Por Carlos Tórtora.-

Ayer a la noche, era de esperarse que con el anuncio de las nuevas restricciones, Alberto Fernández se hiciera tiempo para explicar cómo seguirá el plan de vacunación y cuál será la estrategia del gobierno para acelerar la misma. Esto no ocurrió y, es más, no hizo referencia a que la verdadera salida de la crisis sanitaria pasa por la vacunación. Apenas hubo menciones genéricas a sus diálogos con el presidente de México Manuel López Obrador y con Vladimir Putin.

Esta debilidad del discurso presidencial se notó más por cuanto volvió a valorizar en exceso la supuesta eficacia del confinamiento total. Surgen entonces múltiples interrogantes. ¿Qué pasará si, cumplidos los nueve días de confinamiento total, no se logran resultados decisivos? ¿Prolongará entonces el presidente el confinamiento total? Si estamos ante un cierre por tiempo indefinido, puede reaparecer la protesta social. Esto a menos de tres meses de iniciarse la campaña electoral y con el riesgo para el oficialismo de que florezca el voto castigo. Da la impresión de que Alberto está jugando al límite sin contar con la seguridad de que en los próximos 60 días podrá -vacunación mediante- bajarse significativamente los índices de contagio.

Si el presidente extendiera el confinamiento, se arriesgaría a una explosión social; pero si no lo hace, puede quedarse sin herramientas para combatir la pandemia, por lo menos hasta que la vacunación esté más avanzada.

Doble estándar

En el entorno de Cristina Kirchner se insiste en creer que los contagios cederán antes de la campaña electoral y que el grueso de la gente volverá a votar en función de su situación económica. De ser así, la solución para el gobierno es realizar un confinamiento trucho. Esto es, hacer la vista gorda en el conurbano, dejando que la economía informal siga funcionando pese al teórico confinamiento, aplicando controles sólo para la clase media porteña, que no vota al gobierno. Esto se pondrá en evidencia en los controles que se hagan en los accesos de la ciudad. Si los mismos son escasos, se estaría evitando tensar más la situación social.

Este doble estándar parece ser la clave del actual esquema de emergencia.

En síntesis, que Alberto se ve obligado por el fracaso de la vacunación a repetir las recetas del año pasado pero con el reloj en tiempo de descuento para las elecciones y la paciencia social mucho más deteriorada que en el 2020.

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