Por Guillermo Cherashny.-

Aunque el tema ya pasó en su magnitud política -pese a que Mauricio Macri todavía no fue desprocesado y está pendiente el juicio oral a los demás imputados- es oportuno hoy recordar la célebre causa de las escuchas ilegales y el espía Ciro James. Analizados los hechos con la mejor perspectiva que da la distancia, no caben dudas acerca de que la Casa Rosada le armó esta causa a Macri para tenerlo condicionado. Y lo hizo mediante operadores rentados directamente por la SIDE, como Sergio Burstein, uno de los familiares de las víctimas de la AMIA que hace tiempo es utilizado para operaciones contra opositores al gobierno, ya se trate de políticos o instituciones. En la noche aciaga del miércoles pasado en la cancha de Boca tampoco se habría tratado de casualidades. Los culpables de la agresión -aparentemente con gas pimienta- a varios jugadores de River fueron barras de Boca. Ya había situaciones previas que creaban un clima especial que dejaba mal parado a Daniel Angelici, el presidente de Boca Juniors, en la Copa Libertadores. Hace una semana, el árbitro Luis Delfino no expulsó a un par de jugadores de River por obvias faltas violentas y entonces se empezó a correr el rumor de la teoría conspirativa. La misma consignaba que el cristinismo quiere que Boca sea eliminado de la Copa para perjudicar así indirectamente la candidatura presidencial de Mauricio Macri, que está ligada a Boca en el imaginario colectivo.

El entramado de fondo

Un motivo importante de esta «operación» del miércoles habría sido que el jefe de gobierno y su operador en la justicia, el mismo Angelici (de fuerte influencia en la justicia capitalina), habrían avanzado en ciertos temas extremadamente delicados. Angelici lo habría comprometido a Macri para que se reuniera reservadamente con Ricardo Lorenzetti, el presidente de la Corte Suprema, que se convirtió en el principal adversario del kirchnerismo dentro del poder institucional. Se dice que Macri puso lo suyo para que la Sala I de la Cámara de Casación, integrada por la cristinista Ana María Figueroa, Luis María Cabral, y Gustavo Hornos, ratificara al juez federal Claudio Bonadío en la causa Hotesur, que ataca al núcleo de la familia presidencial. Hornos habría conversado con Macri más de una vez en los últimos tiempos. No se sabe si efectivamente Macri intervino a favor de Bonadío, pero lo importante es que el cristinismo lo cree así y habrían decidido aplicarle un «correctivo» al candidato en un campo que lo afecta políticamente, es decir Boca. Si los incidentes del miércoles fueron preparados por la inteligencia gubernamental, que es una hipótesis, lo obvio es que el jefe del PRO fue tomado por sorpresa y que no había tomado ninguna precaución. Efectivamente, junto con Angelici, Macri no alcanzó a prever lo que se venía, pese a contar con la estructura de inteligencia de la Policía Metropolitana. Recordemos que en el primer Boca-River por el campeonato, Angelici quería dejar entrar a los barras Rafael di Zeo y Mauro Martín y el Secretario de Seguridad Sergio Berni públicamente se lo prohibió con duros conceptos. A los pocos días, el pésimo arbitraje que hubo en la cancha de River alertaba que el cristinismo quería pasarle una factura a la dupla Macri-Angelici con la eliminación de Boca en la Copa Libertadores. Y vaya si lo lograron, ante la gran ingenuidad del jefe de gobierno, que todavía no se daría cuenta de con quién se está enfrentando. Algo así como querer pelearle la gobernación de Buenos Aires a Aníbal Fernández con la candidatura de María Eugenia Vidal, que no penetró en el segundo y tercer cordón del conurbano.

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