Por Carlos Tórtora.-

El Congreso del PJ que se realizó ayer al mediodía en Parque Norte tuvo un clima de trasfondo contradictorio. Por un lado, era obvia la alegría de la nueva mesa chica para la campaña electoral, presidida por Carlos Zannini, Jorge Landau y Eduardo “Wado” de Pedro, por los fuertes indicios de que la crisis interna que se desató en el massismo culminaría con el retorno de unos cuantos intendentes a las filas del Frente para la Victoria, camino en el que hizo punta el alcalde de Escobar, Sandro Guzmán, pero que tendría su máxima expresión en el inminente portazo de Darío Giustozzi, el presidente del bloque de diputados nacionales renovadores, que ya visita con asiduidad el despacho de Aníbal Fernández y cuyo municipio, Almirante Brown, viene recibiendo en las últimas semanas fuertes incrementos de aportes financieros de la Casa Rosada.

El caso es que el retorno de unos cuantos dirigentes massistas al kirchnerismo por un lado aumenta las chances del Frente para la Victoria de triunfar en las PASO del 9 de agosto. Pero por el otro, es obvio que el cristinismo se verá obligado a abrir lugares en las listas de candidatos a legisladores provinciales, intendentes y concejales para integrar a los ex massistas. De este modo se achicarían las expectativas de no pocos dirigentes oficialistas. Y esto coincide con la instrucción que ayer bajó de Olivos para que se vayan bajando la mayor parte de los precandidatos a presidente y gobernador de Buenos Aires, que la presidente hizo proliferar en los últimos meses para ensanchar el espacio oficial. Ahora, ante el evidente encumbramiento de la candidatura de Daniel Scioli y cierto mejoramiento del FpV en las encuestas, llega la hora del sinceramiento y apenas quedarían un par de candidatos a presidente y otros tantos a gobernador.

Pases masivos

La delicada tarea de conversar uno por uno con los massistas disconformes se concentra en dos especialistas: Aníbal Fernández y Juan Carlos Mazzón, que fue desplazado por CFK de su cargo como Coordinador General de Asuntos Políticos Institucionales de la Presidencia pero recientemente fue rehabilitado por Scioli. Ayer, en los pasillos de Parque Norte se comentaba con optimismo que, de la pérdida de votos que podría sufrir el Frente Renovador por la emigración de dirigentes, 8 de cada 10 votos irían a parar al Frente para la Victoria y el resto a la alianza entre el PRO, la UCR y la Coalición Cívica. La expulsión del Frente Renovador del intendente de Malvinas Argentinas Jesús Cariglino alimenta justamente la otra variante: Cariglino sería el armador del voto peronista para Macri, pero pretendería ser candidato a vicegobernador. Claro que la cosa se complicaría si finalmente Francisco de Narváez también cambia de bando y vuelve a aliarse a Macri. En ese caso, la fórmula para gobernador podría ser De Narváez- María Eugenia Vidal, lo que frustraría a Cariglino, que tiene pésimas relaciones con el empresario.

La extrema fluidez que van tomando los hechos hace que sea imposible predecir la magnitud de la sangría que sufriría el massismo en los próximos días y hasta qué punto golpearía la continuidad de la candidatura presidencial del tigrense.

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