Por Guillermo Cherashny.-

Las relaciones entre el presidente y Carrió están cortadas desde hace dos meses, cuando la diputada exigió la renuncia de Germán Garavano, el ministro de Justicia, a quien lo crucificó porque criticó el abuso de las prisiones preventivas por parte de los jueces y por decir que no sería bueno para el país que la ex presidente fuera presa. A partir de ese momento, viajó a Israel y cuando volvió empezó nuevamente a criticar a «las mafias del fútbol», en obvia alusión a Daniel Angelici. El presidente no quiere retomar el diálogo si no cesa con sus críticas al gobierno, aunque Macri sabe perfectamente que Carrió, por su odio al peronismo, nunca romperá Cambiemos. Por tanto, las críticas que haga le resbalan totalmente mientras el blanco sea el presidente de Boca Juniors. Es más, en el congreso de la Coalición Cívica, Carrió dijo “somos Cambiemos pero no somos corruptos”, lo que molestó a muchos ministros. Pero luego dijo que es la primera vez que la justicia cita al padre del presidente y al hermano y que eso nunca pasó en nuestro país, con lo cual elogió al gobierno al decir que no hay más impunidad en la Argentina, lo que puso muy contento al presidente quien, sabe que Bonadío hizo un show con la citación de su familia para mostrar transparencia en su investigación. Es decir que las críticas de Elisa Carrió son para la tribuna y ya se acercará en la proximidad de las elecciones para conseguir diputaciones para sus seguidores, aunque mantiene diferencias con Patricia Bullrich por cuestiones personales que caracterizan a Carrió, que convirtió en enemigos a Sergio Massa, el papa, Lorenzetti, Angelici y ahora la ministra de seguridad. Pero para Macri está todo tranquilo, porque el único daño que puede hacer es irse de Cambiemos, cosa que nunca hará.

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