Por Alexis Di Capo.-

Alberto F aprovecha el tiempo de espera para su asunción para construir una política exterior y en una semana no sólo se reunió con Manuel López Obrador sino que habló por teléfono con Donald Trump y Emmanuel Macron. Es obvio que el presidente electo intenta tomar vuelo a partir del Grupo de Puebla tratando de no quedar fagocitado por los condicionamientos de la negociación que se iniciará con el FMI.

Tratándose de un presidente peronista, la presión internacional para que defina un programa económico razonable es mayor que lo normal. Pero, dadas las circunstancias, mantenerse en la franja de la ambigüedad es el único recurso que Alberto parece haber encontrado para no limitarse con definiciones que después serán difíciles de sostener. Esta ambigüedad se extiende a lo político, donde tampoco abundan las definiciones y predomina el lenguaje gestual. Ante cada situación nueva, Alberto F responde mediante una foto con los gobernadores, la CGT o ambos, queriendo dejar en claro que no estamos ante nuevas alianzas sino frente a un esquema de poder institucional.

En cuanto al mejoramiento de las relaciones con el macrismo, el reciente diálogo con el presidente saliente fue flor de un día. Ni bien apareció el fantasioso informe sobre la gestión económica de Macri elaborado por Marcos Peña, Alberto lo descalificó y la relación volvió a tensarse, aunque queda el saldo positivo de una transición ordenada.

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