Por Guillermo Cherashny.-

Cristina jugó una audaz y estratégica decisión al nominar a Alberto Fernández como candidato a presidente y ella como vice, de modo de dejar a Macri, Peña y Durán Barba con su única jugada, que era la polarización con ella. Aunque desde el gobierno quieren comparar esta jugada con «Cámpora al gobierno, Perón al poder», el momento histórico es distinto y no admite comparación. Pero también esta jugada apunta a disgregar a Alternativa Federal, porque la ex presidente ve a Juan Schiaretti, Miguel Pichetto y Juan Manuel Urtubey como cercanos a Macri o a la candidatura de María Eugenia Vidal, pero Alternativa Federal también contiene a diez gobernadores peronistas y radicales k como Zamora, de Santiago, y Passalacqua, de Misiones, y convierte a Sergio Massa en el aliado clave a conquistar, porque con los votos del ex intendente de Tigre el triunfo en la provincia de Buenos Aires sería aplastante. Pero el problema es que Massa no quiere ser gobernador y mantiene su candidatura presidencial pero ahora en una interna amplia que contenga a todo el peronismo unido. Esta estrategia massista choca con los citados Schiaretti, Pichetto y Urtubey, que no quieren saber nada con la alianza PJ-Unión Ciudadana.

Así las cosas, Cristina está optando por la moderación al reivindicar al general Perón junto a Gelbard, el ex ministro de economía, y elige a Alberto Fernández, el más moderado del cristinismo, que tiene buenas relaciones con el grupo Clarín, se opone a una reforma de la Constitución y a todas las locuras de los ultras del cristinismo.

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