Por Carlos Tórtora.-

La enorme extensión de las campañas electorales argentinas -la actual empezó en febrero y puede terminar en noviembre si hay ballotage- hace que los principales candidatos estén sometidos a un constante sube y baja, que a veces genera la impresión, generalmente ficticia, de que se está produciendo un vuelco definitivo. Las pésimas dos semanas que atravesó Daniel Scioli luego de haber sido el candidato más votado en las PASO nacionales fueron seguidas de la última semana negra de Mauricio Macri a raíz de las acusaciones contra Fernando Niembro, por sus múltiples contrataciones con el gobierno de la Ciudad. Algunos encuestadores apuntan que Sergio Massa se habría beneficiado mínimamente con esta situación. Pero lo cierto es que se trata de variaciones muy poco trascendentes. Las tendencias globales se mantienen firmes, esto es, hay razonables dudas acerca de si Scioli podrá ganar en segunda vuelta con el 45% de los votos o bien sacándole más de 10 puntos de ventaja a Mauricio Macri.

Lo nuevo, si se quiere, no pasa hoy por una campaña que se vuelve fatigosa y reiterativa sino por el diálogo transversal en la oposición y las jugadas secretas que impulsaría Scioli. Macri y Massa conversan y sus economistas, que no piensan lo mismo, concuerdan, sin embargo, con la necesidad de negociar rápidamente con los holdouts, reingresar en los mercados financieros e ir reduciendo las distorsiones de la economía K. A Nueva York y Washington arriban discretos delegados no sólo de Macri y Massa sino también de Scioli, que escuchan sonar las mismas campanas: para evitar convertirse en Venezuela, cualquiera que sea presidente deberá girar abandonando la actual política económica en forma más bien rápida que progresiva. Si no lo hiciere, el shock de confianza internacional que requiere el país para salir del actual empantanamiento se volvería ilusorio.

En este punto es donde se potencia un conflicto que se venía incubando desde que Scioli anunció oficialmente que quería ser candidato a presidente. CFK ya sabe que el gobernador bonaerense emprenderá otro rumbo económico, con el apoyo de la casi totalidad de los gobernadores del oficialismo y también del PRO, el massismo y el establishment. La desesperación presidencial se denota en su afán de exhibirse cada vez más seguido por cadena nacional proclamando que el modelo actual no sólo es exitoso sino también inmutable. La resistencia presidencial a admitir el cambio de contexto llegó al punto de usar una cadena nacional para homenajear a Lula da Silva, pocas horas antes de que la Corte Suprema de Brasil informara que la Policía Federal le solicitó permiso para interrogar al ex presidente por su posible implicación en un caso de corrupción y sobornos en la petrolera estatal Petrobras.

En el punto actual de la campaña electoral, Scioli necesita aparecer lo más diferenciado posible de su jefa, para poder reencontrar alguna franja de votos independientes que rechazaron en las PASO su identificación grosera con el cristinismo. Carlos Zannini, de quien algunos dicen que en realidad terminará siendo funcional a Scioli en caso de ganar, esta semana cumplió seguramente órdenes superiores y afirmó que él, como vicepresidente, le reprocharía a Scioli todas y cada una de sus fallas, es decir, sus apartamientos del kirchnerismo. En cualquier país normal, semejante declaración por parte del segundo de la fórmula -que además no integrará el Poder Ejecutivo- implicaría que el candidato presidencial le pidiera la renuncia a su postulación.

Sin embargo Scioli, como ya sabemos, nunca reacciona y el tema pasó como uno más. Todo indica que la presidente, olfateando que están en marcha acuerdos básicos entre Scioli, Macri y Massa, descargue cada vez más su impotencia con nuevos discursos incendiarios y hasta con leyes insostenibles que luego podrán ser derogadas. Lo más terrible, para el entorno presidencial, es saber si el diálogo transversal que ya existe entre Scioli, Macri y Massa incluye o no un compromiso de mostrar que se terminó la era de la impunidad y que al menos las grandes figuras de la década K deberán pasar por los estrados de Comodoro Py. Hay una razón de peso para que este consenso avance y es que el sinceramiento de muchas de las variables económicas, no le será grato al conjunto de la sociedad, lo que aumenta la necesidad, de cualquiera que venga, de mostrar culpables y procesamientos, para no quedar atrapado en la figura de encubridor de los delitos de corrupción. En este punto, el contexto internacional se le volvió totalmente adverso al cristinismo a partir de lo que está ocurriendo en Brasil y de que en los EEUU empieza la batalla por la presidencia, en la cual los demócratas tratarán de evitar cualquier situación que los vincule con gobiernos latinoamericanos corruptos. No es de extrañar entonces el creciente fervor papista de Cristina, que ve cómo a su alrededor se le van cerrando los caminos.

La vida en las trincheras

Mientras tanto, en el nivel puramente territorial de la contienda electoral, la misma tiene otras características. Muchos intendentes peronistas del conurbano quedaron impactados por la excelente elección realizada por María Eugenia Vidal y ahora encima ven que CFK retoma protagonismo para irritar aún más a los sectores medios. Más que preocupados, algunos recurren a planificar el reparto de su lista municipal con cada una de las tres principales boletas presidenciales, como una forma de captar votos a diestra y siniestra. Hay situaciones de empate que lo dicen todo, como la de Ituzaingó, donde el intendente Alberto Descalzo -un histórico- obtuvo en las PASO 1000 votos menos que el candidato del PRO, Osvaldo Marasco, que sorprendió a todos porque consiguió armar un esquema de fiscales que no dejó sin controlar a una sola mesa.

En el caso de Moreno, puede convertirse en el más importante que cambie de manos, porque el eterno intendente Mariano West fue vencido en las PASO por Walter Festa y en las últimas semanas viene creciendo el candidato massista Aníbal Asseff, al que hoy varios consultores le adjudican la posibilidad de ganar, sobre todo a partir de la incorporación a su equipo de campaña de Oscar Dufour, uno de los principales coordinadores massistas en la Primera Sección Electoral, que cuenta con equipos de peso en distintas áreas, como por ejemplo seguridad, con el comisario Rodolfo Martins.

En Morón, bastión del sabbatellismo, el marido de Vidal, Ramiro Tagliaferro, fue el candidato más votado en las PASO y puede dar la sorpresa. En fuentes kirchneristas, se menciona que Tagliaferro habría sido seleccionado por un equipo especial de la AFI para ser el próximo Niembro, o sea, el blanco de una campaña de acusaciones, en este caso por sus supuestas vinculaciones comerciales con la encuestadora Poliarquía.

Otro caso de dramático empate es Tres de Febrero, donde el macrista Diego Valenzuela quedó en las PASO a apenas 4000 votos de diferencia del eterno Hugo Curto.

Estos y otros casos, si bien no componen una mayoría, son una minoría significativa que demuestra que en octubre la composición del poder político municipal puede cambiar bastante en Buenos Aires y que el monolítico aparato pejotista, aunque sigue predominando, está lejos poder continuar siendo hegemónico.

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