Por Guillermo Cherashny.-

Cuando se conoció la noticia del avión venezolano-iraní, Agustín Rossi, el nuevo jefe de los espías, dijo que los iraníes les enseñaban a volar a los venezolanos, o sea, que eran instructores de vuelo. En realidad, eso fue lo que declararon los venezolanos, pero como había secreto de sumario, Rossi dijo que era una deducción suya. Es decir, tomó los argumentos de los sometidos a la justicia y no buscó información seria, en tanto que Aníbal Fernández sí dijo la verdad: que el piloto Gholamreza Ghasemi era de la fuerza Quds de la guardia revolucionaria de Irán. Pero luego se desdijo y señaló que era un homónimo. Y finalmente, cuando le descifraron el celular a Ghasemi, se confirmó lo primero que declaró, pero no de su boca sino que trascendió del juzgado. Pero hasta ahora no investigó a Faurecia SAS, la autopartista francesa que contrató los repuestos en México y, como le encargaron este viaje al avión venezolano-iraní, o sea, el gobierno argentino no intervino para que viniera esa avión pero, por su deplorable política exterior en defensa de la dictadura venezolana, que tiene una alianza estratégica con Irán, de inmediato se puede razonar que el gobierno tiene otro pacto con Irán.

El sábado pasado, el presidente dijo por radio que todo era un invento de la oposición; pero la información del juzgado demuestra que era todo verdad y es posible que esa tripulación haga operaciones de espionaje y un nuevo papelón internacional del gobierno, cuando su presidente y sus ministros declaran cualquier cosa para ocultar la verdad.

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