Por Carlos Tórtora.-

Por primera vez desde que comenzara el Olivosgate, en la Casa Rosada se advierten gestos de distensión. El motivo principal es que la mayor parte de las encuestas señalan que el Frente de Todos ganará en Buenos Aires el próximo 12 por un margen aproximado del 5%. Esto sería suficiente como para que el kirchnerismo se proclame vencedor, pasando por alto las probables derrotas en Capital, Córdoba, Santa Fe y Mendoza. Aparentemente, la erosión causada por el Olivosgate no estaría haciendo mella en el núcleo duro del voto K. En cambio, los consultores del oficialismo destacan que en el conurbano el rechazo a la figura de Mauricio Macri es un factor que consolida el voto kirchnerista.

Los fraudes

Otro tema que alienta el optimismo oficial es el problema que plantea la fiscalización del comicio. Las 30.000 mesas que hay que cubrir en Buenos Aires este año son más, porque debido a la pandemia aumentaron la cantidad de lugares de votación. Hasta Juntos, que cuenta con la histórica estructura territorial de la UCR, tiene problemas para contar con un fiscal para cada mesa. Ni que hablar de las carencias que afrontan Florencio Randazzo y José Luis Espert. En cambio el Frente de Todos cuenta con fiscales de sobra. La conclusión es obvia: el kirchnerismo podría con este panorama poner en práctica distintas formas de fraude, como el robo de boletas y el voto cadena. El perjuicio en votos para la oposición sería entonces importante. En cambio, es poco probable que haya escándalo con el escrutinio provisorio. Según comentan especialistas en fiscalización informática, el kirchnerismo se reservaría diversas trampas informáticas para las elecciones generales. No obstante ello, las dudas subsisten y la Cámara Nacional Electoral aclaró que el escrutinio provisorio es responsabilidad exclusiva del Ministerio del Interior.

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