Por Guillermo Cherashny.-

El presidente está golpeado por la aparición del libro de Silvia Mercado que se titula “El presidente que no quiso ser» y decidió nombrar a tres ministras mujeres en el gabinete. Pero no sólo eso se atribuye la estabilización temporal que logró Sergio Massa y el cumplimiento del acuerdo con el FMI, que el presidente reivindica como su política económica desde que asumió designando a Martín Guzmán y Silvina Batakis, que fueron torpedeados por el kirchnerismo cuando firmó con el FMI. Entiende que el peronismo debe aggiornarse como los gobiernos de centro izquierda en la región con las gestiones de Petro, Boric, Castillo y seguramente Lula, por sostener la disciplina fiscal con inclusión social que parecería que sectores del kirchnerismo no comparten, como también su decisión de crear un comando conjunto en Villa Mascardi, que generó la renuncia de la ministra y la crítica de sectores K que no creen que se deba reprimir a los pseudo mapuches aunque cometan delitos. Asimismo, al designar a Kelly Olmos en Trabajo, no tuvo en cuenta al sindicalismo K ni a la CGT, sus aliados hasta ahora.

Ayelén Mazzina, la puntana alineada con Rodríguez Saá y miembro de la comunidad LGTB, fue una señal a los gobernadores y Tolosa Paz, de su círculo íntimo de Vilma Ibarra y Gabriela Cerruti de la rama feminista, cuando antes había sólo una mujer como la Gómez Alcorta.

El kirchnerismo se mantuvo en silencio, lo mismo que el ministro de economía, que no quiere ahondar en la helada relación entre el presidente y la vice.

Falta saber con el correr del tiempo si Alberto quiere ser el presidente con poder.

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