Por Guillermo Cherashny.-

Después del veto, el presidente decide si le hace caso a la Unión Cívica Radical, que pide un acuerdo del bicentenario con el peronismo de Gioja y Scioli, como sugiere Pichetto, o les hace caso a dos enemigos íntimos como Durán Barba y Carrió, que curiosamente están de acuerdo en enfrentar a todos los peronismos.

Esta alianza de hecho entre Elisa Carrió, quien considera a Jaime Durán Barba como el demonio pero que se unen por el antiperonismo de la diputada y por ser enemigo de los consensos el gurú de Macri, que expresa de la mejor manera a la antipolítica que expresa el PRO a través de Marcos Peña.

En tanto, Frigerio, Monzó y los radicales de Sanz quieren negociar la gobernabilidad con Gioja y Scioli, más los senadores, para aislar al que consideran el enemigo, que no es otro que Sergio Massa, que aparece en una alianza con Margarita Stolbizer.

Los analistas un día dicen que no habrá consensos y al día siguiente se habla del acuerdo del bicentanerio a concretarse el 9 de julio en la provincia de Tucumán.

Otro ítem une a Carrió con Durán Barba y es que también consideran como enemigo al Papa Francisco; la primera, por creer que juega para el cristinismo, y el segundo, por agnóstico.

También creen que el enemigo a vencer es Sergio Massa y sólo discreparían con respecto a Ricardo Lorenzetti, el presidente de la Corte Suprema, a quien Carrió quiere encarcelar, mientras que Durán Barba no se ha pronunciado.

Así las cosas, el presidente está tironeado por la diputada francotiradora aliada circunstancial de Durán Barba y el sector político de Pinedo, Monzó y Frigerio.

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