Por Guillermo Cherashny.-

La Corte Suprema de Justicia de la provincia de Tucumán revocó el anterior resolutorio de la Cámara en lo Contencioso Administrativo que anuló las elecciones provinciales del 23 de agosto pasado. Está claro que José Cano y Domingo Amaya apelarán ante la Corte Suprema de Justicia, pero no se sabe si la gente en Tucumán no saldrá sola a la calle a repudiar el fallo sin importar a quién beneficia, porque así están dadas las cosas.

Puede pasar cualquier cosa

Es que el electorado ya no responde a sus dirigentes y se moviliza por su cuenta. Aparte, Cano y Amaya sufren también las presiones de sus intendentes ganadores, que triunfaron en las cuatro ciudades más importantes de la provincia y en primer lugar en la capital, donde vota el 40% del padrón. Y en el caso de que se dicte la intervención, todos pierden y los intendentes no le perdonarían a Cano-Amaya quedarse sin el pan y sin la torta. Pero el estado de crispación es muy fuerte. El viernes pasado, Juan Manzur ingresó al bar del hotel Hilton de la capital provincial y la gente le empezó a arrojar los vasos y tazas, teniendo que intervenir la custodia para que se retirara. A su vez, el acampe en la plaza Urquiza escrachó a los dos jueces de la Cámara Contencioso Administrativa, de ahí que la pacificación de los espíritus sea muy difícil de manejar. Así las cosas, en Tucuman puede pasar cualquier cosa para cualquier lado, lo que, sumado a la crispación de todo el país, genera en la sociedad un descreimiento de los procesos electorales.

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