Por Carlos Tórtora.-

Mientras el foco mediático está hoy puesto en el ballotage porteño del próximo 19, en el conurbano bonaerense la batalla electoral de las PASO del próximo 9 de agosto marca una clara división. En la mayor parte de los municipios, los intendentes K marchan sin demasiados problemas hacia su reelección. Lo mismo ocurre con la mayoría de los 17 alcaldes massistas, que parecen destinados a mantener el control de sus distritos. El segundo grupo lo integran una serie de municipios donde la lucha electoral es pareja y pueden cambiar de manos y de partido. Un caso especial es el de Quilmes, donde se daría una paradoja: Aníbal Fernández, precandidato a gobernador del Frente para la Victoria, estaría aportando financieramente a la campaña del massista Walter Queijeiro, un periodista deportivo en ascenso que enfrenta al desgastado y eterno intendente Francisco “Barba” Gutiérrez. En síntesis, el Jefe de Gabinete estaría viendo la oportunidad de sacarse de encima a su rival Gutiérrez.

Encuestas locales estarían indicando que, aunque parezca difícil de creer, la reelección de Martín Insaurralde estaría complicada ante el crecimiento del massismo, cuya candidatura a intendente se la disputan en la primaria Gabriel Mércuri -hijo del histórico Osvaldo Mércuri- y Ramón Trezza, apoyado por el grupo de la Universidad de Lomas, que gerencia Diego Molea. Insaurralde, por su parte, después de sus idas y venidas entre Massa, Scioli y el cristinismo, habría sufrido un serio desgaste al que contribuyeron los graves problemas locales, como la crisis en La Salada.

Otro municipio con una situación especial es Lanús. El actual intendente (FpV) Darío Díaz Pérez marchaba cómodo hacia su reelección pero La Cámpora decidió intervenir y lo obligó a replegarse hacia una senaduría provincial y dejarle su candidatura al Secretario de Justicia Julián Álvarez. La irrupción manu militari de La Cámpora habría sublevado a la mayor parte del peronismo local, lo que a su vez habría potenciado inesperadamente la candidatura del Ministro de Hacienda porteño Néstor Grindetti, la carta del PRO.

En esta lista de casos especiales se anota también Moreno. Allí, Mariano West -otro eterno- consideraba su reelección como un hecho, pero sus pares massistas de Malvinas Argentinas y San Miguel, Jesús Cariglino y Joaquín de la Torre, armaron una movida para impulsar la candidatura de Aníbal Asseff, que ahora le pisa los talones a West.

Por último, el partido vecino de Tigre y considerado por Massa como una extensión de su poder, San Fernando, podría cambiar de manos, porque Luis Andreotti se enfrenta al retorno del ex intendente K Osvaldo Amieiro, quien estaría complicándole la reelección.

El precedente de Duhalde

La volatilidad electoral es muy alta y tanto en el FpV como en el PRO y el massismo el temor es que el que haga un flojo papel en las PASO se expondría a que rápidamente los dirigentes y parte de sus votantes lo abandonen rápidamente para acomodarse con los que se perfilan ganadores para la primera vuelta. El hecho de que las PASO se hayan convertido en la primera vuelta y ésta en la segunda es sumamente riesgoso para los candidatos, que podrían ver cómo se les evaporan los votos para el comicio que en Buenos Aires define todos los cargos: la primera vuelta. En el plano mayor, esta propensión de los votantes a aplicar el voto útil a partir de conocer el resultado de las PASO es la amenaza más seria que pende sobre Massa. A él lo persigue el precedente de Eduardo Duhalde en el 2011: en las PASO decepcionó, mostrando que apenas contaba con el 12,6% de los votos y en la primera vuelta quedó abandonado a su suerte, porque bajó a la mitad, el 6,9%.

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