Por Carlos Tórtora.-

El final de la feria judicial de invierno viene cargado de presagios políticos. Una de las facetas del tema es el enigma acerca de si Elisa Carrió dará o no un paso importante en su ofensiva contra la estrategia macrista en Buenos Aires para sumar intendentes peronistas. La punta de lanza de la diputada es el cuestionamiento a las supuestas conexiones con el narcotráfico del jefe de la bonaerense, comisario Pablo Bressi. Un tiro por elevación al Ministro de Seguridad Cristian Ritondo, que funcionaría como un peón en la trama de poder que tejen el Ministro de Justicia Gustavo Ferrari y Daniel Angelici, el presidente de Boca, que se está convirtiendo en imprescindible para Macri y que es resistido por Marcos Peña y la vieja guardia del PRO. María Eugenia Vidal se niega a servir la cabeza de Bressi para no aparecer entregada a Carrió y porque además esto provocaría la caída de Ritondo, exteriorizando una crisis mucho más amplia.

Tal como están las cosas, si Carrió avanza en tribunales con la profundización de las denuncias, su posicionamiento en el tablero político empezaría a cambiar. Para algunos de sus allegados, se trataría de un camino hacia un punto sin retorno que se concretaría no más allá de octubre próximo: la ruptura de Cambiemos y la creación de un frente disidente del macrismo.

Que Carrió finalmente le haga a Macri lo que Carlos Chacho Álvarez le hiciera a Fernando de la Rúa está ligado a una serie de indicadores. En primer lugar, la economía llegaría a diciembre con síntomas ínfimos de recuperación y, a partir del 22 de agosto, las centrales obreras se reunificarían para encarar un plan de lucha. Esto coincide con el malestar de los principales aliados del PRO. Los radicales no toleran que el gobierno de Vidal gire en torno a sus pactos con la dirigencia peronista y Sergio Massa, relegándolos cada vez más a ellos. Un Ricardo Alfonsín encrespado acaba de anticipar que el año que viene la UCR llevará candidatos propios en Buenos Aires. La creciente banalización de la imagen presidencial en torno al caso Tinelli y el papel protagónico de Macri en la conducción de la AFA, junto con el fracaso de la canciller Susana Malcorra en su carrera para llegar a la Secretaria General de la ONU, abonan el aumento del malestar en un amplio sector de la clase media que lo votó pero que ahora lo ve indeciso, sin un rumbo económico claro y con un gabinete que desentona cada vez más.

En el ánimo crecientemente rupturista de Carrió también pesa el hecho de que actualmente ella mide menos que Margarita Stolbizer en las encuestas para senador nacional, un dato que alienta al PRO-peronismo a impulsar a que Jorge Macri le dé batalla a aquélla en una primaria en la cual la derrotaría. Con esta perspectiva, a Carrió le convendría cada vez menos mantener la unidad de Cambiemos.

Efectos

En la Casa Rosada ya algunos evalúan el probable impacto de la ruptura que se estaría gestando y lo minimizan. “Lilita va a tener el apoyo de Magnetto, que ya empieza a girar tomando distancia del gobierno, pero electoralmente ella no se lleva nada”,dicen en las cercanías del presidente. No hay duda de que la fortaleza de la fiscal de la república es su misma debilidad: su impacto mediático es mucho mayor que su influencia política concreta. Una pregunta válida es si el radicalismo puede entrar en un proceso interno de crisis entre los partidarios de soportar cualquier decisión del PRO y los más críticos. Otro tema -y no menor- será si Carrió, en caso de romper, intentaría hacer blanco en el flanco débil de Macri: los negocios de sus primos Calcaterra y de su amigo Nicolás Caputo. Si la diputada va por este camino, su ruptura sería mucho más profunda y sin retorno. Ella estaría así tentada de asumir la conducción política de un mani pulite que hoy todavía se ve confuso en Comodoro Py. Desde el Vaticano, por ejemplo, cada vez llegan más señales de apoyo para que los jueces y fiscales se suelten del todo, mientras que el presidente, sin presionar demasiado, hace lo que puede para que, por ejemplo, CFK no termine procesada -y menos aún detenida-, lo que facilitaría una explosión de revelaciones y contradenuncias que en nada ayudarían a la imagen del gobierno.

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