Por Guillermo Cherashny.-

La elección por la gobernación de Buenos Aires es clave si, como se cree, habrá ballotage para la presidencial. En efecto, si, en cambio, algunos de los espacios que se enfrentan en la grieta, podría ganar en primera vuelta, es decir, si se obtiene el 45% o bien se supera el 40% y hay una ventaja superior al 10% más uno de los votos. En el año 1999, con la reforma constitucional del 94 en vigencia, De la Rúa-Álvarez ganaron en primera con el 48% pero en la provincia de Buenos Aires Carlos Ruckauf -que tenía dos candidatos a presidente como Duhalde y Cavallo- logró un triunfo claro; pero en el 2015, cuando Vidal le ganó a Aníbal Fernández, condicionó en forma muy importante la segunda vuelta, ya que Scioli superó apenas el 37% y Macri llegó al 34% quedando de este modo en inmejorable posición para ganar en el ballotage.

En la próxima elección, donde es casi seguro que habrá segunda vuelta, es obvio que la lucha por la gobernación será clave para el tramo final; de ahí la importancia de la figura de Sergio Massa, que pasa a ser una ventaja cuantitativa para el triunfo, ya sea para Axel Kicillof o para que Vidal descuente la ventaja que le lleva el cristinismo. Y ahí surgen los ofrecimientos a Sergio Massa para que lleve como candidata a la gobernación a María Eugenia Vidal, porque para el inconsciente colectivo fue Massa el que cerró la puerta a la «Cristina eterna». Al mismo tiempo, el componente peronista del Frente Renovador, en una actualidad de recesión con inflación, puede que obligue al líder del FR a unir filas con su compañero de ruta como Alberto Fernández. Como se ve, estamos frente a un final abierto.

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