Por Guillermo Cherashny.-

El jefe de gabinete sabía hace 20 días que Martín Lanatta estaba por contar la verdad que hasta ahora no se animaba, porque estaba esperando la oportunidad para pasarle la factura por haber sido hasta ahora el pato de la boda. La mejor oportunidad para él era antes de las PASO a gobernador. Es muy posible que Daniel Scioli fuera advertido por el ex señor 8 (Subsecretario de Interior) de la entonces SIDE, Francisco Larcher, de que las revelaciones de Lanatta se venían con todo y que, para pararlo, sólo había una salida: matarlo. Esto fue descartado de antemano y en lo más alto del poder decidieron empezaron a desprenderse de Aníbal Fernández. De ahí que le pusieran de compañero de fórmula a Martín Sabbatella para que lo hundiera en el peronismo. Sin embargo, el jefe de gabinete, con muchos años de experiencia sobre el lomo, ya que empezó a hacer política bonaerense en los primeros tiempos de Duhalde, se banco al ex intendente de Morón y siguió adelante.

El hecho es que Aníbal marcha primero en las encuestas, pese a todo y que en la cúspide del poder se pensó en soltarle la mano, como pasó con el teniente general César Milani y empieza a pasar con Axel Kicillof, quien perderá el control del Ministerio de Economía y por eso días atrás habló del impuesto a los alquileres y de la lista de los que pagan el impuesto a las ganancias.

Con final abierto

No está claro que esta teoría conspirativa sea verdad, si bien a Scioli le conviene tener de candidato a gobernador a Julián Domínguez. Lo que es indudable es que una denuncia de este tipo salpica al Frente para la Victoria y al PJ y le abre entonces espacio para que Elisa Carrió lo acuse a Fernández. De paso, la diputada los metió en el narcotráfico al mismo Scioli, a Massa y a Guillermo Montenegro, el ministro de seguridad de Macri y protegido de Gabriela Michetti. Otra cuestión gira entorno a si Aníbal y su posibilidad de ganarles la pulseada de la primaria a los intendentes más pesados del conurbano. Se demostraría así que estos famosos barones no son invencibles, de ahí que al jefe de gabinete había que herirlo de muerte. Y así se hizo, no impidiendo el reportaje de Jorge Lanata con Martín Lanatta. Además, como se señaló más arriba, al quilmeño detenido con cadena perpetua sólo matándolo lo callaban y nadie en el poder habría querido ensuciarse las manos. Además, el horno no está para bollos y nadie quiere jugársela por Aníbal Fernández, empezando por Cristina, que viene de zafar de Claudio Bonadío y de Luis Cabral. Es seguro que en el gobierno todos van a defender al jefe de gabinete en un show de hipocresía inolvidable. Pero nadie puede asegurar que no termine siendo el triunfador el domingo, aunque esperan que renuncie antes, cosa que no hará, porque es un fighter de raza.

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