Por Carlos Tórtora.-

El gobierno de Cambiemos sorprendió desde tiempo atrás porque sus resultados fueron inversos a las expectativas que la sociedad en su conjunto tenía. Es decir que sus éxitos económicos fueron escasos y sobre todo de escaso impacto social mientras que sus triunfos políticos sobresalieron a partir de una oposición atomizada. La doble crisis de esta semana -cambiaria y por el rechazo al tarifazo- profundizaron la tendencia señalada. Pero con la agravante de que la exhibición de la pesada herencia recibida y de la corrupción kirchnerista ya no producen en las capas medias una reacción automática de apoyo al presidente. Sencillamente es que el principal recurso político del oficialismo para mantener disciplinadas a las capas medias, esto es, el rechazo a la era K, es un recurso no renovable y casi agotado. De ahí que en medio del vendaval producido por el alza del dólar, que obligó a Adolfo Sturzenegger a llevar las tasas al 30,25%, fueron convocados de urgencia a la Casa Rosada Jaime Durán Barba y su socio Santiago Nieto. Es que la imagen positiva del presidente venía mostrando un declive moderado pero firme y el rechazo al tarifazo podría ahora ahondar esta tendencia. Ya desde antes, una quincena atrás, el macrismo se empezó a curar en salud con un operativo para que Macri ocupara el centro de ring y se mostrara firme en el manejo del timón. Contra su costumbre, el presidente grabó un aviso en Vaca Muerta explicando la política tarifaria y ratificó personalmente a Juan José Aranguren para que no quedaran dudas. También la difusión muy anticipada del alejamiento de Emilio Monzó de la Cámara de Diputados (dejara su presidencia en diciembre del año que viene) fue un mensaje, en este caso hacia las filas del macrismo: en el PRO no hay espacio para los disidentes que, como Monzó, proponen una política de acuerdos con el peronismo.

Otro mensaje para reforzar la conducción presidencial deteriorada por el aumento del rechazo público fue la casi mula atención que el gobierno le prestó a la conducción de la UCR y a Elisa Carrió, que reclamaron una modificación de los aumentos tarifarios a favor de los usuarios. Apenas consiguieron la promesa de que las nuevas tarifas se podrían pagar en cuotas.

En síntesis, el diseño de Durán Barba para sortear la actual borrasca es de un Macri aferrado a su ortodoxia y que no cede ni siquiera ante el reclamo de sus aliados.

Fundados temores

Hoy por hoy, la caída de la imagen de Macri como tendencia pasa a ser un problema de primer nivel en varios sentidos. Tal como se perfilan los números, el presidente estaría cada vez más sujeto a una Vidal-dependencia para retener su sillón el año que viene. Es decir que la brecha que se dé entre la gobernadora y el candidato peronista que se le oponga sería la carta decisiva para la reelección de Macri. De ahí que la usina oficialista, a través de distintos medios, también haya marcado estos días que Vidal responde “incondicionalmente” a su jefe.

La Vidal-dependencia hoy no tiene mayor costo político para Macri, pero esto puede cambiar a medida que se acerque el año electoral. Y tampoco se puede descartar que la gobernadora empiece a pasar facturas.

El otro tema que inquieta al oficialismo tanto como el dólar o las tarifas es que Macri deba recurrir a un ballotage para ser reelecto. Después de cuatro años en el poder, para cualquier presidente ser reelecto en una segunda vuelta, que encima puede ser disputada, es un signo de debilidad importante y que puede marcar su segundo período. Ni el más optimista de los consultores oficiales cree que Cambiemos pueda alcanzar el 45% de los votos para evitar así el ballotage. La otra alternativa es llegar al 40% con el 10% de los votos de diferencia sobre el segundo. A esto le apunta el macrismo mediante una elaborada estrategia de fragmentación del peronismo que lleve a que se presenten por lo menos tres candidatos de este sector.

Cristina Kirchner, por su parte, da muestras de entender claramente el juego oficial y se sustrajo de la polarización con Macri adoptando un perfil bajo que sólo interrumpe para hablar de temas de impacto social como las tarifas. El prelanzamiento de Agustín Rossi como presidenciable es un globo de ensayo que arroja el cristinismo con la convicción de que sólo la ex presidente podrá retener a todos los votantes del sector. En el bando no K, florecen como nunca las versiones y las figuras. Se menciona la reaparición en el ruedo de José Manuel de la Sota y las intenciones de Luis Barrionuevo de estirar su intervención hasta bien entrado el año que viene, para convertirse en el gran elector de los candidatos y las alianzas del PJ.

En definitiva, la doble crisis de esta semana -tarifas y dólar- deja la incógnita, que se resolverá en días más, acerca de si el presidente profundiza su caída en la aprobación en la clase media y nos acercaríamos entonces a otra crisis, en este caso de la autoridad presidencial.

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