Por Guillermo Cherashny.-

Desde que se anunció que el miércoles 1 de julio hay marcha atrás con las pocas flexibilidades que se habían ampliado en los últimos tiempos, muchos sectores manifestaron su desacuerdo con la medida por diferentes motivos.

En primer, lugar los que votaron a Macri, en su gran mayoría, son anti-cuarentena, como lo ha expresado el ex presidente, y los que aceptan la medida en ese sector critican la crisis económica que produjeron la pandemia y la cuarentena, olvidándose de que el gobierno anterior tuvo una grave recesión en los dos últimos años, amén de varias devaluaciones que liquidaron la capacidad de ahorro de mucha gente y que el encierro sólo agravó las malas condiciones que recibió el gobierno de Alberto Fernández.

Sin embargo, se suma un sector que votó por el Frente de Todos que perdió el trabajo, que no podrá salir a la calle para ganarse el dinero para sobrevivir; los comerciantes, cuya venta bajó mucho, y los que recién pudieron abrir hace veinte días y ahora tienen que cerrar, u otros, como las peluquerías, que todavía no abrieron y se están fundiendo por los alquileres y tarifas que deben seguir pagando sin tener ingresos.

Es decir que el gobierno está cuestionado por un variopinto sector que piensa distinto entre sí pero al que el encierro y la malaria económica los une en manifestar su bronca contra el gobierno. El odio se genera contra los funcionarios, que no tienen problemas en tener depositados sus sueldos los primeros días del mes, a diferencia del resto, que lo tiene que ganar todos los días y no puede.

Y en ese sentido, Jorge Lanata, en su programa de los domingos, apuntó a esa cuestión, que seguramente indigna a los que se tienen que quedar en casa a sufrir la cuarentena y no pueden salir, mientras funcionarios y legisladores salen y no usan los barbijos, causando una gran indignación entre la gente común.

Así las cosas, la extensión de la cuarentena -que seguramente no será la última- el 17 de julio le traerá más problemas a un gobierno que recibió un desastre económico y no sabe cómo mejorarlo – o no puede- y asiste a un agravamiento de las condiciones día a día.

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