir en que la AFI no se meta más en Comodoro Py pero quizás discrepa con los tiempos, porque atacar a Comodoro Py al empezar el gobierno, tardar ya siete meses en una reforma judicial que no tiene plazo hasta ahora y rebanarles la jubilación a los magistrados es ponerlos en contra, cuando Cristina necesita que los jueces, por sentido de ubicación, actúen como hacían en el macrismo, es decir, hacer la vista gorda con las desprolijidades del anterior gobierno y como el Dr. Beraldi, el abogado defensor de la vice y de Cristóbal López y Fabián de Sousa, detectó errores técnicos graves en todas las causas contra los tres, era innecesario acusar a Comodoro Py de connivencia con la AFI y también quizás desarticular esa relación antes que los jueces se ensañan contra Cristina en todas su causas, cuando muchas de ellas se caen solas por defectos técnicos.

El oportunismo de Comodoro Py se lo termina y liquida en un día o se hace silencio y se logará lo que se necesita y después sí borrarlo como tribunal clave, dicen los juristas cercanos a la vicepresidencia.

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