Por Guillermo Cherashny.-

Ya venimos señalando que la ola amarilla, es decir, el triunfo de Cambiemos, se daría en todo el país, por los resultados de las PASO, pero fue mucho más amplia de lo esperado, porque dejó a Juan Manuel Urtubey, el potencial candidato a presidente por el PJ, en el tercer lugar, un empate técnico en el impenetrable Chaco, primera victoria contra Menem en La Rioja y otras sorpresas más en todo el país.

Sólo Carlos Verna en La Pampa y los inextinguibles Rodríguez Saá en San Luis dieron vuelta el resultado de las PASO y sólo en Tucumán, San Juan y Formosa el PJ salvó los papeles. Pero la derrota del peronismo es la más importante de su historia, aun peor que la de 1985, cuando Raúl Alfonsín se impuso en los cinco distritos más importantes, cosa que se repitió ahora pero con más distancia.

Estos resultados demuestran que el cristinismo, con sus duras e irreductibles críticas a Cambiemos, fueron los más favorecidos, porque llegaron a promediar el 20% en todo el país.

A favor de la ola amarilla se puede decir que la esperanza de un futuro mejor fue la causa principal del triunfo porque, contra todos los pronósticos, la esperanza del electorado se viene renovando cada seis meses, cuando todos los analistas   estimaban la paciencia de la gente en 18 meses. Sin embargo, caso único en la historia, la gente sigue esperanzada con una mejora que apenas se ve.

Resta saber cómo reaccionará el electorado ante los inminentes aumentos de tarifas de gas, luz, agua y la nafta, aunque la bronca se la guardará, si la tiene, hasta el 2019.

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