Por Guillermo Cherashny.-

El atentado del jueves pasado contra Cristina pese a que la flagrancia del hecho mostraba puntos oscuros. En efecto, no se sabe qué fuente hizo trascender que no había huellas de Fernando Sabag en la pistola que se encontró en Juncal y Uruguay. Pero el lunes, el juzgado confirmó que el ADN del imputado aparece en varios lugares del arma, con lo cual se alejan las versiones de un autoatentado para sacar provecho político y victimizarse. Otra cosa es el aprovechamiento político que hizo el gobierno nacional con la intención de adelantar el eventual 17 de octubre que se esperaba para esa fecha del mes que viene y que fue usado por el Frente de Todos. Quizás por esa causa en las redes sociales los opositores al gobierno aseguraron que fue «teatro», o sea un autoatentado, orquestado por la Cámpora. Hasta utilizaron la foto de un camporista como Ignacio Barbieri, de cierto parecido con el tirador, que se reprodujo en las redes hasta el día en que se confirmó que el ADN de Sabag estaba en el arma. Durante este tiempo se produjo la sesión en la cámara de diputados, donde el PRO votó a favor y se retiró del recinto, donde se quedaron los demás opositores al gobierno. El otro punto oscuro es que se perdió el contenido del celular de Sabag y que el fiscal Rivolo pidió la pericia de la pericia, es decir, si la Policía Federal cometió un error al no tener la contraseña o si fue intencional. Pero está claro que ya no hay dudas de que hubo un atentado contra la vida la vicepresidente y los posteros en las redes fueron fake news de los opositores.

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