Por Guillermo Cherashny.-

El viejo Correo Argentino, restaurado con gran lujo y al cual la presidente le puso el nombre de Centro Cultural Néstor Kirchner, es un imponente edificio con una colmena azul, como la denominó Cristina en lugar de «la jaula», como le pusieron los arquitectos que diseñaron esta obra, que se caracteriza por su belleza arquitectónica. La restauración costó 3.000 millones de pesos, mucho más de los presupuestados, aunque se dice que en realidad fue mucho más el dinero pagado por el Estado nacional. Las constructoras a cargo de la monumental obra y que se unieron en una UTE son Esuco de Enrique Wagner y Riva S.A. de Amadeo Riva, quienes actuarían como testaferros de las numerosas constructoras que posee Nicky Caputo, el socio e íntimo amigo de Mauricio Macri. Se preguntarán que tienen que ver Riva y sus hijos con Caputo. Pues bien, la firma de aquél es la que gano la licitación del Metrobús de la 9 de julio, que habría tenido una sobrefacturación muy importante. Se trataría de una de las muchas obras que Riva realizó para la Ciudad.

Los negocios y la política

Si bien la familia Riva es ultracristinista, es sabido que sus relaciones con Caputo son muy importantes, a tal punto que esta empresa hace las obras que, por razones de decoro, no puede hacer este último. Ya dijimos ayer que el alter ego de Macri hizo dos obras en el Museo de la Memoria por valores de 16 y 70 millones de pesos. En esta obra iniciada en el 2006, se evidencian las excelentes relaciones de Macri con el kirchner-cristinismo, que vienen de lejos. Ahora, el candidato presidencial del PRO se muestra como un candidato distinto al peronismo gobernante, lo cual es cierto, aunque Macri no es en realidad de derecha sino más bien de centro, tirando levemente al centroizquierda. Pero en los negocios de obra pública no hay ideología y, si, por ejemplo, Elisa Carrió, quisiera investigar la sobrefacturación de esta obra faraónica, encontraría que su socio político y su alter ego participaron de esta fiesta del dispendio. Pero claro, Macri no es del PJ ni tiene vínculo alguno con el kirchner-cristinismo, salvo para sobrefacturar la obra pública, cuestión que denunció Roberto Lavagna, siendo ministro de economía a fines del 2005, y al poco tiempo Néstor Kirchner lo echó.

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