Por Sebastián Dumont.-

Cuando Sergio Massa decidió crear en 2013 el Frente Renovador, lo hizo con base en los intendentes. Es decir, en los territorios, sobre todo del conurbano. Se llamó la “revolución de los coroneles”, aunque en el mapa de la provincia se trataba de un puñado de ellos, suficiente para poner en riesgo el proyecto hegemónico del cristinismo. Le fue bien, ganó las elecciones y luego ese grupo de jefes comunales fue uno de los principales motivos de su retroceso, debido a las peleas internas de cartel, muchas veces fogueadas por el propio líder del FR. A casi cuatro años de aquello, empieza a desperezarse en la provincia de Buenos Aires un panorama parecido. Otra vez, los jefes territoriales empiezan a tallar en la idea de conformar una conducción para el peronismo y, sobre todo, encontrar la manera de recuperar terreno electoral ante Cambiemos. En ese contexto, ya las internas son indisimulables y los nombres de Randazzo, Scioli y la propia Cristina Kirchner dividen las aguas.

Fue adelanto de este medio varias semanas atrás cuando se dijo de la idea de varios intendentes del impulsar a Florencio Randazzo como el hombre que conduzca esta etapa. Es una jugada monitoreada por Gabriel Katopodis, intendente de San Martín que ganó las elecciones en 2011 con un partido político que creó el ex ministro del interior y transporte. Pero no sería el único. Allí en ese lista se lo suma a Martín Insaurralde, quien abrió oficinas en la Capital Federal para ponerla a disposición de este nuevo armado, donde él mismo quiere ser candidato a gobernador en 2019.

Ambos intendentes mencionados son parte del grupo de los denominados dialoguistas, donde conviven otros como Gustavo Menéndez, Juanchi Zabaleta, Leonardo Nardini y Ariel Sujarchuk. En el caso de los dos primeros, hace quince días compartieron la visita al Vaticano para llevarle un informe al Papa Francisco. Se esperaban más intendentes en Roma y hay quienes creen que la mano de Insaurralde contribuyó para desinflar la cumbre que es motorizada por el nuevo intendente de Merlo, quien es la voz cantante del Pacto de San Antonio de Padua.

Justamente Menéndez hace un juego bastante elástico. Y no en vano se mostró esta semana en su distrito con el ex gobernador de Buenos Aires Daniel Scioli, que también pretende ser candidato el año que viene en las elecciones legislativas, como paso previo a volver a discutir la presidencia en 2019.

Randazzo por un lado, Scioli por otro es absolutamente funcional al macrismo. Y mucho más con Cristina Kirchner, a quien aseguran desde el gobierno no quieren que vaya presa, entre otras cosas, para que talle en la división del peronismo. Ella mantiene la fidelidad, moneda escasa por estos tiempos, de algunos intendentes como Jorge Ferraresi (Avellaneda) y Juan Patricio Mussi (Berazategui).

Como se ve, el tablero que apunta a ser la oposición al macrismo está muy fragmentado. Y a ello hay que agregarle que en el gobierno nacional y provincial apuntan a seducir a otros intendentes. Hay una vertiente que está convencida en “comprar” a paquete cerrado y facturar el envió del dinero para las obras. Una versión mejorada del famoso “látigo y chequera”.

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