Por Carlos Tórtora.-

En la Argentina, a la inversa de lo que ocurre en la mayor parte del mundo, las estrategias de política exterior suelen ponerse en ejecución para satisfacer objetivos de política interna. Éste sería el caso de Alberto Fernández, que acaba de dar un giro antiyanqui con su defensa de Cuba, Nicaragua y Venezuela para que éstos participen de la Cumbre de las Américas en Los Angeles. La negativa de los EEUU a invitar a estos países podría llevar a Fernández y a su aliado el mexicano AMLO a protagonizar una especie de contracumbre. De este modo estentóreo, el presidente intenta arrebatarle a Cristina Kirchner las banderas de la supuesta lucha contra el imperialismo que ella tradicionalmente levanta. En otras palabras, Alberto busca reperfilarse para el 2023 como un representante de la izquierda latinoamericana, aprovechando el probable triunfo de Gustavo Petro en las presidenciales colombianas y el también probable retorno de Lula al poder. Esencialmente oportunista, el presidente ve la ola y se prepara para surfearla creyendo que así se colocará más cerca de la posibilidad de la reelección.

Folklore

En congruencia con lo anterior, Alberto recientemente le dedicó varias horas al líder del Movimiento Evita, Emilio Pérsico, que es la columna vertebral del armado político de la Casa Rosada. Todo esto gira obviamente en torno a la creencia albertista de que habrá un descenso de la espiral inflacionaria, que a fin de año bajaría a unos 3 puntos y que haría subir la desplomada imagen del presidente. El optimismo albertista se basa también en que la vicepresidente tiene una tendencia a descender en su imagen positiva, lo que lleva a la suposición de que el presidente podría mejorar.

La aventura de Alberto como nuevo pretendiente a líder de la izquierda latinoamericana incluye la inminente compra de los cazas chinos JF 17 Thunder.

Share