Por Jorge Raventos.-

Si para algo ha sido útil el congreso que el PJ celebró el último miércoles de febrero es para confirmar la incontrastable declinación de la influencia K: los “pibes para la liberación” de La Cámpora quedaron marginados de la Junta Electoral que conducirá la renovación de la directiva partidaria en mayo y, lo que es más significativo, las propuestas impulsadas por la señora de Kirchner desde Santa Cruz fueron rechazadas o ignoradas.

“Se acabaron los documentos que venían de arriba con las instrucciones de lo que teníamos que hacer”, desafió Miguel Pichetto, el jefe del bloque de senadores justicialistas, a los recaderos de Calafate. Los cristinistas querían que el congreso partidario ordenara a diputados y senadores votar contra el levantamiento de la ley cerrojo que impide acordar con los acreedores. Fracasaron.

El acuerdo con los holdouts avanza y parece a punto de concretarse. Es un éxito del gobierno y una buena noticia para el estado nacional y también para las provincias, ya que permitirá a uno y a otras apelar al financiamiento internacional -hoy bloqueado- para suavizar la transición entre el desorden heredado y la normalización económica que debería abrir el camino al desarrollo.

El gobierno se adjudicó un avance claro en la decisiva cuestión: después de alcanzar acuerdos con algunos de los fondos, consiguió que el juzgado de Thomas Griesa anunciara que, tan pronto como cobren todos los acreedores que hasta el 29 de febrero hayan acordado las ofertas de pago del gobierno argentino, levantará las medidas cautelares que afectan al país y lo colocan en default técnico.

Griesa y el mediador que él designó, Daniel Pollack, elogiaron la seriedad y al cambio de actitud del gobierno de Macri. Esto, que para muchos es un punto a favor, es para el kirchnerismo cerril una nueva prueba de la “dependencia” del macrismo por oposición a la “dignidad” de la que presumía la administración K (aunque la primera permita al país recuperar el crédito y la inversión y la otra nos amurallara en el aislamiento y engordara la ración de los buitres).

Sin duda el nuevo talante del juez favorece al país en lo que resta de la negociación con los fondos mayores y está venciendo su reticencia: los dos más fuertes, NML y Aurelius, ya admiten que el acuerdo está a las puertas.

Hay, eso sí, una condición: las dos cámaras legislativas debe levantar las normas-cerrojo que impiden reabrir el canje y mejorar las condiciones acordadas con los bonistas en 2005 y 2010, justamente lo que el cristinismo pretendía impedir desde el congreso partidario justicialista. Que se haya eludido ese palo en la rueda indica que está funcionando el mecanismo de la cogobernabilidad: el gobierno nacional y los gobiernos de provincia necesitan construir caminos que convengan a todos. Los legisladores fieles a uno y a otras, aunque no puedan desprenderse de la natural competencia entre fuerzas políticas rivales, deben desplegar esa competencia en un campo acotado por el interés común.

En esa atmósfera se forjó, por ejemplo, la negociación que devolverá a las provincias -en cuotas- el 15 por ciento de la coparticipación que el kirchnerismo empleó en beneficio de la caja central durante sus años de gobierno y que, minutos antes de despedirse de la Casa Rosada, la señora de Kirchner decidió que su sucesor devolviera.

Mauricio Macri había anulado esa resolución con un decreto de necesidad y urgencia pero ahora ha rectificado por sugerencia de Sergio Massa, que canalizó la preocupación de todos los gobernadores afectados: otro costado de la cogobernabilidad, que permitirá al Ejecutivo que sus DNU pasen el examen de un Congreso donde sus fuerzas se encuentran en minoría.

A dos meses del cambio de gobierno, el kirchnerismo -que parecía a muchos una fortaleza inexpugnable- se ve radicalizado, como siempre, pero ahora perplejo, frágil y aislado.

El espacio del poder se va regenerando con un oficialismo que mostró el buen sentido de elegir el diálogo y el cambio gradual antes que el shock que algunos le pedían (y le siguen reclamando), y una oposición que no renuncia a la competencia pero la encauza a través del realismo y el ánimo constructivo.

Se van bosquejando los rasgos de un sistema político en un país que ha comenzado a deconstruir la pesada herencia de estancamiento, alta inflación, distorsión de los precios relativos, atraso y cepo cambiario, aislamiento internacional, dispendio fiscal manejo unitario de los recursos e intolerancia. No es poca cosa.

Share