Por Guillermo Cherashny.-

El relanzamiento de la alianza cambiemos es medio engañosa ya que Duran Barba, Marcos Peña y el presidente decidieron que en los cuatro grandes distritos donde no hay candidatos fuertes hay que inventar un «Vidal» en cada uno de ellos y el requisito fundamental es que la candidata o candidato sea amarillo, o sea del PRO. De ahí que Carrió no encabezaría ninguna lista de Capital o provincia de Buenos Aires.

En efecto, Horacio Rodríguez Larreta, el jefe de gobierno de CABA, asegura que Martín Lousteau esperará hasta el 2019 para competir. Quiere que el candidato sea Diego Santilli, quien se niega, porque de senador renunció para ser vicejefe, por lo cual habría que buscar alguien del PRO. Si Lousteau cambiara de idea y se presentara, ahí aparecería la figura de Carrió. Pero Lousteau ya dijo que no.

En la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal no la quiere de candidata, porque se enemistaría con los intendentes peronistas que están dando apoyo para el presupuesto y el endeudamiento. Por tanto, la lista la encabezaría Jorge Macri, Esteban Bullrich o Carolina Stanley. Ahí se podría colar Carrió como primera diputada nacional, pero no es lo quiere ella, que aspira a la senaduría nacional por esa provincia. De ahí que tenga una explicación el hecho de que haya volteado con una carta el acuerdo con Massa por el ministerio público y que también acuse al Frente Renovador de votar contra la boleta con chip, cosa que no ocurrió, y volviera a relacionar al procesado fiscal Novo con Massa, ya que al sentirse desplazada de las listas de Capital y la PBA, haya decidido patear el tablero de los acuerdos con el líder renovador. Pero tanto Emilio Monzó como Vidal quieren seguir con ese acuerdo de gobernabilidad y las acusaciones de Carrió contra Massa sirven para quitarle votos en la PBA a la alianza de Massa con Margarita Stolbizer.

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